Santiago desmotorizado
El Gordo Dan subido al gordomóvil recorriendo las barriadas pobres de La Matanza era mejor candidato que el poli trucho que pusieron para ganarle a Verónica Magario en la Tercera Sección. Extras.
El gordo es fresco, simpático, icónico, altanero, bueno, malo, facho, tierno, toda la paleta, para todos los contextos; tiene repentización, teatro, y hasta es médico, lo que le habría permitido realizar curaciones milagrosas al paso durante las caravanas. En circunstancias más intelectuales, como en un debate caliente con Myriam Bregman o en la tele con Bonelli, habría podido exponer sin repetir y sin soplar el ideario del presidente, por quien además juró dar su vida. Nada menos.
¿Cómo es que el mileísmo, siendo tan disruptivo pero pobre en estructura propia, rechaza contar con un personaje tan valioso para construir oficialismo en territorio comanche? Parece que un amor ganador y con futuro es demasiado para Milei, que prefiere empoderar alcahuetes de perfil más bajo, con quienes lo une la distancia y un desafecto sincero.
Karina, que no entiende nada de política, sí sabe cuidar a Javier de cualquier interés más grande que el de ella. Eso primó en la cremación de las llamadas Fuerzas del Cielo y en la caída inesperada y precoz de la figura más determinante del gobierno hasta ahora: el comunicólogo Santiago Caputo.
Caputo aportaba entretenimiento y provocación al ajuste, llevándose la marca cuando hizo falta. De la presidencia de Macri, este gobierno aprendió que la pedagogía por las buenas es inútil. La agenda de cambios que alberga la sociedad —aunque pueda tratarse de una falsa conciencia— no podía quedar, por segunda vez, en las manos temblorosas de reprimidos como Marcos Peña. Caputo lo confirmaba clavando un puñal sobre el libro de Marcos.
Su cuenta de Twitter, que era él pero a la vez no lo era, fue de antología mientras duró. Allí lanzó sentencias admonitorias, y utilizó a la red de salón de espejos, para entretenerse con la amenaza al fotógrafo que le sacó un primer plano histórico apasionado para forzar el baiteo nacional, y en aquel día que bajó del gallinero del Congreso para increpar al diputado Manes, también para la foto.
Este Marlboro Man urbano entraba y salía de conflictos, jugando a ser derechista, ultraderechista o nadaderechista. Posee un gran ojo y oído para la comunicación en esta etapa democrática donde nadie sabe qué es cierto y qué no, y otro para los negocios de todas las etapas democráticas. Y todo esto lo hacía sin engordar, vistiendo un ambo té con leche slim fit.
Santiago puede ahora quedarse en el gobierno, controlando y creando soluciones de comunicación, reservándose millones para futuras generaciones de Caputos, si quisiera y pudiera esquivar los controles. Sin embargo, haber sido depuesto en público, castrado para el disfrute de aquellos a quienes debía domar, le quita fuerza retórica. Le cortaron las siete trenzas a Sansón.
Dudo que el dinero destinado a campañas, y la capacidad de elegir cómo, cuándo y con quién hacer los avisos, puedan recomponer a un varón castrado y restituirle el sarcasmo y la habilidad, la fuerza creativa que hasta ahora se alimentaba de la acumulación creciente de poder y de la sensación de estar rompiendo constantemente la cuarta pared.
Un spin doctor que trabaja para alguien como Milei necesita incentivos fuertes para actuar (puedo imaginar). Es muy difícil que el dinero alcance para hacer bien el trabajo. Se requiere tanto plata como la satisfacción del ego, capaz de compensar las reuniones imposibles a las que debe asistir.
Por supuesto, la excitación que provoca completar un buen baiteo —uno que haga morder en el mismo día a Morales Solá, Ángela Lerena o incluso al Papa Francisco— es un placer considerable. La mención de los lunes de Carlos llamándolo “Mago del Kremlin” era motivo suficiente para abrir una botella de champagne. Y ahora, ¿qué será? ¿Sólo un publicista? ¿Un diseñador gráfico?
Al deponerlo, el delirio presidencial pierde su acompañamiento retórico, y la élite académica, y toda la coalición del déficit, pierde un contendiente exigente. Con Caputo en activo se requería más inteligencia, novedad e innovación para desequilibrar al gobierno. De hecho, ni siquiera habían aprendido a esquivar los baiteos cuando Karina y los Menem ya aparecen a facilitar la vida de la oposición.
Con peronistas de segunda línea manejando la política de LLA, el equilibrio se restablece mucho más y se pierde buena parte de la fuerza del derechismo —a veces potencial, a veces real— del gobierno, así como su exploración autoritaria1. Ahora, sólo queda un maleducado al mando de la presidencia.
Caputo fue inteligente e innovador en su asalto al Estado. Disfrazado de monotributista y evitando que el Boletín Oficial lo toque, armó una estructura de comunicación oficialista con periodistas del peor nivel posible: provenientes de familias castigadas, pobres, sin prestigio, fondeados en negro, como para humillar a los más prestigiosos y mantenerlos calentitos contra el presidente, que los necesitaba haciendo puchero con la boca y montoncito con los dedos. Su gran aporte en la batalla cultural fue: que lloren los ensobrados.
No hay que negarle audacia a este procedimiento. En administraciones pasadas, cualquier político que enfrentara una sucesión de críticas duras por parte de los periodistas de La Lista de Catterberg2 ya habría retrocedido en los puntos que quería avanzar y habría contratado a Guillermo Seita o Adrián Kochen para armar la intermediación con ellos.
Caputo, en cambio, estableció inteligentemente que esta gente no existe y que los pueden manipular como quieran y de forma gratuita. Sólo con tocarlos, los tienen de su lado, haciendo el papel que necesitan de ellos. Porque con los periodistas en la bolsa, el presidente se habría quedado sin texto. Y Milei necesita a la cara mediática de la CDD3 viva, expresándose hasta el fallo y sin costo fiscal. Los baitean y saltan como perros de Pavlov, porque les viene bárbaro el cañonazo publicitario, dado que no van a recibir plata.
Con recursos infinitos y con el mismísimo presidente como actor principal, se hace muy fácil hacer comunicación de crisis o incluso crear crisis mediante la comunicación. Pero con narcisistas completamente autocentrados del otro lado de la baranda es aún más fácil. El gobierno se apoya en las devoluciones que le hacen a sus provocaciones.
Caputo supo captar en Milei al panelista artista que termina pisándose la autoestima y que, gracias a los sucesivos desastres de los políticos profesionales, termina en la presidencia en un giro más que loco de la historia. En cada intervención, Caputo fue dándole la terminación al personaje. Los tuits de Milei decían, pero los de Caputo decían más; se leían con mayor interés, buscando interpretaciones ocultas para inteligencias más inquietas. Pero ese éxito estratégico terminó comprometiendo a Caputo.
La hermanísima advirtió que el productor le quitaba protagonismo al artista y le tomó la patente. Ya habían tenido un problema parecido con Nito Artaza en la precuela de la vertiginosa carrera política presidencial del Javo. De no haberse entrometido Karina, esto habría seguido con más Lilias Lemoines, chicas exuberantes y personajes tan extravagantes como el Gordo Dan, estafetas representantes de folkloristas, vendedores de medias y completos ignorantes de los procedimientos parlamentarios, creando murmullo.
Si se trata de llenar el Congreso de levantamanos, es mejor experimento —y más divertido— que sean coperas. Y, de hecho, eran una provocación al sistema mucho más consistente que esta segunda selección del peronismo.
La impresión —el cringe— que genera ver a Milei se compensa mejor con un circo bien armado. Sorry el cinismo. Sin embargo, si los diputados terminan siendo indistinguibles de los pierristas de la Liga Federal o los mercuristas de la Liga Peronista bonaerense, esto se convierte simplemente en la repetición de un circo viejo. El mismo que produjo millones de pobres y los estacionó en el conurbano a mirar como pasan las camionetas de los políticos millonarios rumbo a los countries.
Sin las Fuerzas del Cielo haciendo sonar los timbales, surge la pregunta: ¿avanzará Javier con exigir la desinversión de Clarín en telecomunicaciones, como insinúa, o ya fueron los últimos rugidos antes de un arreglo?
La pejotización del mileísmo empodera a la lista de Catterberg, que ya pesaba dos toneladas sobre la democracia argentina. La coincidencia de la presencia de Guillermo Francos en el programa de Carlos —querellado por Milei bajo la acusación de que el periodista lo llamó nazi— junto con la licuación de la imagen pública de Caputo, sugiere que una etapa se cierra y otra dialoguista podría abrirse.
Otra particularidad de la defenestración de Caputo es que, aun disponiendo de la SIDE y de ARCA, no logró generar ventaja suficiente para cortar el ansia de intermediación de Sebastián Pareja ni desequilibrarlo. Da la sensación de que se perdió mucho tiempo en esas oficinas, o quizá fue una carrera a contrarreloj para hacer extractivismo antes de ser descubiertos.
Ya termino.
Fue muy tentador —y sobre todo fácil— durante este largo año y medio, encasillar todo bajo la etiqueta de “el loco de mierda que nos gobierna”. No es que eso sea falso, por supuesto. También fue sencillo atribuirlo al conjunto de excepcionalidades argentinas y rogar al cielo, como las señoras sirias o libanesas bajo las bombas, que termine esta tortura. Pero, en realidad, la verdad de la milanesa es que existen más continuidades que rupturas con las presidencias anteriores.
Ahora, suponer el fracaso del gobierno no es una genialidad, está entre las opciones posibles. Y no sólo por la figura presidencial, que despierta dudas sobre idoneidad o salud, sino por la burocracia intermedia. Ese intercountry que gobernó junto a Macri está más vivo que nunca; hoy sólo intermedia con otros. Por eso, los salarios ridículamente bajos de los funcionarios no preocupan a casi ninguno de ellos: con el cargo crean el intangible que les asegura la vida.
Después del Covid, de los termómetros pistola y los barbijos babeados obligatorios, la sociedad quedó lista para aceptar cualquier cosa. Si no nos resistimos a las locuras, ¿por qué resistirse ahora a los locos? Milei, el mileísmo y sus extravagancias no bajaron de un OVNI: tuvieron su contexto, incubación y ahora su éxito parcial. Los muy insatisfechos con su presidencia y su estilo tendrán que acelerar los aprendizajes para destronarlo y lograr esa ruptura que nos devuelva la democracia bonita y bien hablada de antes o, tal vez, inaugure una democracia nueva, heredera de modales más ásperos.
Compañeros, el término “comunidad”, que ya deploramos en la edición pasada del correo, está haciendo estragos. Todos los creadores e ideólogos quieren tener su comunidad, su grupo de amigos o, al menos, ostentar que ese es el propósito de su trabajo. No sólo lo megalómano o lo lógico, influir cultural o políticamente, sino buscar la unidad escritor-lector, el asado del siglo, formar un absoluto que les dé una razón o los absuelva por no tenerla.
Desde mi quincho en Chacarita, lo bueno que veo es que esta moda hartará como tantas otras, pero lo malo es que la curva de la desilusión exterminadora puede ser muy lenta, y esto nos complica a los verdaderos marginales.
El verso de la colaboración viene especialmente de los llamados streamings, que mientras reciben fondeos millonarios por parte del gobierno de Axel Kicillof, como FuturoCK, o de candidatos a dueños de la Argentina, como Sebastián Ceria, el marajá residente en Londres que da una mano a través del emprendimiento Fundar (la nueva CIPPEC que fue la vieja FLACSO y que fondea Cenital).
Cenital Fundar está lleno de avisos publicitarios de todo el arco de la llamada casta: gobiernos provinciales y hasta la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, el punto más alto de confraternidad posible con el subsuelo del país. ¡Y piden plata al público! Gelatina también pide que te sumes a su comunidad, contando con recursos infinitos provenientes de su sede central en San José 1111. Mmm.
Puedo entender, incluso creer, la fantasía de algunos líderes visibles de estos emprendimientos que no quieren depender de sus patrones principales sino del pueblo, asegurando su independencia, su llamada libertad de expresión para hablar sobre fulano a riesgo de ofender sin perjudicar los ingresos. Pero la alternatividad en serio tiene un precio personal previo: aceptar que no te podés comprar camionetas importadas, vivir con lo puesto.
El diario.ar ya había entrado al mercado argentino con esta propuesta buenista: ser pagados directamente por los lectores mientras la plata grande se hacía con giros del gobierno de Alberto Fernández y de los venezolanos. La contabilidad de las suscripciones de los socios era para ilusionar al plantel y parte de la estrategia de marketing: la idea de la cooperativa, del socialismo. Ahora mismo, desde ese medio mandan mails angustiosos solicitando apoyo con suscripciones porque no llegaron a tiempo para pagar los sueldos el mes pasado, mientras la portada sigue tapizada con innumerables cuentas publicitarias que dependen de la arbitrariedad política del kicillofismo. En la misa y en la procesión no, compañeros.
Hay mucha mentira en el ambiente y eso enturbia todo. Milei desfinanciando a la prensa fue, contra lo que se diga, muy conveniente para la libertad de expresión porque sin necesidad de agradarlo por plata los periodistas fueron más libres para objetivar al gobierno. Muchos revelaron preferencia al tener como únicos contribuyentes a Jorge Macri o Axel y otros que vivieron del tironeo pautero extorsionador se volvieron hasta inteligentes en la redacción de sus artículos. Pero, malgré moi, habilitó la excusa para el circo de las comunidades en quienes no necesitan del auxilio popular.
Hacer el llamado a la contribución para el propio emprendimiento en un ambiente tan trucho y corrompido es más difícil porque crea desconfianza y hasta temor, como cuando uno es asaltado por cincuenta indigentes ofreciendo choclos en la parada de un colectivo de larga distancia en Brasil. Así, emprendimientos como Un Correo… dependen ya no sólo de un comportamiento super ético de lectores que creen que si vieron a un tipo que escupe fuego en la avenida 3, le dejan una moneda, aunque sea para reponer la parafina, sino de que esa persona acepte que la supervivencia del medio depende de ese apoyo y no hay nada más por detrás, que no los están timando con el cuento de la libertad o de los tiempos difíciles para hacer periodismo.
La verdad es que el trabajo de adivinación sobre cómo viene la mano me quita bastante tiempo de escritura y de especulación en los temas que me interesan, pero no es menos cierto que es el que hace cualquiera que dependa de la arbitrariedad del público, porque tiene un restaurante o un taller de cerámica. La vida sin ingresos fijos es una vida de libertad sin horarios, salvo los que uno se fija, pero tiene un piso alto de incertidumbre sobre el día de mañana, ni hablar a cinco años. Ninguna novedad.
Me imagino que en algún momento tendré que hacer la apuesta final por el newsletter y hacerlo solo para suscriptores pagos, a ver si eso moviliza a quienes se resisten al pago voluntario aunque son lectores fieles que abren incluso cada link que inserto en medio de correos de 3500 palabras. Tenerlo abierto tenía la expectativa de la viralidad, pero pasados 170 artículos, ninguno levantó de las siete mil vistas. O sea, no hay muchos más lectores para este producto o los artículos se viralizan sólo hasta ahí. Pasado el mediodía todo es viejo, aunque sea nuevo. Por eso publico a las 3:30 am para agarrar de sobrepique a los lectores europeos y que la mañana me dure más. Para las 8 de Argentina ya fue abierto por el 20% de suscriptores. Notable la cantidad de gente que se levanta a pishar de madrugada y repasa novedades del celular antes de retomar el sueño. Además, y esto achica el alcance, me siento medio pelotudo publicitando demasiado mi trabajo, los flyers para Instagram y el taggeo para abrirse paso, muy deprimente, porque esa concentración en la venta afecta la obra.
Substack, por otra parte, no me facilita levantar un muro de pago sin quedar adherido a su sistema de recaudación. Es entendible: la plataforma es su idea y esa es su prerrogativa. Que resulte así es consecuencia de vivir en una economía muy cerrada por años. No puedo usar su sistema de recaudación porque Stripe, que funciona en casi toda América Latina, no funciona en Argentina, entonces tendría que fijar residencia en otro país donde sí funcione y fijar el pago en la moneda de ese país. Hay opción por Apple Pay, pero nadie lo usa; también está la opción de que se carguen todos los números de una tarjeta de crédito. Pero no, convertir suscriptores libres en pagos tiene que ser fácil, como tocar los botones de Mercado Pago o PayPal que están más abajo. Si alguien tiene ideas para hacer sostenible esto, lo agradeceré.
No está claro cómo evolucionará este tipo de periodismo. Hace un año parecía más fácil estimar que éramos vanguardia, pero hoy, mmm. Los medios legacy no terminan de caer y ninguno reconocerá que aquí o en algún newsletter leyeron antes o mejor determinada idea. En los newsletters se encontraban temas y estilos que hasta ahora no podían estar en medios escritos tradicionales. Pero leyendo la borra del café, no veo que este desencuentro sea destino sino algo que puede cambiar. Los medios en Argentina están presos del Estatuto del Periodista, así que ante el cambio tecnológico, la muerte del papel, la irrupción de las redes y el periodismo en directo, su respuesta fue enfrentar la crisis achicando la masa salarial, asegurándose tráfico con más baits que periodismo y últimamente incorporando inteligencia artificial para redactar gratis. Esto que hacemos en newsletters y podcasts podría integrarse a esos medios cuando decline la basura de empujar el tráfico con artículos sobre cáncer, deterioro cognitivo, sexo en la tercera edad o adolescentes en riesgo por algo, y los tipos paguen bien sin la guadaña del juicio laboral.
Lamentablemente, muchos compañeros en esta marginalidad, lujosa por supuesto, ya fueron advertidos por APTRA, el emprendimiento comercial de los chimenteros Luis Ventura y Cacho Rubio que inventó un Martín Fierro para medios digitales. Invitados y ternados, personas inteligentes, reprodujeron las mismas huevadas de la pobre gente de la televisión, como decir “gracias APTRA”, felices por ser premiados por gente que ni los había leído ni lo haría, ni siquiera premiados. Malo para la cultura, aunque para mí es bueno porque quedar del otro lado de esa cuerda me es fácil.
Todo sigue en transformación y no es para ansiosos. Ninguna tecnología reemplaza completamente a la anterior, sólo la arrincona contra un nicho.
Sobre los micropagos, todos los que no recibo, hay cosas interesantes. Hay miles de lectores que leen siempre y nunca pudieron romper el chanchito, como petrificados viendo al lanzallamas durante tres años, cubriéndose la cara para evitar el contacto visual cuando se les pasa la gorra. Las razones psicológicas son variadas: algunos enfermos de importancia personal que piensan que demasiado pago es que te lean; otros no quieren dar el paso para que el autor no los vea deseando. Pueden comprar un libro diez veces más caro que la suscripción, pero el autor no sabrá de su interés. Pueden ser los que pagan pañuelitos en Lacroze y Libertador y miran a los ojos al vendedor con el cartel “quiero progresar”, que ayudan con la certeza de nunca cruzárselos en Cuervo, pero si se lo cruzan no es lo mismo.
Otros, que siento cercanos porque pude ser uno de ellos hace años, así como les gusta leerte, preferirían que fracases para restaurar la normalidad donde no quedan expuestos en su inacción diaria. Parecida a la satisfacción de quien ve fracasar una pareja o se entera que alguien admirado y envidiado está enfermo. La acción vital y creadora atrae resentimiento y desgracia. Misterio del ser humano, un acordeón de fraternidad y mala leche.
Por supuesto, la única normalidad que se restaura cuando ya no podamos más es el modelo donde sólo existe el mundo periodístico formateado entre Magnetto, Yabrán, Saguier y Manzano en los últimos 30 años.
Pero la nota positiva, como en un cuento de Navidad, es que gracias a todos los micropagos recibo algo extraordinario: cuando me siento a escribir siento la deuda del texto, que hay una espera, y la plata que recibo por generosidad o aprecio al trabajo me crea el sostén material psicológico para atravesar las horas de soledad y frustración que lleva hacerlo y que son tantas. Por supuesto, si dedicara ese tiempo a hacer Uber ganaría más; me comería el capital del auto, pero en cada semáforo pensaría: yo tengo que escribir.
En fin, todo se resume en si uno está teniendo una buena vida. En El Teatro de Sabbath, de Philip Roth, el narrador le pregunta a un anciano llamado Pez, medio a cuenta de nada:
—Pez, ¿has tenido una buena vida?
Y aunque no recuerdo la respuesta, la pregunta solita me hizo llorar hace veinte años. Así son las cosas.
Cierro. En mi caso, colaboro con todos mis consumos mensuales de sujetos y medios no apalancados o no demasiados apalancados. Esta es mi captura de pantalla de Mercado Pago al día de hoy.
Quisiera ademas colaborar con el podcast Desinteligencia Artificial pero no logro dar con los links.
Además, pago otras cuatro suscripciones con muros de pago. Clarín, The New York Times, Unherd y El Mundo de España.
Ahora sí dejo mis propios botones y luego siguen los insufribles. Son débitos mensuales.
Insufribles
LA FED. Vuelve la Feria de Editores, esa Feria del Libro no tan mersa. Tiene su parecido con el mercadito de chucherías de la Plaza Los Andes, ahí enfrente: en el sentido de que todo en el universo tiende a la simetría. Los viandantes pasan, miran, tocan y compran, mientras los vendedores quedan en su feedlot voluntario, criando várices durante horas, cuatro días seguidos.
Leer es bueno, los libros son buenos y los editores que revientan herencias, indemnizaciones o renta agropecuaria en esto son superhéroes: podrían gastar ese dinero en banalidades, una agencia de modelos o un negocio de carteras. Sin embargo, me resulta insufrible cómo toda buena intención deriva en hacer un Lollapalooza: algo que crece cada año, suma stands, fechas, se vuelve federal o mundial, y termina con community managers y agencia de prensa. La intención de los organizadores de convertirse en el centro de la escena, en la cita obligada, será comprensible desde el punto de vista de quien tuvo la idea, pero desde el ocio resulta un plomo absoluto. Si no es para arriba y para sumar gente, no parece funcionar: todos quieren hacer un River, pero nadie cincuenta Obras seguidos. La idea es no espantar jamás a los burgueses y que todo funcione según un plan de negocios. ¿Realmente le sirve esto a todas las editoriales pequeñas?
Tras doce horas de ayuno, la FED te da un kirchnerismo en sangre de 150, y sin haber fumado demasiado, podés ver la imagen de Máximo en los azulejos del baño. No sorprende, porque la actividad vuelve a hacerse en el predio C Art Media, donde Wado de Pedro se mueve como si fuera el dueño. Con pocas excepciones, la lista de conferencistas va en la misma dirección y, simplemente, dan ganas de cortarse las bolas. El libro independiente muestra la energía de nuestros emprendedores, pero también deja en claro que la industria está liquidada, que no hay verdadera apuesta por autores nuevos, y que si existen, son apuestas tímidas: impresiones de pocos ejemplares, falta total de edición y la promoción a cargo del propio autor.
Librería Naesqui. Es el primer insufrible que se repite porque estas vacaciones de invierno dieron un paso más en el camino al infierno. Ya no sólo se propone como un CDR4 —igual que cualquier librería con actividades del corredor norte— reuniendo a los actores más obvios de la coalición del déficit en extenuantes mesas redondas o presentaciones. Ahora se meten con los únicos privilegiados a quienes enseñan a tejer y a editar libros, llamándolos “infancias”.
Los textos publicitarios de la actividad son espectaculares por el revoltijo lexical que arman para evitar definir a los niños en sus dos variantes más lógicas: varones y mujeres, niños y niñas. Por otro lado, es notorio que para no perder mercado decidieron no usar la “e”. No dicen “niñes”, pero sí “niñxs”. Así, esta gente que vende libros suma a las criaturas al surrealismo de la corrección política publicitaria.
Super insufrible
Subieron muchos videos nuevos del escritor y entrevistado oficial del antiguo régimen, Martín Kohan, a YouTube. En uno que adjunto, es notable la pasión que le pone a la descripción y denuncia de las banalidades de la vida cotidiana. Los entrevistadores, completamente regalados, reciben estas boutades baratas como si fueran provocaciones deslumbrantes.
Entre La Libertad Avanza y la total estupidez progresista se convierte la escena pública en un encierro de San Fermín: inhiben cualquier chance de vibrar en sociedad, interpretar, adaptarse adecuadamente a los inevitables cambios de paradigma, luchar contra la injusticia y hacer una bondad que realmente sirva para algo.
Muy buen artículo de la forista Julieta Habif.
Taller Shampoo
Un lugar los martes, un lugar los jueves. Siempre a las 18 horas, en Chacarita.
Manifestar acá: tallershampoo@gmail.com
Los botones de arriba, compañeros. Apoyen a este gaucho baqueano.
La victoria pertenece a los más obstinados.
Exploración autoritaria. Robado al forista Pablo Semán.
https://x.com/Poliarquia_/status/1879704293629890773
CDD Coalición del déficit.
Los Comités de Defensa de la Revolución ( CDR ) son una red de comités vecinales en toda Cuba . Estas organizaciones, descritas como los "ojos y oídos de la Revolución", existen para apoyar a las comunidades locales e informar sobre actividades contrarrevolucionarias.
Muy buena esa imagen de los millones de pobres viendo pasar las camionetas de los políticos rumbo a los countries Hay que pensarla, ¿eh?
No sabía lo de elDiarioAR. Mala mía por haberlos apoyado al principio. ¿The Guardian también será uno más? Espero que no.
Las notas a pie de página me parecieron medio plomo para los que leemos por celular. Perdón…
“Entre La Libertad Avanza y la total estupidez progresista se convierte la escena pública en un encierro de San Fermín”. Un soplo de aire fresco esa frase. Sirve para ir tirando hasta el próximo correo.
En principio yo no subestimaría la torpeza de los rosqueros; muchas veces se ponen candidatos para perder.
Cambiando de tema, es dura la vida del cuentapropista: alguno dirá que es por falta de incentivos y otros opinarán que no hubo un buen business plan. En cualquier caso intuyo que los foristas aportantes somos el tope de la audiencia posible y ahí se definen los límites del emprendimiento. La generosidad de abrir el correo a tout le monde garpa mucho en cariño pero no en metálico.