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Jul 10Liked by Esteban Schmidt

Si, Medina Bella. De aquellos tiempos dorados en que te pedías un café y te traían... un café, sin necesidad de hacerte tantas preguntas (tamaño, calibre, procedencia, contenido lácteo, etc.) sin dibujitos y a la adecuada temperatura de l infierno. Me liquidaste con el último párrafo, igual te perdono hasta la próxima semana.

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asi es como el mencho, gracias Fabián.

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Jul 10Liked by Esteban Schmidt

Creo q se llamaba Medina Bella, el bar. Cómo Ramón Ismael con a. Una frivolidad este comentario ante tu correo. Abrazo, Esteban.

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abrazo fabio

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Jul 10Liked by Esteban Schmidt

Ya pasaron más de 10 minutos desde que terminé de leer y sigo llorando por el último párrafo.

Y qué acumulación de talento en ese escenario.

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qué generoso. gracias por el apoyo Tali. abrazo

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Veo que ya te aclararon lo de Medina Bella. Imposible no ver un error ahí, tienen que ser familiares del Mencho sin cuidado por los detalles, pensaba en ese entonces.

¿Cómo vas a ir al Café Martinez de Acoyte y Avellaneda habiendo tantos sucuchos hermosos por la zona?

Hermoso texto, como siempre.

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Hola Esteban. Es un placer leerte, aunque confieso que vengo algo atrasado con la lectura de los correos. Un tal Franco Rinaldi, al que vengo siguiendo desde siempre, te refiere siempre como una de las plumas más lúcidas del condado y alrededores. Doy fe de ello. Con respecto a los cafés, recuerdo una anécdota radial protagonizada por Jorge Guinzburg y el dueño de un bar que lo estaba cerrando definitivamente:

-Es una verdadera pena, Fulano, que cierren ese bar, ese espacio en donde siempre nos encontrábamos entre varios amigos...qué desgracia, qué pérdida para Buenos Aires.

-Todo bien, Jorge, pero ni a vos ni a tus amigos los veo ocupar estas mesas desde hace, por lo menos, quince años.

Cordiales saludos!

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