Técnica del golpe de Estado
La coalición del déficit tuvo una idea genial para la apertura de sesiones de ayer: clavarle el visto al presidente que le tiró a un centro a Facundo Manes para que se sume al pelotón de opositores.
No me pareció tan grave el discurso como para que medio parlamento se abstuviera de participar. No lo podían saber, pero fue una de las acciones más insensatas de este ciclo democrático parlamentario, gente adulta, pájaros tirándole a la escopeta, reclamando que el vacío provea el contenido que les corresponde a ellos. La gravedad institucional, el motivo de la deserción, es una denuncia que termina en una gacetilla de prensa, que termina en un fax y que llega a la redacción del diario Sur, donde muere debajo de un cenicero repleto. El público no se entera y, además, da poca importancia a estas citas parlamentarias repetitivas, sin tortazos ni mujeres desnudas.
La peculiar presidencia de Milei por el momento sólo tiró bolas al fleje de la institucionalidad, no las tiró afuera del todo, y el hecho de contar con bloques legislativos mínimos reparte entre muchos su eventual intención autoritaria por lo que el extremismo opositor no termina de fundirse en una imagen contundente, en una frase que pueda escribirse con carbón en las paredes. Milei dictador. O facho. No funciona. Es gritón, es ridículo, es loco, y por eso lo votaron. Y no es de hoy. No hay electorado, ni siquiera electorado opositor, convencido de ser arrastrado hasta el límite contra Milei, y mucho menos porque Lousteau no tiene la menor idea de cómo subirse a la góndola para que lo tengan en cuenta o porque Axel no puede liquidar a su vieja mentora.
Las bravuconadas del presidente en el recinto no son muy distintas de las que hacía la jefa inmortal en sus años. De hecho, hacen al personaje de Milei, no son una instancia superior de su radicalización extremo derechista sino que, al contrario, ayer mismo funcionaron como índice de normalidad. Un efecto de la apertura de sesiones es que Javier no aparece afectado emocionalmente por haber sido descubierto asociado a una estafa ni siente remordimiento ni va a pisar el palito que pisan siempre los culpables para hacer catarsis.
Las tribunas del Congreso fueron reemplazadas por una nueva generación de vagos que vivan otros nombres, pero que en esencia no dejan de vivar, son los extras del sistema democrático y, en las gradas laterales, los miembros de la Corte fueron prolija y reiteradamente retratados por la tevé con la certeza de que legitiman el acto con su sobriedad y que no objetan desde su poder al poder presidencial, dejando así aún más en ridículo a quienes no fueron y que se perdieron una eventual puntualización del presidente que los dejara calentitos para la explotación en redes sociales.
En algo que a todas luces fue acordado, Milei le dio entonces la gran oportunidad de apalancarse en su presentación a Facundo Manes. El médico llevó su Constitución Nacional al recinto, quién no sale con la Constitución, y la exhibió ante Santiago Caputo quien rompiendo un año de calculado bajo perfil increpó calculadamente al médico cara a cara. Manes, que hasta ayer medía un punto con toda la furia, ahora podrá pedir para sí liderar la lista de legisladores o algo por el estilo arruinando la expectativa de algún otro que apareció en una escucha pactando con Mauricio o combinando determinada maldad contra la familia Milei. La oposición se fragmenta un poco más y el caso Libra queda atrás cubierto por nuevas tramas. Aguante la ficción.
Pobre Lousteau, mirando por tevé la ridiculización de su liderazgo. Y pobres las víctimas directas de esta acción publicitaria que creyeron que el mejor ataque es ningún ataque y se retiraron de la escena como quien deja al loco hablando solo.
Es que no hay un manual y es más que entendible la confusión. La política fue pendular durante cuarenta años entre gente que pasó por la Coordinadora o por el FUP, un poquito de sindicatos, algo de sobrevivientes de los campos de concentración y cinco vivos que se emplearon con los milicos y con los civiles sin dejar muchas huellas, todos eventualmente se odiaban, se despreciaban, pero se entendían.
En HD las caras de los legisladores presentan el brillo brutal de la ignorancia, las horas mirando televisión hasta perder los reflejos, tomando mate en sus mesadas de fórmica, engordando y desengordando para encajar en los vestidos y en los mamelucos de bomberos voluntarios. Me partió el alma cada paneo, la verdad. No pude ver la gracia del argentino y su picardía para escalar, vi enteramente la desgracia y nuestra tercermundización definitiva. El método partisano de transmitir, o stalinista (sin rebusques), apuntó especialmente a esa zona mixta de libertarios y miembros del PRO transicionando hacia lo más prosaico. El resto no existió, no existió el hemiciclo vacío, no existieron los que fueron a darle importancia a un acto que las presidencias de Cristina primero y Milei ahora se empeñan en desfigurar.
Junto a la pregunta de qué tengo que hacer para que me quieran, y eventualmente me voten, sobre la que hablamos en nuestro correo del viernes último, hay una pregunta, vamos a decir patriótica, que podríamos resumir en: ¿qué es lo mejor que puedo hacer para asegurar la institucionalidad cuando desde la presidencia de la Nación ésta se erosiona? Qué conviene más mezclado con qué me conviene más. ¿Cooperás con la erosión si vas al parlamento para que el presidente ordeñe lo que va quedando de dignidad? ¿O alimentás el protocolo y decís este hombre fue electo, su figura excede su comportamiento y hago de esta ceremonia algo fuera de la competencia política, como sagrada, y aun cuando el presidente la bastardee lo que hace eventualmente indestructible la democracia es nuestro apego a las formalidades? Me la juego por esto último, claro. Sin desconocer que son razonamientos fríos y que la historia se hace de muchos errores, como una batalla campal.
¿Y hoy? ¿Se apoya el emprendimiento? Vamos compañeros.
Por ahora se depende de las bases sociales de la coalición democratico-hiperinflacionaria y algunas de las bases más volátiles del primer Cambiemos para contraponer como una división social de poderes para marcarle cierta cancha al gobierno, en el sentido de ante todo retener posiciones defensivas o de resistencia, totalmente razonable en el corto plazo pero a largo resulta en términos generales infructuosa salvo ocasionales excepciones.
Después la opodirigencia está para funcionar en offside permanente de las reacciones espontáneas opositoras, una galaxia cada vez más desterritorializada y que en cierta medida lo que evita un proceso de concentración de poder político en el ejecutivo es su débil paradójica situacion dirigencial estructural y su arrogancia -y en segundo lugar posiblemente su idiotez- sorprendente autosaboteadora para construir una poderosa faccion mayoritaria electoral.
EEUU tiene el clima propicio para evolucionar en una tecnoautocracia teoconservadora, en tanto Argentina está una situación -paradojas de un régimen autodenominado "libertario"- similar a la era de la Guerra civil pre-estado nación en términos de buscar coordinar y gobernar en medio de una fragmentación sociopolítica y restaurar una autoridad central (nacional).
Veremos qué dirección tomaremos, habrá que esperar las próximas 2 elecciones como se ingresa en este proceso de reterritorializacion.