Amadeo komm rauf!
Entrevista a mi padre en 2010 cuando aún podía recordar. Infancia, demencia, culpas y sacrificios.
--¿Dónde naciste?
--Nací en Entre Ríos, en el campo, en Aldea Brasilera que es una ubicación que está a 18 kilómetros de Paraná. El campo de mi padre estaba a la mitad de recorrido. Para decir exactamente: a 3 kilómetros de la Ruta Provincial 11. Yo nazco en el ’43, en el ’45 nace Carlitos y en el ’49 nacen mis hermanos mellizos: Juan y Cacho.
--¿Qué Carlitos nació en el ’45?
--Carlitos... bueno... Carlitos muere ahogado en una pileta en donde beben los animales y muere en el ’47... supongo..., quizás es el primer recuerdo de mi vida que quedó, en forma muy “borrada” como un recuerdo muy parcial...
--Pero tenías cuatro años ¿vos te acordás de algo de los cuatro años?
--Sí, sí. El día me lo acuerdo... borroso... no te puedo contar.
--En ese borroneado ¿qué ves?
--No puedo describir, pero hay una criatura sobre la cama de mis padres... obviamente era el chico ahogado ¿no?, recuperado por otros hermanos. Yo evidentemente no puedo hacer una descripción muy concreta de eso, salvo el terrible drama que implicaba eso. Siempre la criatura más pequeña es... ¡el era el décimo! Fue un golpe terrible en el funcionamiento de las cosas. Fue en ausencia de mis padres que fue un tema que nunca fue revisado, nunca fue analizado como un tema... porque necesariamente, si uno lo analiza, entra a echar culpas. Es una muerte, es una muerte de una criatura de un año y medio que debió haber sido cuidado... el hecho fue, recuerdo, a treinta metros de la edificación de la casa. Vale decir que la criatura podía desplazarse hasta cierto punto, hacer un esfuerzo para subir al lugar, porque no es un lugar que está caído abajo, sino que él se sube y se cae dentro de la pileta.
--¿Y echaron la culpa a alguien?
--No es un tema que nunca haya hablado antes de ahora (quiere decir que no lo habló), con alguien en particular ni me interesa profundizar, porque el sentido de culpa alguien lo habrá tenido necesariamente. Es una casa de gente de campo donde hay nueve hermanos mayores, me estoy contando con mis cuatro años. Bueno... no te puedo decir quién se haya sentido culpable...
--¿Pero sentís que dentro de la familia se repartió esa culpa?
--No..., no lo veo así necesariamente. Mis dos hermanos mayores tuvieron problemas de salud, posteriores a eso, y alguna vez se me ocurrió que hubo alguna influencia a cuenta de eso. Pero no profundicé, porque estamos hablando de una familia de una formación intelectual muy baja, chacareros típicos de una escolaridad de segundo, tercer grado. No puedo profundizar sobre la enfermedad de mis hermanos mayores... “Maruca” y Jerónimo.
--¿Qué enfermedad es la que ellos desarrollan?
--Mirá: el caso de mi hermana mayor, lo veo yo como locura, la más común... la más común de las enfermedades dentro de la clasificación de locura... que se desarrolla normalmente en la pubertad. En Jerónimo es...
--O sea, cuando Carlitos muere ya estaba loca ella.
--No, no. Y... vaya a saber si no fue una consecuencia.
--Una consecuencia cara.
--¡Carísima! Pero sería hacer una manifestación técnica que nunca se planteó, porque en esas colectividades el tema no era decir “loco”... se manejaba con una falta de precisión absoluta, no se hablaba de eso, diría que había un componente de tabú grande... sin usar jamás la palabra tabú...
--Lo mejor que tiene el tabú
--Jerónimo tuvo problemas durante el servicio militar, el era del ’31 un año después de “Maruca”... el embarazo siguiente... evidentemente... el tema de la enfermedad de dos hermanos fue una carga tremenda... donde jamás nadie pronunció la palabra demencia... Quería explicar lo de Jerónimo, él trabajaba en el campo, salía a arar. Era una personalidad totalmente cerrada, se aislaba, no conversaba, tenía esa actitud. Fue una carga fenomenal, supongo, yo lo viví durante años como esa cosa que terceros no lo tenían que saber.
--Una vergüenza
--Sí, una vergüenza en todas las relaciones que se conformaban para afuera.
--Jerónimo murió, ¿no?
--...
--... ¿y Maruca también?
--Ambos mueren internados, lo que coincide es el lugar. Ambos en Diamante... Jerónimo muere después. “Maruca muere después, yo estaba en Misiones, era invierno, me acuerdo que me comunicó por teléfono... Jerónimo estuve con él diez minutos antes de su muerte. Al día de hoy tendría 77 años. Un hombre viejo. Obviamente estamos partiendo de internaciones de una persona que tenía problemas mentales y abandono...
--Que no desarrolló ningún hábito saludable digamos...
--Posiblemente, en esos lugares era delicado... por eso... María muere en invierno, con grandes problemas que presenta el frío con enfermedades pulmonares típicas de quien pasa mucho frío y se enferma por no abrigarse adecuadamente en esas situaciones...
--Cuando vos viste al bebé en la cama de tus papás ¿cómo es esa imagen?
--No la puedo describir... desnudo, vestido... (yo) no era un médico legista... la criatura se cayó en un bebedero de animales y se ahogó ahí, obviamente. Yo también era una criatura... para mí no fue un shock personal...
--Pero vos viste la locura general.
--Sí, pero... seguramente habré sido separado del centro del problema.
--No tenés recuerdo del entierro.
--No, pese a que he visto la tumba hace diez días de la criatura.
--¿Pero está en tierra?
--Está en tierra... hay una cruz en el lugar con el nombre de él y las fechas...
--Y la parte esa donde decís que la familia socializaba ¿con quién lo hacía? En esos ámbitos donde no se tenía que contar sobre la demencia...
--Era de... evidentemente o eventualmente visitas de familiares, primos. Las familias eran muy grandes, los vecinos tenían familias muy grandes.
--Y al tener familia grande todo el mundo tenía una oveja negra.
--Es que eso de que los otros tienen ovejas negras no es un dato que uno capte muy fácil, porque eso lo ves en un libro o en una conversación entre gente muy educada. De eso no se hablaba.
--O sea, sentís que la única oveja negra es la tuya.
--Posiblemente... ¡qué se yo! Y lo he vivido años después. Trabajaba en la policía y aún lo tenías como una carga, y seguías, te casabas, ibas un día con tu esposa a la casa de tus padres y... también estaba el tema ahí ¿viste? Y desde ya, la socialización mucho tenía que ver que los domingos se iba a misa al pueblo y bueno... eso... ¡joder! Era el mayor contacto con la otra gente. La sociedad estaba bastante, todavía, te estoy hablando de los ’50, estaba el concepto de “nuestra gente”... se daba una frase de mi madre (algo en alemán), que tenía un manejo muy malo del castellano...
--Pero ¿por qué hablaba mal castellano? Ella nació en Argentina.
--¡Por Dios! Porque aún mis hermanos mayores, la escuela primaria la hacen en dialecto...
--Ah, ¿ellos no estudiaron en español?
--Mis hermanos no, hasta el año ’45 en que quedó prohibido por la guerra, por la derrota de Alemania...
--Yo pensé que era obligatorio enseñar en español.
--No, en la aldea la instrucción es en alemán. Era una escuela harto básica además. Súper básica. Y estoy seguro que es el fin de la guerra lo que determina que ya no hubiera escuelas que no fueran habladas en castellano.
--Entonces ¿tenían el dialecto en la casa y después el dialecto con los compañeros?
--Sí, sí. De hecho cuesta imaginarse eso, pero la colectividad era un ente cerrado. Lo fue siempre. En Rusia lo fue 120 años también así. Era un acuerdo que tenían las colectividades.
--Lo que no entiendo es por qué desarrollaron un dialecto en 120 años, porque es poco tiempo para desarrollar un dialecto.
--No, nadie desarrolló un dialecto. Era el idioma de siempre, con el idioma que se manejaban en Alemania. Dialecto es una calificación que estaba en los reglamentos del colegio, decía “prohibido hablar en dialecto”. Teníamos prohibido hablar en dialecto en el colegio, era una forma de cortar de raíz eso, porque era una lengua muy pobre, limitada, nadie la escribía, era sólo de hablar, encima en las distintas aldeas no era exactamente igual, porque algunos habían emigrado del sur de Alemania... ¿Dónde estábamos?
--En la socialización.
--Ah, era todo en familia, y eso ya era mucho. Pero había un evento importante, que era la fiesta patronal de cada pueblo, porque los pueblitos eran varios, nosotros teníamos parientes en (dice algo como “Aigenfeld”), otros en la Aldea María Luisa.
--Esos no existen más.
--Sí. Hay algunas que se están borrando. Por ejemplo hay una que se llama San Francisco, que queda entre Valle María y Spantzencuter, pero más tirado al río... que prácticamente ha desaparecido, donde más gente hay ahí es en el cementerio. Y en la fiesta patronal era el momento de mayor intercomunicación entre los familiares, porque el no coincidir la fiesta de los distintos pueblos, por ejemplo Aigenfeld, María Luisa y Brasilera, entonces se iba... había un desplazamiento de dos veces y se dormía allí por lo menos un día, porque la fiesta se extendía más allá del día.
--¿Y cuál era el patrono?
--En el caso de nosotros el 19 de Marzo, San José. No te puedo describir los otros.
--¿Y por qué era San José?
--Mi padre también le puso San José a su establecimiento... bueno esas cosas vienen desde el primer día de la fundación del pueblo, porque tanto es así que los pueblos tenían nombres alternativos. Hasta hay pueblos protestantes de la colectividad del sur de Entre Ríos que tienen nombres de santo, cuando esas religiones no los tienen. Se nota que eran imposiciones.
--¿Te acordás cómo eran esas fiestas?
--Yo a los ocho años salgo del entorno y quedo como interno en el colegio, desde ya que el 19 de Marzo estaba como interno. Tenía que ver con lo religioso y un poco más allá. Seguramente había comidas públicas... un gran asado con mesas, música y el tema central era religioso.
--Pero no tenés imágenes de esas fiestas.
--No. Prácticamente no. Pero me queda clarísimo que la fiesta patronal era el evento más importante del año. Más importante que el primero de año y más importante que Navidad.
--Y antes de los ocho años que te vas como interno al colegio ¿qué otras fotos tenés?
--Mirá... no tengo cosas importantes... ahora me acuerdo de un Amadeo Cambrú que me quedó, que fue una deformación porque el hombre que retiraba la leche no era de la colectividad, y hacía una deformación de un dicho que gritaba “Amadeo vení para acá” en dialecto y él lo tradujo como Amadeo Cambrú y eso era cuando yo era una criatura de cinco o seis años.
--¿Y cómo era en dialecto “Amadeo vení para acá”?
--(creo que dice) Komm rauf... (se ríe) ¡y no le veo ni la coincidencia! Pero en dialecto era así, porque en alemán no es ni parecido. Y eso quedó como un sobrenombre para mí. También una señora de la costa, que como mucho ganaba cien metros pasando por ahí y cada vez que pasaba dejaba una monedita o una golosina... pero son cosas que están lejos en el mundo. (Y se emociona)
--¿Y eso te emociona, la mujer que te dejaba la golosina?
--No, porque era por abrirle la puerta... me emociona estar escarbando allá en el fondo. Quizás me acuerdo...
--Es el recuerdo de una amabilidad.
--Sí. Sin duda. Recuerdo un día que vino un cura a casa, un sacerdote, de la sociedad del verbo divino, mi padre tenía un hermano que tenía un hijo sacerdote que estaba en algún país del centro de África, que posiblemente hoy el nombre de ese país no coincida con el de entonces... bueno... y a su vez cuando yo ingreso al colegio en 1952 estaba mi primo Mario que ahora es sacerdote en Mendoza, de la misma congregación. Que es el que acá estaba en la Guadalupe, y la presencia de Mario en el colegio fue importante, porque ingresamos Luciano y yo y creo que otros primos más, hijos de mi tía María Luisa, y eso hacía que el traslado al colegio fuera menos traumático de lo que alguien pueda imaginarse, porque... ¡cero trauma! Porque ser trasladado del campo al colegio, lo tengo como algo nivelado, sin choques. Lo siento así. Nueve años de internado...
--Pero antes de eso ¿cómo fue qué llegaste?
--¿Cómo llego al colegio? Los curas salen a pescar candidatos, y dentro del colegio habrán preguntado y él habrá dicho “sí, tengo un montón de primos” quizás le sacaron esa información a mi primo que tenía cuatro o cinco años más que yo. Él tendría unos trece, y estoy contento que haya sucedido eso, porque cualquier otro camino me hubiera conducido a ser huevero o una cosa de esas.
--¿Y por qué te eligieron a vos en tu casa para ir?
--No, no me eligieron a mí, le dijeron a Luciano, que estaba un año más adelante. Yo había hecho el primero inferior y entré en tercer grado, con lo cual no hice ni el superior, ni segundo... la adecuación tan fatal no habrá sido. Pero estuvimos juntos con Luciano todos esos años y eso hace que no me sintiera tan ajeno al mundo. El hecho de estar junto a mi hermano.
--Y muchos paisanos.
--¡Sí! Mucho paisanos, construido con la misma civilización... en el término amplio, con comillas.
--Y en tu casa cómo fue el día que se fueron al colegio ¿los llevaron?
--Siempre escucho por ahí comentarios de algunos que... de Crespo que iban muchos, los llevaban en camión hasta Paraná, en la parte de atrás. A nosotros nos llevó papá... quizás estoy recordando el año siguiente, pero evidentemente nos llevó hasta la balsa en Paraná. Ahí había un “juntarse” un centenar, porque en el colegio la mayoría éramos entrerrianos y la inmensa mayoría, de las aldeas ruso-alemanas. O alemanes del Volga, como gustan decir por ahí. Desde ahí se subía a la balsa y se iba hasta Santa Fe. Un paseo fantástico. De ahí en un colectivo todos juntos. Las imágenes mías evidentemente fueron totalmente borradas... de eso... no mucho más... ni me queda como un recuerdo importante.
--Pero te quedaste sin madre ahí.
--Ciertamente. Pero... hay que ver con qué no te quedás, porque en una familia que a la sazón... ¡ahí está! Ese es un recuerdo que estaba ahí borroso anterior que es el día que nacieron mis dos hermanos, en el ’49 ya tenía seis años, pero hay unos recuerdos borrosos... ¿El quedarme sin madre?... Nosotros éramos un grupo de once hermanos, padre y madre, trece, trece personas, ¡ese concepto de la madre!... la madre dirige el tema de la cocina, del lavado... pero el operativo lo ejecutan todos, especialmente las hermanas mujeres, tienen rol importante, los hijos salen a trabajar a los doce, roles que cumplir... aun los menores también llevaban leche a Paraná a las cuatro de la mañana, porque como conté anteriormente con lo de “Amadeo Cambrú”, deja de aparecer el señor que retira la leche y nosotros mismos llevábamos diariamente la producción a Paraná. Y se hacen entregas mayores y al detalle.
--Bueno, la parte del colegio. Me impresiona un poco eso de que te quedás sin familia.
--El hecho no me queda para nada como un sentido que... tenía un hermano al lado y una serie de chicos que...
--... estaban en la misma que vos.
--Y que son materia muy semejante. Y gente... y la pelota de fútbol... me parece que la pelota de fútbol cumple un rol muy importante. Nosotros el concepto de juego no existía en el campo. No se jugaba. Algún jueguito menor tengo en mente, juguetes hechos con restos de hierros de máquinas viejas...
--¿Estaba mal jugar?
--No es que estaba mal jugar, no había espacios, no sobraba el tiempo, no se realizaban juegos... siempre había algo que hacer, incluso los días de lluvia, que acotaba la cosa, se trabajaba en la reparación de bolsas y cosas por el estilo... el concepto lúdico en sí mismo era un... no había demasiado juego. La más importante, recuerdo, era una ruedita así de hierro, redonda y se preparaba un alambre con lo cual se corría detrás... lo tengo como un concepto de juego de chicos. Ni sé si tenía nombre ese juego... las excepciones era el día en que el padre, o los hermanos mayores iban a pescar al río, pero siempre era un objetivo no lúdico, sino de pescar para comer ¿viste? O... que se quemaba un vegetal o el marlo que era de la cosecha del maíz y había que acercarlo, proveerlo... no hay una riqueza en sí misma de una experiencia lúdica o... en fin... alguna vez, sí, algún hermano tuvo alguna bicicleta que bueno... ahí como las lomadas eran muy marcadas estaba lindo para bajar y era peligroso.
--¿Vos eras el menor hasta que nace Carlitos?
--Sí, del ’43 al ’45 sí.
--Y cuando él muere volvés a ser el menor.
--Vuelvo a ser el menor y en el ’49 dejo de nuevo de ser el menor.
--¿Y aumentó la protección sobre vos luego de que murió el chiquito?
--Bueno eso... evidentemente se supone que eso puede haber aumentado.
--¿Y quién te cuidaba más ahí?
--Bueno (piensa) mi hermana Rosa se supone, supongo que fue así... no me imagino haciendo grandes interrogatorios así a mis hermanos, en función de... estamos todos así en una etapa... acabo de verlo a Emilio ¡muy grande! Y con grandes problemas en la cintura, tuvo problemas de criatura... cuando tenía siete años tuvo un gran accidente. Se cayó desde un techo, donde se ponían pastos para darle a los animales racionalmente, y se cayó sobre un carro y eso le costó un riñón... hace sesenta y largos años ya.
--¿No necesitó diálisis después?
--No. Nunca, acaba de tener una cirugía de conducto, pero es increíble que con un riñón haya funcionado toda la vida.
--Pero son todos ahí fuertes, es una familia donde no hay débiles... físicamente.
--En ese sentido no. Todos parejos. Las mujeres también.
--A ver, las cuentas... son once ¿con Carlitos o sin Carlitos?
--Doce en total. Once más uno.
--¡Doce hijos!
--Sí, parió doce mi madre. Y mi madre eran catorce hermanos, siete mujeres y siete varones. Y de mi padre, que eran cinco hermanos, al menos dos fallecieron de criaturas y la cantidad de fallecimientos de criaturas era bastante común en esas épocas.
--¿Cuál era la característica de los del Verbo Divino? A diferencia de los marianistas, de los jesuitas...
--Los del Verbo Divino... diría que estaba dirigido a ser misionero... vale decir, ir a África, al Congo belga, a Filipinas... yo tuve profesores que habían vuelto de Filipinas... este primo de África también, no sé dónde falleció o dónde está enterrado. El concepto era... fue fundado por un holandés, el padre Janssen y existe quien vincula esto con el jannsenismo, nada que ver, el padre Jansen fue el fundador, un tipo que fue a China y fue beatificado... Bueno yo tuve profesores que varios eran alemanes, varios que estuvieron en la guerra. El profesor de inglés había estado prisionero en Inglaterra, y había aprendido el inglés como para ser profesor.
--¿En la guerra del ’14?
--¡No, por Dios!
--Ah ¿en la segunda guerra?
--Sí. Todo en la segunda guerra.
--No, pensé que tenían muchos años acá, pero eran como recién llegados.
--No, sí, eran recién llegados. Definitivamente. Habían sido soldados nazis. Pero los recuerdos que tengo de todos ellos son muy positivos. También de argentinos. Del colegio, la parte de instrucción me demuestra en el tiempo que era de buena calidad, salvo aquellas cosas muy específicas. Yo considero que lo de ahora es una deformación, eso de que no se casan... directamente lo veo problemático... veo las imágenes del Arzobispo de Santiago del Estero y otro que fue de Santa Fe, con otra historia, si vos llegás a ese nivel y entrás en las historias que quedan de público conocimiento es porque eso no funciona. Es la misma razón de llevarnos a nosotros al colegio, se eliminó el concepto de seminarios. Seminarios menores se llamaban, eran para niños, pero se sabía que te había llamado Dios para ser cura ¿viste? Y no te enterabas como Dios había hecho ese negocio tan peculiar. Eso ya quedó eliminado.
--¿Y cuándo veías a tus papás?
--En Esperanza éramos visitados unas dos veces por año, calculo yo de promedio y estábamos del 7 de Enero al 7 de Febrero estábamos en casa. Así era. Centenares de chicos.
--Me perdí un poco ¿cuándo es que los veías?
--¿Las visitas? Podía ser papá, o mamá o ambos o hermanos mayores, en el verano estabas treinta días con tu familia. En general, la permanencia en los colegios favoreció a la gran mayoría de los que permanecimos en ellos. Yo tengo compañeros que son abogados, varios que son profesores, porque de última con la formación adicional que tenían, salían como profesores. En buena medida esos colegios servían para la movilidad social... pero del total de cien, menos de veinte llegaban a ser curas, eso es absoluto... y eso el sistema se tiró abajo, porque no se consideraba serio llevar a una criatura a fabricarlo de cura. Esa es la conclusión más llana.
--Y los padres ¿ponían para el colegio de los chicos?
--Juntaban lo que podían, a nadie le iban a decir: el chico no va si no ponés... el chico iba, eso es así... después trataban de poner lo que podían. Había un pago, en algunos casos muy bajo, en otros era más importante. Yo me acuerdo de eso, yo tendría unos diez años de pronto, porque aparecía una cifra... mi padre pagaba... era uno de los que más pagaba, de eso me acuerdo.
--¿Te ponía contento que fuera el que más pagara?
--...
--¿Qué cosas te ponían contento cuando eras chico?
--El recuerdo... ¡la pelota de fútbol! Ese era uno de los temas centrales; sacar buenas notas en matemática ¿qué te puedo decir? River campeón, cosas por el estilo. Las vacaciones te ponían contento, había una ansiedad. Las otras vacaciones, las internas, también te ponían contento. Yo hice cinco años de secundaria adentro del colegio y el final de las clases normales te ponía contento en el sentido de que entrabas a la época de que leías novelas... era una literatura acotada, pobre. Pero tenía que ver con que todo el tema que refiriera a sexo y mujeres tenía que quedar marginado de la literatura.
--¿Y qué libros les quedaban? Pocos...
--Te quedaba Julio Verne... leíamos poco, porque Emilio Salgari era mucho más interesante. Había un...
--Pero Salgari entraba.
--Sí, había muchos de Salgari. Julio Verne no era de nuestro mayor entusiasmo, pero era superior a Salgari.
--¿Si? Era más imaginativo, para chicos es mejor ¿no?
--¡Salgari tenía un enganche muy superior en los chicos! Más que Verne.
--Eso es distinto que hoy... hoy le das a un chico y elige leer a Verne y no a Salgari.
--¿Ah si? Puede ser. Nosotros a veces también salíamos a recoger maíz en los paseos. El tema de los paseos, nosotros teníamos caminatas de hasta siete kilómetros de ida y siete de vuelta los días sábados. Y que a veces implicaba ir; trabajar tres o cuatro horas recogiendo maíz, deschalando, y después volver, pero eso era en junio, porque el maíz era en las vacaciones de invierno. Pero implicaba salir de la rutina. Después participé en competencias de carreras y eso me lo explico por mucho fútbol y esas caminatas fenomenales. Después teníamos cerca el Río Salado, que ese quedaba a diez kilómetros, más lejos... pero era ir para plantar plantas, árboles, eucaliptos. Regarlos.
--Como las visitas botánicas que hacen los chicos.
--Sí, pero trabajando siempre, aun fui veinte años después a buscar los eucaliptos... no los encontré.
--¿No los encontraste?
--No los encontré. Me frustró un poco, y eso que creo haber reconocido el lugar, tal vez lo salado de la tierra pudo haberle dado un efecto, porque el Río Salado a veces sube y deja sal... porque es salado en serio, y eso es una contra para el éxito de las plantas.
--¿Y de chiquito hablabas con tu papá o con tu mamá?
--Sí. Hablábamos, pero el diálogo era mínimo. No se dialogaba, ¡se crecía nada más! Se crecía, se comía, se cagaba, nada más. No existía el concepto del diálogo o seguramente era un poco de chacota... mi padre era harto severo.
--Era severo, ¿cómo? Si lo tuvieras que pasar a hoy ¿sería un hombre triste? ¿un hombre deprimido?
--No.
--¿Tenía bronca? ¿a qué atribuías la severidad?
--Nunca entré en el análisis. ¡Uf!... ¿si era severo mi padre? Sí, mi padre era severo, pero la severidad para mantener una disciplina. Pero ponerme a bajarle la nota a mi padre me cuesta mucho.
--No, pero no es para bajarle la nota, es ver si podemos entender la severidad. ¿Es una marcialidad cultural? ¿dependía del estado de ánimo?
--El peso de los dos hermanos enfermos debe haber sido más grande para ellos que para nosotros... pero... hay una mezcla religiosa... de las enfermedades... Estamos hablando de gente que nunca leyó un libro, ni que tuvo una sesión de dos o cuatro horas para decir “bueno, analicemos cómo es esto” para ellos fue una carga mayor, seguro. O el shock de perder una criatura, no sé cómo pudo haber influenciado en sus actitudes. Pero si se hiciera una reunión en mi familia, entre mis hermanos, quizás yo sería el defensor más fanático de mis padres ¿me entendés? Y alguien podría decir “¡joder! sos el más ausente”, pero quizás soy el que más construye para la familia, tengo contacto con todos. Ahí puse diez lucas para construir arriba, en la casa de xxx. Ellos decidieron construir arriba... ¿algún comentario? ¡Juéguese!
--No, no...
--Digo... ¿qué querés? No fui yo a ofrecerle, él me pidió a mí.
--Y obvio. Si uno va a ofrecer, después vienen a pedir.
--No, yo no les ofrecí nada.
--Toda la vida hiciste así.
--Con cosas, pero no con dinero.
--Bueno... cosas, dinero... ¡las cosas valen!
--Pero escuchame, mientras yo jugaba a la pelota, nueve años, y estudiaba y me formaba, había un back up, un apoyo atrás, había otros que no lo pudieron hacer.
--Pero vos no sos responsable porque ellos no lo pudieron hacer. Hay una cosa que es deuda real, y otra cosa que es culpa irreal. Uno puede tener una deuda...
--¿Culpa de qué?
--Te estoy diciendo que hay una diferencia entre la deuda y la culpa.
--¿Y vos creés que yo tengo culpa o deuda?
--Y, yo creo que culpa, no deuda.
--¿Culpa? ¿De qué?
--¡Qué se yo! Sabrás vos culpa de qué. Porque vos decís, “hay quienes se quedaron atrás, de back-up familiar” cuando vos tuviste la oportunidad de la escuela... bueno...
--¿Culpa? Nooo... ¿a los ocho años yo debía oponerme? “¡No, yo me quedo acá, cómo es esto!
--Te quedás con culpa, eso es una forma culposa.
--No tienen fundamento sus manifestaciones, jovencito.
--Pero no podés escuchar la palabra culpa.
--¿Por qué no la voy a poder escuchar? Puedo tener culpa de otras cosas, siendo mayor es otra cosa, pero siendo una criatura no puedo sentir culpa.
--Pero eso es lo más perverso de todo, que uno siendo menor se queda con culpa igual.
--¿Culpa?
--Sí.
--No siento culpa en nada.
--También es lo que te hacen sentir los otros.
--No..., por favor.
--No sé, yo no soy tu psicólogo.
--¡Por favor!
--Ningún hermano nunca te dijo nada acerca de las oportunidades que vos tuviste y que ellos no tuvieron.
--... pero... además, como está planteada la cosa, yo voy a los ocho años y medio al colegio y no eran los ocho años y medio de ahora, eran los ocho años y medio de entonces. No tenía conciencia de nada. Y después permanecí, seguí.
--Es que no es conciencia, precisamente es lo que no es conciente eso...
--¡Ah...! es en vano.
--No, es en vano que no lo puedas pensar.
--No. Tengo claro que yo me podría echar culpas de cosas realizadas como persona mayor...
--No te hablo de culpabilidad penal, de los libros de derecho. Estoy hablando de una culpa mucho más así... atávica... otra cosa, por algún crimen que no se cometió.
--El otro día escuché una noticia ¿podemos, un segundo, salir de tema?
--Sí.
--En un lugar se cometió un delito, un afano, ¡de dieciocho tipos! ¿te imaginás eso? Yo soy de los que justifican delitos comunes ¿viste? Yo veo natural que con tanto quilombo haya miles de pibes chorros. ¿Cómo voy a justificar eso y sentir culpa porque yo estudié y otros no estudiaron? Se dio así. La bocha de la vida salta así. Nada más. Pero obviamente, elijo ayudar a alguien, pero por esa proximidad ¿viste? Sé lo que es un hermano, y sé que venimos de ahí. Prefiero ayudar a un hermano y no hacer caridad con un tipo que veo tirado en la esquina. Yo me manejo así. Punto.
--A lo que vos pretendés llamar culpa, no es culpa.
--Ta bien.
--Si el mundo es injusto, vos no tenés responsabilidad sobre la injusticia de ese mundo, entonces tratás desde tu humilde lugar, reparar un poco de esa injusticia, con tus hermanos. Está perfecto, no hay ningún drama con eso. Pero no podés tener culpa de eso.
--Pero, la sociedad es un resultado armado entre todos.
--Pero si está armado entre todos, tu cuota de responsabilidad es bajísima. Ninguna prácticamente.
--Está bien, prácticamente nula... es insignificante llamémosle.
--Después, con otras cosas, podés tener un sentimiento de culpa, que resulta falso.
--A ver, ahora le cargo la culpa a usted. Cuando hay una diferencia de criterios con respecto a algo, se puede avanzar como lo hacés recién, de ir más al diálogo, y no burlarte y querer descalificar al otro ¿entendés? Hay que ir al diálogo, a reexplicar, a decir “me parece incorrecto tu análisis de la realidad”
--Una cosa que me quedó ahí es una suerte de algo que vos le atribuís a algo religioso esa severidad de tus padres...
--No, no...
--... a la enfermedad de los chicos, como si tuvieran el diablo en el cuerpo.
--Quieras o no la religión tenía una presencia mucho más grande en años anteriores ¡joder!... ¿cuánto hace que fue quemada la última bruja? Hace doscientos, trescientos años. Los pueblos cultos quemaban las brujas. Cuántas procesiones tuve yo donde se rezaba para que lloviese y no para que viniera el viento que iba trayendo las nubes. Estaba todo... aun hoy... porque leo a diario, donde ves una participación fantástica de Dios manipulándolo todo... bue... ¿viste la participación de los curas en la política? Quizás te cueste meterte en la cabeza de gente que tiene infinita menos información de la que contamos nosotros. Lo primero que ocurre es que vos no hablás de las cosas y cuando empezás a especular, especular verbalmente, decir o dar esta posibilidad o la otra... pero aparece enseguida el “de eso no se habla”
--Y no se hablaba
--¿Vos estás grabando?
--Sí.
--¡Joder! ¿Qué persona conocés vos, que tenga una cultura muy baja? Porque a las mentes bajas las llenás de lugares comunes... porque lo que sacude en nuestros periodistas, que son tan mediocres en general…, con eso va un poco de mala onda...
--¿Vos pensás que soy muy mediocre como periodista?
--No...
--¿Qué pensás de mí como profesional?
--No te conozco demasiado. Ayer leí de paso la nota tuya del subte (la pongo al final), no la compré... no..., A lo que voy es que hoy en día la gente de muy bajo nivel, elige los programas de televisión que menos le aportan, porque los otros son aburridos para su visión, porque hablan en difícil. Pero cuando viviste en un entorno donde se tenía muy poca información de la vida o cosas por el estilo... especialmente lo veo para atrás... existían mis hermanos y la enfermedad y convivíamos con eso. Y era pesado.
--Ahora estás disculpando como loco.
--¿A quién? Disculpar es descargar de culpa.
--Exacto.
--Jamás se me ocurrió... lo que pasa es que nunca hubo una aproximación, una necesidad, oportunidad... ¡joder! No iba a ser un tema de muchas carcajadas...
--Pero a vos te surgió decir eso de la cuestión religiosa en la interpretación de tu padre acerca de la enfermedad de los dos chicos.
--No necesariamente. Quizás lo ubico en mi madre y estaría impreciso lo mismo.
--Donde para nosotros podríamos interpretar que alguien está demente, insano, psicótico, para una persona del campo, como vos lo decís, puede ser que estaba embrujado...
--Perfectamente. Una vez escuché, que habían aparecido unos gitanos por ahí, que lo hayan relacionado con el tema de Carlitos, pero las demencias... yo voy al Moyano y no sé por qué se enloquece la gente, no tengo idea de dónde surge... no tengo autoridad para hablar de eso.
--Autoridad científica es obvio que no, lo que te quiero decir es que si vos podés decir “yo creo que esta gente se volvió loca por esto”
--El tema de los gitanos lo recuerdo ahora...
--Algo así como si hubieran pasado los gitanos y...
--Lo tenía escondido...
--Como si fueran “la mancha venenosa” los gitanos.
--Sí, si ¡joder! Siempre había alguien para echarle la culpa... ¡no, no, por favor! Ese es un lugar común mío “siempre hay alguien para echarle la culpa” pero, hete aquí, que los gitanos... todo ya es un pasado lejano el que estamos hablando. Ya se ha enterrado hace mucho a mis padres, a mis hermanos... ya aquellas vergüenzas tampoco existen como tales, ya hay demasiada gente anciana, preocupada más con el hoy, con el ayer... y con lo de mañanita temprano.
--¿Qué otras cosas hay, así como la de los gitanos?
--Ya hemos hablado mucho de eso ¿no puede estar agotado ese tema ya?
--Si no te hacía hablar un poco más no me aparecen los gitanos ¿entendés?
--Pero es un tema chiquito y que se achicó... no sé donde está el centro de todo esto ¿dónde está el centro de gravedad de esto?
--Vos tenés que confiar en mí.
--Una palabra importante que yo recuerdo de chico es la palabra “capital”. Lo veía como un concepto ridículo, porque la palabra capital la conocían los ignorantes. El campito, los arados, el tractor... Alguna presión de hermanos mayores para que se acudiera al banco a pedir un crédito para crecer. Es el final de que podías tener diez hijos y se soñara con que vos podrías salir adelante. Vos sabés que Rosa tuvo cuatro hijos, Teresa tuvo tres, Emilio dos, nosotros tres, Juan tres, Cacho dos... vale decir que había un concepto que no se podía tener más de tres podríamos decir... claramente debió ser hablado por alguien, porque eso tampoco es magia, aun en la colectividad, es un tema que debió ser aceptado, que no se podía tener más hijos, porque era un desastre. La realidad es que Emilio tiene 73 pirulos y sale con la mujer y una camionetita a llevar huevos a algunos clientes de la ciudad ¿sabés que tengo tres hermanos baleados en esta repartija de huevos, no?
--Sí.
--Emilio, Verio y Juan.
--¿A Juan también lo balearon?
--En el mismo momento que a Emilio (y describe cómo y dónde recibieron los balazos) y esa noche tuvo una pérdida de sangre fenomenal, en el Hospital hubo un descuido total... pero... la salida de Emilio, ellos están cobrando dos jubilaciones mínimas pero están trabajando todos los días un poquito, dos veces por semana hacen repartos, Verio está en el colapso final de salud y estaba bastante con despelotes ¿viste?
--Yo no tengo ningún registro en estas historias de Entre Ríos, de triunfo, de éxito, de felicidad... el nene ahogado, los baleados, las mujeres que quedan embarazadas de jovencitas... nadie decide nada en su vida.
--El burgués más importante de la familia soy yo ¡soy yo! De la generación y de la generación siguiente también. Carlitos (un sobrino suyo, primo mío) es Intendente de Oro Verde hoy, acaba de perder las elecciones y en Diciembre deja la intendencia.
--Una historia terrible.
-- Los pobres no tienen para contar éxitos... La pobreza lleva implícita más dolores que alegrías ¡créamelo hijo!
--Eso yo ya lo sé, la cuestión es que hay pobrezas y pobrezas...
--Los balazos existieron por el tipo de comercio que hacen, de distribución en barrios marginales. Haciendo una distribución donde otros tipos no quieren hacerla, en buena medida le trae la mala suerte... obviamente no tengo historias... los pobres no tienen cosas tan gloriosas para contar...
--Bueno, pero un nacimiento uno lo puede contar con alegría o con un “qué cagada, quedó embarazada”...
--Pará, pará... yo tengo unas fotos ahí de Sharon Jacqueline Schmidt, que nació hace dos años, y tuve una cena el otro día, con mi sobrina bisnieta Sharon, llevé un almanaque de Lauro, mi sobrino bisnieto, el apellido no lo sé y antes había llevado un almanaque de Abril, que también es otra sobrina bisnieta, que ya son tres. De pronto... acabo de llevar tres enciclopedias, y cantidad de libros para unos nietos de Rosa, que tiene tres chicos... los únicos tres que tienen diferencia de edades marcadas entre ellos y que casualmente el mayor es empleado administrativo, y el otro día lo vi operar una computadora con una agilidad fantástica, bajando fotos y vale decir... El padre, Ricardo, es peón de campo y la mujer trabaja en la casa, una especie de sirvienta del mismo marido y a su vez el hijo mayor trabaja de empleado administrativo en una empresa agropecuaria con cierta polenta... Casualmente vi el margen de esos tres chicos y pintan para ser más evolucionados que los padres. La propia Silvina, la hija mayor de Cacho, este año está dando clases de psicología y yo le estoy proveyendo material y me dijo “¿cuánto...?” y yo “nada, ¿cómo te voy a cobrar? Sos la primera que me pidió libros, ¡por favor!”. Desde ya que deseo éxito en mi gente. Se acaba de casar el segundo de Luciano, Pablito. Trabaja en una empresa exportadora de granos y yo más de una vez utilicé la expresión pero tiene una casa que nos hace pasar de villeros al resto de la familia. Realmente construyó bonito.
--Le fue bien.
--Le está yendo bien. ¿por qué no te venís a casa un día y te mirás doscientas, trescientas fotos?
--¿Trescientas fotos?
--Quinientas fotos.
--¿Quinientas? Está bien.
--Ojo que hay mil quinientas fotos.
--¿Mil quinientas fotos hay?
--Sí, pero hay de... del esquema entrerriano hay...
--Pero no de ahora ¿eh?
--Hay de distintos momentos. Este viaje dejé un centenar de fotos allá, porque la vez pasada que fui a una reunión ahí...
--Pero ¿de fotos nuestras?
--No, muchas tenían que ver... sí, que habían sido sacadas con máquinas nuestras.
--Ah ¡que lástima!
--¿Por qué? (Ríe) A mí me parecía de lo más brillante.
--¿Y por qué brillante?
--Y porque queda en mano de la gente... ellos se ven para atrás veinte, veinticinco años.
--¿Por qué no dejas que sea se vean a sí mismos?
--Sí... pero yo ya he cumplido...
--Vos sos un misionero, tenés ese papel. Eso te quedó de la congregación.
--Y seguro ¡por Dios!
--Porque eso es una misión, una suerte de destino de salvar a la gente.
--Ayudar un poco. Salvar, no.
--Uno ayuda, si el otro te pide ayuda, sino uno se está metiendo en la vida del otro.
--¡No me estoy metiendo! ¿Dejándole fotos yo me entrometo en ellos?
--No, pero es...
--¿Dejándole una enciclopedia?
--Pero es un misionero el que hace eso. Un testigo de Jehová que deja folletería.
--¡No seas pelotudo! ¡No es una Biblia! ¡Una Biblia es un compendio de escritos por un pueblo ignorante hace dos mis años! En cambio la enciclopedia es una acumulación de conocimientos, muchos desactualizados, cuando tienen cuarenta años...
--Sos un misionero moderno. Un misionero de la enciclopedia.
--O de libros de Psicología a quién me los pida... pero, Rosa tenía un compromiso con el nieto y ¡Joder, joder! ¿por qué llamé a Rosa ayer? Pidiéndole prestados cuarenta pesos... ayer, anteayer...
--Pero te prestaba yo cuarenta pesos.
--The time is over.
--Ok.
--Le pedí cuarenta pesos prestado, bueno... “¡eh! ¿me estás cargando? Te presto cuatrocientos”, me dijo. “No, cuarenta quiero”. “Ya tengo los cuarenta en la mano, ahora te los pongo en la mano y te doy cuarenta y ocho horas de tiempo, para que le vayas a comprar una pelota de fútbol para darle a tu nieto que vive a ciento cincuenta metros de la casa”. Porque el 1º de Mayo, estábamos comiendo, gran festichola gran, y lo veo con un “plastiquito” así de mierda, jugando una criatura de nueve, diez años ¡puta madre! Bueno, en seis meses vuelvo y le daré los cuarenta pesos. Pero que esa criatura sea dueña de una pelota de fútbol. Vos no sabés los pastos que hay ahí, los terrenos de la Municipalidad..., invita a estar pateando la pelota... y es un chico que está para practicar, para hacer cabeza y todo eso. Así las cosas. Esteban: mi tiempo se ha agotado ¿por qué no te venís un día a casa a verte algunas fotos? Es difícil ver fotos. Hay muchas que son actuales.
--No, fotos actuales mucho no me interesa ver.
--Quiero decir que hay... si vos necesitás que alarguemos esto, lo hacemos ¿sabés?
FIN
Compañeros, el momento de cooperar. Es aquí, es ahora, lleva segundos, el impacto sobre sus presupuestos, si como sospecho ustedes pertenecen al primer decil, es invisible y a mí, cada efecto invisible, me hace una realidad efectiva. No me dejen solo. Abrazo de golf.
FW: Flat White 1200 pesos
One shot: un solo pago, sin suscripción, es el equivalente a un libro de los que regalan para los cumples, compañeros. Y es ideal para los que llevan una larga temporada sin animarse a suscribir por miedo a que un artículo los traicione.
Venimos de acá:
Vuelvo el martes 17, este viernes 13 no emito.
buenísima! tengo gran afición desde siempre (me di cuenta hace poco) por las historias personales de gente común o apenas famosa contadas con prolijidad x ellos mismos. Viste "Julia no te cases" de Pablo Levy? también me gustó Foto estudio luisita.
Tu papá es igual a vos, "los mismos huesos" diría Sam Shepard.
Es buenísimo el reportaje. Leyéndolo tu viejo parecía ser un tipo culto (se ve que la escuela debe haber sido buena, porque contrasta con la imagen que él relata de su casa paterna). Y me llama la atención que usa muchas expresiones españolas que los argentinos no usamos como JODER.