Pedro Brieger II
Ante la coyuntura política estoy como después de un tratamiento de conducto, no siento nada, ni voy a sentir, es como con Tik Tok o la Playstation: ya no sé y no quiero saber. Extras.
Compañeros: gracias por el aguante de un año y medio, por esperar el correo y apoyarlo. Arranqué con la idea de combinar mis ideas sobre crianza, básicamente espantado por cómo crían los demás y por el trato delirante al que fueron sometidas las criaturas durante la llamada pandemia, con las del devenir político, o sea el arte de ponernos o no de acuerdo para hacer una sociedad o destruirla, y temas de cultura, cultura es todo, que es efecto muchas veces de la política y de los problemas de crianza. Salió así esta tira de artículos que pueden ver en el archivo. Estoy contento, incluso orgulloso, mis niños chiquitos ya tienen una imagen de papá escribiendo, mejor que la de papá mirando el celular, y de papá escribiendo para pagar las cuentas, que es lo que hice más o menos toda la vida, pero ellos no estaban, y ahora se me acercan a la compu y cuentan las palabras que ya llevo escritas, saben que a partir de mil ya puedo pensar que tengo el correo avanzado como para cerrar, y que si tengo más de dos mil tengo un lío, porque es mucho para ordenar, como me pasó esta vez. En simultáneo fueron aprendiendo a leer, así que una vez que ven los números y me explican dónde estoy parado con mi trabajo debo bajar la pantalla para que no me hagan las preguntas que no puedo responder sobre nombres propios o hechos sobre los que escribo.
No podría explicarles el caso de Pedro Brieger sino bajo la forma de que la intimidad es sagrada, la de ellos, la de todos. No mucho más. Vulgarizar el respeto a los demás, que no se puede hacer cualquier cosa y desarrollar la autoestima, ayuda a que los desviados tengan menos margen de acción. Brieger se me aparece como el negativo del Don Juan. El seductor permanente resuelve el desafío a su favor, una y otra vez, reconecta con la vida en cada flirteo, muere en la conquista y vuelve a empezar, el circuito le da energía, le permite hacer su trabajo mejor, le da una razón para perfeccionarse, para incorporar sus talentos como dotes a su oferta seductora. El entusiasmo de los hombres por las mujeres permitió hacer grandes obras pero, claro, qué le pasa al seductor fracasado. Al que mira al exitoso y quiere lo mismo pero no se le da. Qué pasa cuando la meta sexual queda siempre en suspenso. ¿Sólo puede hacer grandes destrozos? ¿Qué fronteras debo respetar? canta Silvio. Para la izquierda hay un por las malas que se justifica cuando hay que compensar las desigualdades. No digo que sea el caso, son asociaciones libres.
El tema llegó finalmente a la home de Clarín después de que uno de sus redactores, Alejandro Alfie, publicara la primera denuncia en Twitter tras esperar durante meses que le habilitaran la publicación en el diario. Alfie no se enojó por el cajoneo, que algunos interpretan como cobardía de los directivos periodísticos o efecto de su incomprensión de la época donde ya el periodismo no arranca después de una denuncia judicial sino que es el primer eslabón para inducirla.
Yo creo que actuaron responsablemente como directivos del medio más importante del país: no incendian gente cuando no pueden controlar las consecuencias de hacerlo y no sientan precedente sobre la noticiabilidad de un hecho que en principio está flojo de papeles, apuntes sobre un mirón, libidinoso, y una exhibición en Túnez…, puedo entender que sonara tan creíble como insuficiente para un secretario de redacción de un diario que cuando publica algo es porque el hecho ES, consciente de la responsabilidad histórica que tiene. Dirigir un diario como Clarín implica tener un juicio que soporte y eventualmente eluda la ansiedad, justificada o no, de uno de sus cronistas, o incluso resista la tentación del baiteo inmediato que el artículo provoque. Y también, por supuesto, debe estar atento a la caja de pandora. Clarín tuvo y tiene muchos periodistas, y fotógrafos, y es probable que algunos se hayan comportado a lo Brieger en algún momento. El directivo no lo puede saber porque el plantel es muy grande. Pero no tiene sentido que inicie el camino a una purga para contentar un afán momentáneo por pecados que estuvo lejos de cometer. La continuidad laboral de Brieger no fue responsabilidad de Clarín. Y, además, el diario está abierto a la agenda feminista y a la ampliación de derechos, que acompaña y acompañó. Y esas son transiciones históricas más efectivas que ser rehén de cada urgencia.
El caso Brieger es un tema de todos pero un poquito más del kirchnerismo y de la izquierda porque es como un miembro de la inteligencia cubana y un exégeta kirchnerista que le permitió orbitar los medios públicos y los paraestatales durante 16 de los 24 años que Néstor, Cristina y Alberto llevaron la batuta. Las denuncias, al venir todas del palo, y estar atravesadas por la idea de que las compañeras tuvieron miedo de contarlo, revelan que esos 16 años no crearon la férula de confianza necesaria para saltearse el temor, ni siquiera para que un anónimo se la jugara por ellas en las redes sociales, y que el eventual poder que también se le asigna a Brieger como escudo para su impunidad era vicario de su adhesión política. La endogamia hace pasar las desviaciones con el mismo silencio de lo intrafamiliar.
En ese sentido, no soy el único que el sábado pasado esperó el comentario editorial de Eduardo Aliverti en Radio La Red como se espera un partido de futebol importante para ver de qué manera Eduardo despedía a su amigo, quien fue, por muchos años, además, su ladero, la segunda voz más importante de Marca de Radio, su show dramático, solemne, el Carburando de la izquierda, donde entre ellos se hacían bromas al aire con más sobreentendidos que gracia, pero que revelaban años de camaradería. Para sus compañeros de radio, como de canal, como de Marcelo T, las rutinas vinculares de Pedro eran conocidas --puedo entender que seguramente no en los detalles más graves que se revelaron--, aunque no repudiadas porque, como nos enseñaron en el catecismo, hay pecados mortales y pecados veniales. Y con los veniales no se juega al poliladron, en general. Más: en materia sexoafectiva nadie cree tener los zapatitos blancos. Hasta que llega el momento en que hay que echar al amigo. Y supongo que Pedro entendió perfectamente que tenían que dejarlo ir.
Eduardo le dice “Marca” a su programa, imagina que estamos todos en la onda con su creación y con él, por su trayectoria respetable y consistente. Yo lo escucho siempre que puedo, una verdadera ceremonia su discurso inicial, la lectura impecable de los textos que él mismo escribe sabiendo que los leerá en voz alta y con sus tremendos silencios editoriales, que a veces parecen cortes del suministro eléctrico. Tiene el aura benjaminiano, el aquí y ahora de algo que es lejano, un hecho estético que, si no lo es, al menos así lo vivo, pero que no me subyuga intelectualmente porque su contenido es simple y directivo, demasiado atento a no escapar del corralito donde intersectan los anunciantes y los oyentes, totalmente entendible, pero triste porque Eduardo no puede correr por izquierda a la izquierda, un crimen: sólo puede ser de izquierda. Siempre lamento que los cuestionamientos a instituciones globales como Unicef, Unesco, el Foro Económico Mundial, Planned Parenthood, la OMS, queden sólo como divertimento crítico de la derecha dura, y no puedan ser el objeto de estudio de las izquierdas, que sería lo obvio, porque financian los cuidados paliativos a las víctimas del capitalismo.
Me da ilusión saber que vuelvo a encontrar a Aliverti, una y otra vez, y que Marca de Radio va a terminar cuando se apague su voz o la retire y diga hasta acá. Aliverti y Marca de Radio son el pasado, lo acepto, y eso lo mejora un montón, algo que no es una novedad. Su audiencia es un Carta Abierta ampliado hacia el Instituto Movilizador y cerrado para los que no cazan el léxico que utilizan. No quieren más, eso también me gusta. En Marca circulan palabras como colectivos, infancias e imperialismo sin tener que explicar qué es cada cosa ni por qué se la denomina así. Incluso hay una columna de feminismos que hace Liliana Dauness, compañera de Aliverti en Radio Continental hace 40 años. Escucho Marca con la esperanza de que dure para siempre. Que no desaparezca el idioma único del PC argentino. Inconscientemente le pido: papá, cuéntame otra vez de tus fondos buitres. Y me encanta el cierre del comentario editorial con una gran versión de “La era está pariendo un corazón”, mucho mejor que la original de Silvio, cantada por la uruguaya Cristina Fernández y en la que, durante su parte instrumental, cuela los nombres de quienes integran el staff, con su voz inigualable. Dejo al final la canción.
Hay una burla genérica a su voz engolada, lo cual es un verdadero Schrödinger vital porque si Aliverti dejara de hablar engolado ya no habría Aliverti. Su voz es su marca, su vida. Si causa gracia es porque algunos compañeros no han considerado para Eduardo el mismo standard que seguramente establecen para ellos, que cada oficio tiene un precio alto para poder ser ejercido siempre arriba: para este locutor se trata de no perder la voz que le pagó el primer sueldo.
Por la voz y por el vocabulario hay un consumo irónico del programa de Eduardo. Pero que Aliverti diga imperialismo no significa que el imperialismo no exista. Yo las oficinas de la CIA las encuentro llenas de gente cuyo propósito laboral es que el imperio (el más benigno de la historia) se perpetúe a como dé lugar. A mí me calza justo su saludo de las diez am del sábado con el momento de lavar los últimos platos y dejar la cocina impecable antes de salir en familia al club.
En su honor, también, Eduardo nunca fue un adolescente desperezándose frente al micrófono, sino que se la jugó por un formato que obliga a trabajar, a una mínima planificación, el mismo mecano que se enseñaba en los talleres de radio de las facultades de Comunicación de todo el país con el llamado advenimiento de la democracia y que tuvo como principal repercusión económica y estructural que cualquier concejal tuviera su jefe de prensa. Muy poco más. La pauta del programa, con sus minutos establecidos, la cortina principal, las cortinas de los columnistas, el top de la hora, los avisos… Marca es tan profesional como progre, casi una contradicción con el cachivacherío comunicacional de la izquierda que tiene su expresión más representativa en los megáfonos del PO arriba de un rapiflet.
Eduardo, sin ser equidistante, estuvo justo con Pedro, en cuanto a la información disponible hasta ese día, el sábado, diría amable con el condenado, señalando, después de anunciar que dejaría de ser parte del programa, que los hechos tienen que ser debidamente establecidos, que es lo único que no le va a pasar a estos hechos. Ya el coro se amplió ayer y es cada vez más grande y creíble por la cronología y los detalles. Y se volvió publicable para Clarín. O Brieger rebate una por una o admite su mal comportamiento general. Cuesta creer que vuelva a trabajar en un medio de comunicación o a enseñar. Siberia puede quedar en Palermo.
Compañeros, uso los restos diurnos de lo que escucho y leo y con eso hago mis artesanías. Así es éste newsletter, yo lo escribo, yo lo vendo. Son partes de inteligencia de la guerra fría que me perdí, y que evocó con los materiales del presente y el apoyo de la flexibilidad digital para corregirme en el aire, si hace falta. Muchos correos nacen en la duermevela de la madrugada, cuando a las cinco se me corta la inercia del cansancio inmenso con que me dormí a la noche e intento completar el descanso, un rato más, que el disco duro se vuelva a parar, pero no hay caso, siento durante un par de horas que roto lentamente sobre mi mismo, como un planeta viejo, mareado, suspendido en una solución, fastidiado por el cansancio que me va a acompañar todo el día, y ansioso porque llegue la hora lógica de arrancar, la más mínima luz que se cuele y me autorice sentarme a redactar las líneas que aparecieron en la confusión.
Amores (?), hago un pequeño ajuste para compensar inflaciones pasadas, espero que no lo tomen a mal, y que se sumen quienes aún no lo hicieron. Es fácil entrar y ridículamente fácil salir. Los diarios van dejando de existir, la tele es para gente poco escolarizada, los newsletter son la que va si sos parte de la ultraminoría. Pero hay que apoyar. No es más que el café con leche, con o sin medialunas, que se toman mientras leen. Gracias.
Entrevista de hace un par de años a la psicóloga Alexandra Kohan que realizó Agustina Escobar en Revista Panamá. Muy recomendable.
Merodeando los mismos temas, Anjelica Huston hace algunos años. De cuarzo.
Rescate, reconocimiento en vida y 21 cañonazos finales a Roberto Aizcorbe. Gran trabajo en tres capítulos del forista Hernán Iglesias Illa en la revista que dirige, Seúl, sobre un periodista estrella de los años sesenta y setenta que desapareció por las buenas y del que no se supo nada más hasta que Iglesias le tocó la puerta de su casa de San Telmo.
yo también lo escuchaba a aliverti porque era la única radio de "no música" que agarraba los sábados a la mañana cuando iba a pasear a la perra. Me daba pena y risa cuándo presentaba al operador de sonido (o algo así) con alta solemnidad y dramatismo como si fuera el desembarco de los aliados en normandía.
Podes creer? Ayer oí tardíamente el editorial de Aliverti, mientras cenábamos, comentábamos con mi marido eso y un documento que circula contando lo q pasó con Brieger. Hace unos días tmb comenté lo "mal" q me pone haber sido criada escuchandolo en la radio y leyendo página pero me dio la suficiente gimnasia como para asentir cada palabra del Correo. Gracias por leer, la radio está re buena