Spuntini a Totti
Último correo del año, compañeros. Me tomo vacaciones entre el 23 de diciembre y el 23 de enero. No me abandonen durante el silencio. Feliz Navidad y Año Nuevo.
Por si a alguien le sirve para conversar en las fiestas: cuando se dice que los restaurantes están llenos, están llenos de las mismas dos millones de personas. Y no es que esos dos millones salen a comer porque para ahorrar veinte lucas mejor la paso bien. Tampoco van a salir esta noche porque son ultraliberales y quieren festejar el aumento de OSDE. Esos dos palos podían salir, pueden salir y podrán salir, y los restaurantes no son tantos y están acotados a tres o cuatro barrios, y hay que sumar a los turistas, claro. No les contamos las costillas a los criollos: pueden, punto. Pero hay 48 millones que no pueden, que morfan esa basura farinácea, llenadora, que les arma culos como patios y que miran la actividad recontra bullish de los restoranes desde afuera. Como peatones, los más marginales que tienen que hundirse en los containers para rescatar algo que los acomodados descartamos: y desde los colectivos espían la fiesta de los que pueden los que no pueden pero al menos tienen a dónde ir o de dónde venir, no es cierto, y ellos también son una élite, aunque sea del corazón de la pobreza. En fin, terminemos si es posible con este ejemplo de los comedores llenos porque no explica nada.
Como miembro del primer decil, el miércoles a la tardecita me encontré con unos amigos en la pizzería Totti, que debe su nombre a Francesco Totti, el ex jugador de la Roma, pronúnciese Roma sin rrrr, solo una r chiquita. Hay una hora del vermouth donde se ofrece junto a la bebida elegida que te trae la moza o mesera unos spuntini, variaciones de focaccia con algo arriba que no llega a pizza, cortadito tipo finger food, snacks italianos para la hora del cocktail, Italia, un país que verdaderamente vive de joda. Eso sucede entre las 18 y las 19.30. Me tomé un americano que se hace con Campari más vermut, más soda y rodaja de naranja, como para innovar, para ver qué cosa nueva podía llamarme la atención, como cuando de grande me hice espárragos para comer con huevos fritos (eggs with soldiers) y me gustó. Esperablemente me resultó demasiado amargo y no pega en lo más mínimo. Lo cuento más que nada para mostrar que soy viajado. En este caso me movilicé de infantería diez cuadras hasta Jorge Newbery y Zapiola.
Este año prácticamente no tuve reuniones de amigos. La necesidad diaria de madrugar, los niños pequeños y el correo me hicieron imposible coordinar encuentros. La cosa que la noche estaba ideal, hasta para camperita te diría, la mesa era afuera, sobre Newbery, de madera, bien firme, eso da seguridad y te alienta a quedarte y ordenar, y nos quedamos en la cita hasta bien entrado el discurso del presidente, lo que todos habíamos olvidado, hasta que el primer caceroleo nos trajo a la realidad, pero sin saber por qué razón exacta caceroleaba el cacerolero que parecía un lobo solitario o que agarró el discurso de Milei de sobrepique y quiso ser vanguardia porque de regreso a casa las cacerolas se hicieron más insistentes mientras en mi Whatsapp recibía de distintas fuentes una copia del DNU con sus treinta puntos elegidos para publicitarlo. Algunos autos y motos tocaban bocina como cuando ganás en el fútbol (todos reconocen ese ritmo), lo que me hizo pensar que los repudios se combinaban con algunos apoyos. (¿A este párrafo le falta mejorar la puntuación? Sí, pero estoy atrasado y debo cumplir los horarios).
A mí me parece diez puntos que cualquier persona quiera contarle a sus vecinos de este modo qué es lo que le gusta y qué es lo que no de la vida pública, de los decretos presidenciales. Mis protestas preferidas de siempre son las que se hacen alrededor de un gran fuego, tengo debilidad por lo que arde, por lo atávico y por la excitación que produce la idea de la propagación de las llamas. Se opta, para mal, por neumáticos para sostener la pira; estos producen humo negro que te dejan el pelo a la miseria y provocan enfermedades pulmonares que te dejan más cerca del cajón que de la fruta. Tengo para mí que, más allá de la repentinitis republicana de algunos y la artrosis republicana de otros, los anuncios son muy populares hoy y dejarán de ser populares si en tres meses el encarecimiento de la vida no es compensado con algo así como pleno empleo y tecnología más barata, transformaciones que peguen fuerte en el imaginario empobrecido y que permitan comprar tres meses más. Después, la hora de la verdad.
Durante la reunión se habló del mal de los jugadores de la selección de fútbol; un año después del título siguen negándole likes a Papu Gómez, lo cual hizo que todos fuéramos a Instagram a ponerle un corazón a sus últimos posteos. Después de un rápido comentario sobre el tornado que arrasó Buenos Aires se habló muy mal de Jorge Macri por la paupérrima reacción institucional del gobierno de la Ciudad el día domingo. Es como si el temporal lo hubiera agarrado a Jorge en un telo de la Panamericana y el loco no hubiera despertado hasta las cinco de la tarde. Se habló muy mal del estado de las terrazas y los frentes de los edificios, aun en barrios salvados como lo que ve desde su piso 19 en la avenida Coronel Díaz el médico del grupo. También se caracterizó de mala manera el recital de Babasónicos, algo que “ni fu ni fa”, así lo describió otro del equipo, viejo periodista, con años de especialización en música progresiva nacional. Yo, la verdad, nunca cacé la onda babasónica y siempre me sorprendió la condición de noble o tipo especial que tiene el líder de la banda, como un rockero literato, guau. Entiendo que el autor debe crear un personaje para abrirse paso y que esa imagen también es parte del camino del artista, pero bueno, sos argentino, a mí me parece que estás más cerca de Miguel Angel Pierri que de Bowie, corresponde un baño de realidad. En fin, cada uno con su idea de sí mismo. Yo creo que es mucho, no sé, ser el líder de Babasónicos, caminar por la calle Darragueira de, listen, BUENOS AIRES, y usar los anteojos de Elton John con un pantaloncito blanco ajustado.
A propósito: cierta vez, Diana María estaba preocupada por cómo le iría en el debut de una obra en la calle Corrientes y Pepe Parada, su marido, ya extinto, le dijo: “El éxito, Diana, ya estuve ahí, no hay nada”.
Se habló fuerte de Nalbandian y de cómo se llega de ganar con toda frialdad la Masters Cup a Federer, de joven, a terminar cableándole el departamento a una piba que aspira dólares con el culo para espiarla, de mayor. Qué hace el rey David, se enamora, la cela. Insólito. Que al hombre se le dividen las mujeres entre las mamás y las putas es más viejo que el hambre pero los varones que no pueden integrar a la mamá con la puta en la diaria tienden a permanecer con la mamá y a quedar en estado de deseo no atendido con las que, como en un videojuego, les aparecen en la calle, en los laburos, en la universidad, y les gustan; pero los que se encadenan a las minas del culo perfecto y les ponen departamentos me llaman mucho la atención. Había trascendido algo por el estilo sobre Melconián. Y se percibía cómo en los audios el tipo se resistía a creer que una mina lo había usado para coronar una posición y luego lo patea. En fin. Es duro crecer, la máquina de pensar en sexo es muy exigente y muchas veces funciona en scanner con la máquina laboral o la de hacer guita. Como una excitación en dos pantallas. Se alimenta el sexo y se alimenta el laburo. Si uno baja, baja el otro. Difícil. A mis hijos, en el futuro, sobre la materia, no sé qué decirles. Bah, sí, es más eficiente el orden. La familia nuclear, la monogamia, construye patrimonio, nacionalidad, soldados, maestros, pero es cierto que si no pasás por el incordio de no saber lo que querés, lo que podés, con los laburos, con las minas y con los chabones no le cazás la onda a la vida nunca.
Me pregunta un oyente si a mí me parece un escándalo la infidelidad. No, me parece estresante; en la repetición un acto de sadismo con la persona afectada por los cuernos. La persona infiel debe aceptar mansamente que vive en occidente, que la monogamia es la norma establecida como se acepta el semáforo y los trámites en la Aduana. Yo creo que la fidelidad no se sostiene si uno cree que se castiga el deseo, sino si se acepta con madurez el precio, el valor, de alimentar una pareja o una familia. Que incluyen los acuerdos financieros, las proyecciones patrimoniales, hacer compatibles las agendas profesionales y diarias. Son muchas resignaciones, pero también muchas posibilidades. Algo tienen las parejas y las familias para que todos quieran tener una.
Compañeros, hasta el año que viene. Es un gran privilegio contar con que miles de personas, dos veces por semana, llegan hasta el último punto de este correo.
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Preinscripción al taller shampoo 2024.
Martes 18 horas y Miércoles 9.00 am
Los grupos tienen hasta 8 participantes.
Empiezan el 6 y el 7 de febrero.
Escriben aquí: tallershampoo@gmail.com y manifiestan intención.
Los valores actualizan por CER o lo que el destino depare mientras haga viable la actividad. Como para proyectarse, el precio de diciembre fue 22 mil pesos.
Un correo de Esteban Schmidt se toma vacaciones entre el 23 de diciembre y el 23 de enero. No me abandonen durante el silencio.