Amor. Por efecto de la moda debe ser; por el cine, por las traducciones; y además porque no se pueden defender de mi amor desde que nacieron. Por todo eso les digo a mis hijos: “te amo”. Se los digo varias veces por día, los abrazo, un pesado. All mismo tiempo es una voz tan, tan sincera que si pienso en esa sinceridad que conseguí para amar y para decirles te amo automáticamente me emociono. Mis hijos tienen su chanchito lleno de monedas de amor paterno. ¿Eso mejorará su suerte cuando venga la yerra, el tiempo de la cosecha, cuando aparezca la luz mala? Es un amor sin límite y con ulterioridades que se pierden en el espacio y en el tiempo.
Billetes. Los niños tienen gran curiosidad por la plata. Llego de la calle y descargo mi lapicera, mi Sube, mis anteojos y el pilón de billetes doblados. Se tiran de cabeza a los billetes y, por supuesto, regalo los de veinte, los de cincuenta. ¡Total! Simón está ahorrando un montón de ellos en su cajón de los calzoncillos y las medias y los cuenta cada día como un viejo hucha. Pero me cuesta traerlo a la realidad y decirle que se los voy a cambiar por hierros del 8 o dólares y que yo se los guardo. Cada tanto lo hago socio de sus ahorros para comprar cosas de utilidad. El año pasado reventó una fortuna en figuritas del Mundial. Este año con cinco mil pesos se va a comprar la PlayStation.
Cumpleaños. Está pasando algo terrible con las fiestas infantiles. Son todas iguales. Todas suceden en los mismos cinco lugares, con las mismas animaciones, las mismas maquilladoras y las mismas camas saltarinas. Se divierten, pero es imposible que recuerden qué sucedió en cada cumpleaños, porque todos ocurrieron, además, a la misma hora y bajo la misma luz blanca, pegado en la agenda con el jardín o la escuela. Nadie quiere complicarse la vida comprometiendo su hogar. Durante la llamada pandemia se impuso el modelo de la plaza para que los niños no se contagien y se mueran pero es realmente una alternativa muy sucia: no hay baños y un cambio de temperatura o un viento fuerte te saca de la cancha. ¿Qué va a pasar con esto? El modelo no va más. De hecho, por las fotos, en el futuro, no va a quedar claro si fue el cumple de 4 o de 5 o de 8 o de 9.
Diversión. Los niños reciben la instrucción de divertirse, o sea la instrucción de presentar a los padres postales de satisfacción con las escenas a las que son empujados por ellos, cumpleaños, escuela, fútbol, danza. Me parte el alma que haya un solo niño sobre la tierra actuando para dar el gusto, para encajar. Más me duele cuando los niños son neurodiversos y luchan para no serlo y quedan tironeados entre su naturaleza y las expectativas. Es del tipo de cosas que parecen no tener arreglo y donde tener recursos no parece solucionar las cosas porque padres desenfocados pero millonarios son desenfocados millonarios. Para mí la diversión es que los pibes quemen las horas con sus amigos, o solos, ganando autonomía, explorando el mundo, apropiándoselo, y con los padres metiéndose lo mínimo.
Equivocarse. El niño se va a equivocar y hay que perdonarle la vida. Que no nos gane el cansancio, el hartazgo. Que aprenda del error pero que no se sienta mal por el error. Si la equivocación fue grave, retomarla en frío. Si fue leve agarrar el trapito amarillo de la cocina y pedir que limpie. Si no puede, si no quiere, limpiamos nosotros y olvidar.
Fornicar. Soy muy partidario de explicar con detalles en cuanto aparezca la primera inquietud sobre cómo se hacen los niños. Papá está lo suficientemente interesado en mamá como para pasarle con su pito una semillita que siembra en su concha. Mamá con eso hace un bebé. Como la semillita del tomate que en la tierra hace un tomate en tres meses. Una madre pone un niño en la tierra en nueve meses. No preguntan más. Y quedó establecido el standard.
Ganas. Las ganas de un niño se escuchan y se manipulan en partes iguales. Los anotás en siete actividades extraescolares y pasados unos meses quedan claras sus ganas de quedarse en unas y no en otras. Pero no probás de a una, porque si no es muy lento el proceso. Todas de un saque. Futbol, tenis, patín, ajedrez, ciencia, plástica, acrobacia, y de ahí va quedando claro por dónde va la mano.
Huevos. De a poco, como un juego, se le puede ir transmitiendo al niño la idea del sacrificio, sin enloquecerlo. A veces es mostrándole ejemplos de tenacidad. Julián Alvarez presionando arriba, a los arqueros. Los elefantes en el desierto peregrinando en manada hasta dar con un puto árbol que les dé los malditos 40 kilos de hojas que necesitan para comer. Yo agarro la pelota en la terraza y Simón me la tiene que sacar. Yo pongo mi máximo, mis ochenta kilos, mis años escondiendo el balón, dale, meté más, meté más, poné más huevo, y va y pone más huevo y al fin me la saca.
Ibuprofeno. Para mí no hay que darle a menos que delire de fiebre o esté tirado en el suelo como un trapito. El cuerpo va a dar su batalla contra los bichitos. Siempre hay tiempo para rescatarlo con el ibu si el cuadro empeora. Pero no hay que dárselo antes de tiempo, hay que condicionarlo a resistir y a ser paciente en los momentos duros. Hay que aguantar. Hay que poner huevos. Esto consúltenlo con el médico, no es cierto, pero igual no lo consulten tanto porque van a tender a medicarlos para que no le rompas las pelotas. Muchos son muy pelotudos y ven a todas las madres como una sola a la que hay que contener y mantener callada.
Júpiter. El espacio sideral nos une con los hijos en la ignorancia, ni ellos ni nosotros sabemos lo que es perder la gravedad, flotar, colgarse de los anillos de Saturno. Es sorprendente cómo los niños encuentran la luna en el cielo. Incluso de día cuando un pedacito de luna medio borroneada sobrevive en el campo celeste. Es lindo encontrar estas zonas de ignorancia común para que en cada aprendizaje que hagan nos informen y vean en educarse y en leer la chance de torcer el hierro del padre.
Libertad. El niño aprende la libertad en la casa cuando se le van agregando decisiones que puede tomar. Si quiere salir de la ducha abrazado con la toalla o dando saltitos. Qué calzoncillo se va a poner. Opciones. Pero se puede ir más lejos. El niño se cuelga de un caño desafiando la aprehensión del padre, sabe que se pone al límite, lo mira, el padre le guiña el ojo, le hace ver que confía en él, que siga, que tenga cuidado. Que papá en el camino de su libertad va a estar para auxiliarlo si algo termina mal.
Lluvia. En Buenos Aires llueve poco, pero es ciertamente hartante llevar un paraguas para llegar sin mojarse al subte, que son tres cuadras. Y después estar todo el día con esa basura a cuestas. Compañeros, mano ocupada, mano perdida. Alguna vez en Nueva York vi el espectáculo que deja una gran tormenta de lluvia y viento y miles de paraguas rotos quedan en la calle. Para los niños la lluvia es la enorme oportunidad de salir con botas y chapotear en los charcos que proveen las veredas rotas de Buenos Aires, que por otro lado impiden a los viejos y a los discapacitados moverse con libertad. Una ciudad rota que sirve para algo. Ah, pero el milagro de los relámpagos, el granizo, la inocencia que se pierde a medida que uno se acostumbra a algo tan espectacular.
Maricón. Tengo que morderme los labios para decirle no seas maricón cuando el niño llora sin mayores razones, pero en fin, supongo que hago bien. Creo que lo mejor de la época es desalentar la creación de ciertos estereotipos. Sorry a mis hermanos en la incorrección permanente.
Normandía. Que veamos juntos la escena inicial de Buscando al Soldado Ryan como vimos el Mundial. El precio que pagamos por la democracia y la libertad. Pero falta.
Ñus. Empezar siempre con los animales, así que vemos Nuestro Planeta en Netflix y nos detenemos a charlar sobre la caza de ñus que hacen un grupo de tigres hambrientos. Muy buena Nuestro Planeta, especialmente la temporada 1, que en español está narrada por Salma Hayek y empieza con una gran imagen de la tierra tomada desde la luna.
Omóplatos. De niño la primera palabra relacionada al cuerpo que me causó gracia fue “estómago”; a mis niños les parece muy graciosa “omóplato”. Las esdrújulas socorren al español del aburrimiento y los niños son los primeros en avivarse.
Puta. Mis hijos vieron policías, bomberos, enfermeros, trapitos, todos los oficios, vieron putos incluso, dándose besitos por Fraga, pero nunca vieron una puta, ni imaginan el oficio porque no aparece en las historias que les leen y les leemos, tampoco en youtube, así que tienen el registro de la palabra hijo de puta pero no saben de dónde viene ni a dónde va. No puede faltar mucho. No tengo explicación plausible por el momento.
¿Qué sigue después?
Rápido. Hay una aceleración que se le mete a los pibes, que la mayor parte del tiempo es culpa de los adultos que no empezaron antes la ceremonia de salir hacia la escuela. Cuando no es culpa de los adultos es porque algo en el contexto obliga a apurarse. Tenemos la fortuna de que en la puerta de casa se juntan zombies a ranchar y a quemar pasta base y nuestra alternativa es quedarnos encerrados los sábados, no movernos, por esta circunstancia. Sin embargo, le ponemos huevo y salimos igual, volvemos tarde del club, noche cerrada, y llegamos y están estos ciudadanos. Entonces vivimos un thriller de un minuto. Dejo el auto en doble fila, con la familia adentro y voy hacia la puerta, los zombies me miran y yo les digo buenas noches, como en un western. Dejo la puerta abierta del edificio, es mi técnica, vuelvo al auto, arranco al mayor, lo pongo en el suelo y le digo volá a la casa. ¡Volá! Y vuela, sí que vuela. La mamá baja con la menor en brazos y vuelan también, como no, yo arranco los bolsos y los meto adentro del edificio con la velocidad de una mudanza. Ya con la familia adentro, cierro la puerta, vuelvo al auto y me pierdo para guardarlo en el garage.
Slow. ¿Qué hacemos con el inglés de los niños? ¿Le metemos con todo o vamos despacio? Que aprendan en la escuela y con youtube? ¿Dios proveerá? Es muy probable que la inteligencia artificial provea en el futuro laboral de mis hijos lo que hasta hace pocos meses pensé que debía asegurarles yo. Puedo entonces no gastar en academias. Un traslado menos, dos cuotas menos, dos matrículas menos. ¿Pago matemática aparte? ¿Más música, más deporte? El objetivo siempre es que sean buenos pero, compañeros, que no sean pobres.
Tiempo. Los niños ya saben que hay una línea de tiempo. Amparo siempre nos recuerda que cuando nosotros ya estemos muertos y ella no y tenga sus hijos y viva en esta casa va a pasar tal cosa… En fin. Yo soy muy del Eclesiastés para vivir y seguir, pero cómo transmitirles el Eclesiastés a los niños sin dar como un hecho la existencia de dios. Que sean ellos los que vean los ciclos, las repeticiones, no ser vanidoso pero tampoco alguien que gasta la vida sin realizaciones.
Últimas palabras: midan las consecuencias.
Vacaciones. Un embole. Lo ideal es combinar vacaciones con otros niños, o sea con otros padres, otras familias para descargar el peso. Pero el arte de hacer un envido con sujetos de otras culturas familiares, ritmos, no es para todos los adultos. Se me presenta como lo más duro. Aspiro a una escolaridad de doce meses.
Wuxia. Es un género de películas chinas que suceden siempre en la antigüedad, en zonas rurales, con personas que manejan con increíble habilidad y precisión espadas, cuchillos y dagas. Ang Lee y Zhang Yimou, Wong Kar Wai y John Woo dirigieron algunas de las mejores y más bellas porque la dirección de arte de estos filmes es todo. No hay mucho para aprender más que la repetición ad nauseam del concepto de honor, venganza compensadora, y el amor a la propia tropa mientras se asiste a unas batallas espectaculares donde la sincronización corta el aliento. Para completar la referencia, algunas de esas películas son: Cenizas del tiempo; Héroe; Crouching tiger, Hidden Dragon.
Xenofobia. Otro buen efecto de la corrección política, sorry, en el cine y en las pelis de niños muy especialmente es la naturalización de las diferencias de costumbres culturales, sexuales, los colores. El martes volvíamos con Amparo de una de sus actividades y coincidimos con Amy en el ingreso al edificio. Amy es negra. No puedo ser más sincero que esto. Yo no asistí a su ingreso al departamento que el consorcio renta por AirBnb, lo hizo mi cohost, así que fue mi primer encuentro con ella. Y pensé: es negra. Y cuando nos dijmos bye, bye, bye, Amparo no destacó que fuera negra, sólo se interesó por el idioma en que hablamos. Bien Disney.
Yumba. Algo que volvió loco a los pibes: les puse el tango La Yumba de Osvaldo Pugliese y les expliqué que tiene que ver con el sonido del bandoneón. Yuuumm ba, y así. Que una palabra provenga de la onomatopeya y que, de hecho, la palabra se puede inventar desde la onomatopeya. Las esdrújulas, las onomatopeyas, son el Bochini Bertoni del oído literario infantil.
Zafar. Lo más cerca que estoy con los niños de enseñarles los trucos de escapar a las formalidades, los tedios, de la ley, de zafar, es cuando viajan al lado mío en el auto, en el asiento del acompañante. Cuando vemos que hay un policía cerca les pido que se bajen y se esconden entre la guantera y la alfombra para no ser vistos. Así zafamos, les digo, y así aprendieron por primera vez a zafar.
Como en las manos mágicas, el resto depende de usted.
FIN
El apoyo económico hace viable el newsletter y es verdaderamente económico si lo piensan, si hacen números, si toman la calculadora y, sin tomarla, verán que tiene una función de confirmación de los lazos sociales. El compañero escribe, la compañera o el compañero leen, y luego los compañeros apoyan al compañero para que el círculo sea virtuoso. Tampoco piensen que si le ponen a uno le tienen que poner a todos. ¡Porque así no le ponen a nadie! No hay tantos newsletters, y no va a haber tantos.
FW: Flat White.
Hay suscripciones de 1, 2 y 4 al mes. Hay en USD y hay one shots (especial para quienes llevan meses leyendo, puntualmente, y que como decía Miguelito Brindisi: no pudieron traducir en gol).
Sí que pesimista artículo de Ernesto Semán sobre lo que viene en Fulbo de primera. Pero brillante. En Panamá Revista.
Sobre las partes integrantes del mileísmo, las mujeres de Milei. Muy buena nota de Lucía Aisicoff también en Panamá.
Dura crítica de Gustavo Noriega a los intelectuales que le saltaron a la yugular a Javier Milei. Vale también la pena leerla.
Ojalá te toquen vivir tiempos interesantes, y ojalá no… Hasta el martes.
Cada vez mejor Estebitan. Gracias