Como muchos saben, en las proximidades del estadio se debe, por costumbre, avanzar al trotecito, como si algo estuviera por desaparecer en el punto de llegada, luego toparse tres veces con vallas de contención como si fuéramos animales, y atravesar pasillos angostos, metálicos, igualito que en el matadero. Que un extraño me toquetee con la estúpida idea de que puedo estar llevando algo peligroso me resulta una y otra vez inaceptable, aun cuando se trate de viajar con dólares baratos a Nueva York. Se va a la cancha aceptando ser menos que ciudadanos respetables el tiempo que pasemos allí, entonces, como en los angustiantes
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El que puede con el rugido de la leonera…
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Como muchos saben, en las proximidades del estadio se debe, por costumbre, avanzar al trotecito, como si algo estuviera por desaparecer en el punto de llegada, luego toparse tres veces con vallas de contención como si fuéramos animales, y atravesar pasillos angostos, metálicos, igualito que en el matadero. Que un extraño me toquetee con la estúpida idea de que puedo estar llevando algo peligroso me resulta una y otra vez inaceptable, aun cuando se trate de viajar con dólares baratos a Nueva York. Se va a la cancha aceptando ser menos que ciudadanos respetables el tiempo que pasemos allí, entonces, como en los angustiantes