Política para Simón y Amparo
La acción militar con los beepers supera, en mi manual, lo de las Torres Gemelas. Ambas, muy complejas: la de Manhattan, espectacular, en un solo escenario, limpia; pero ésta afana en creatividad.
Amparo todavía no, ella está en sala de cinco, pero mi hijo Simón que está en segundo grado sí, él trae mucho la política a casa. Normal, pasa con todos los niños a partir de su edad, el aire está muy cargado con la temática en los barrios salvados donde vivimos y por los que circulamos, y el año pasado fue electoral, seis meses completos de campaña, entre todas las instancias. Fue mucha plata derramada en avisos en Youtube, en los partidos de fútbol, en las casas de otros compañeros, en los maestros, así que finalmente aparecen en la mesa familiar los nombres propios, las preguntas sobre quiénes son los políticos, para qué sirven y la inquietud por las preferencias de los padres. El presidente Javier Milei es, además, una figura para niños, que quedan hipnotizados al verlo. No es uno más que llegó a la presidencia sino que es uno inolvidable que se transformó en presidente. Como con tantos productos, si los niños lo prefieren, los padres no se niegan. Pero bueno, así como estoy atento a responderles rápido sobre el Eúfrates y el Tigris o sobre los bigotes de Frida Kahlo, me incomodo visiblemente con la política y le digo a Simón lo mismo que le diría a Amparo si preguntara: yo no sé bien qué decirte, la verdad, porque no entiendo mucho de política.
Me quiero ahorrar, mintiéndoles, que las posiciones personales de sus padres, sus ideas políticas, contaminen el vínculo elemental que tienen con sus compañeros de escuela y no aviven los prejuicios dormidos que el paso descomedido del kirchnerismo dejó sobre la mesa donde cada ciudadano debía marcar local o visitante para funcionar socialmente. Las víctimas quieren olvidar, los victimarios más, pero ese fue el país durante 12 años y la estela de paranoia anda todavía por ahí agazapando el pensamiento propio para no incomodar.
Desde una perspectiva altruista, al no concederle mi politización libero al niño del mandato paterno, de tener que pararse anticipadamente en un ángulo desde el cual estereotipar a otros y que esos otros encuentren fácil el estereotipo para mi hijo. Es como una lección sin lección. Llamadlo biofilia, llamadlo paternidad de autor. Y funciona sólo para el día a día de la coyuntura argentina porque en temas grandes, internacionales, de larga duración sí le presentamos la opción familiar. Simón, que es quien se muestra más curioso, sabe que nuestro corazón está con Ucrania y con Israel, aunque en este último caso ignora por completo la idea de persecución racial.
Más egoísta, hago a mi hijo parte de mi propio proyecto estético y no quiero que escuche definiciones tajantes que transporte sin cuidado, que simplifiquen la variedad, la ambigüedad, la contradicción de la que soy capaz. Finalmente se arreglará como pueda, con lo que entienda él que son las cosas, porque eso lo dirá en perfecto, infantil e inocente desorden, sin flechazos de sentido que serán siempre material de segunda mano, vicarios, la voz del estadio.
Ya no como padre, sino como ser humano, jaja, considero útil para la escritura que las usinas de discriminación y prejuicios me queden lejos, de modo de poder pensar bien o lo más libremente posible. De ese modo tienden a cero las líneas escritas deliberadamente para agradar o desagradar. Que sea lo que dios quiera. Por supuesto que si el trabajo es más artístico, con el referente real más descompuesto, más abierto al descuartizamiento, puede aplicarse la técnica contraria y usar los prejuicios y los fanatismos como capital para transformarlos en un hecho estético, al estilo de Leonardo Favio o del gran pintor Daniel Santoro. Indudablemente a ellos les funcionó y les funciona y el resultado es espectacular.
Mi aproximación es conservadora: soy el primer hombre parado en el mundo buscando desarmar signos que son siempre nuevos.
En fin, un largo prólogo para decir que me da miedo quedarme sin tiempo (me encuentro muy bien) para decirles a mis hijos lo que pienso sobre la política, porque capaz es una conversación de grandes. Lo hago, entonces, acá, en un párrafo dirigido a los dos, que leerán y entenderán en el futuro, y que ustedes, lectores adultos, pueden saltearse.
La política, hijos, es la nación, es el honor. Es la tradición, es el lazo que establecieron nuestros antepasados con otros antepasados para ponerse de acuerdo y poner comercios, familias, fábricas, llevar el tren, explorar el subsuelo, hacer El Chocón, la General Paz, Atucha y el Túnel Subfluvial. Lo que pasó aquí también pasó en Irlanda con los irlandeses y en Francia con los franceses. Se mezclan en nuestra historia, y en la historia de otras naciones, esto es importante, los muertos, los héroes de las revoluciones, las independencias y las guerras, los pioneros, los que insistieron para hacer escuelas, poblar los desiertos a los tiros, abrir las selvas a machetazos o mandar cohetes tripulados a la luna. La política es la tradición y el futuro común, es la mezcla de las lenguas originales de quienes llegaron y de quienes ya estaban, es el acento peculiar, la forma en que gesticulamos, lo que quisiéramos preservar, nuestros mitos. Son los estereotipos con los que crecimos, algunos de los cuales quisiéramos reemplazar para no quedar atrapados por deseos antiguos sobre cómo organizar nuestras vidas, que son siempre, esto también es importante, mucho más pequeñas que la idea de la patria. O sea, Simón y Amparo, ir a la política, pensar en la política, hablar de política es directamente conectar con algo que es superior a nosotros pero que nos involucra agudamente y que es la vida futura con otros y la vida con otros que ya tuvieron, quienes nos precedieron en el camino de la vida y que hicieron el esfuerzo de tirar de la cadena biológica, organizacional, hasta llegar a donde estamos; la política es esa transición entre vidas, conectadas por la lengua y la memoria común, lo que odiamos amar, lo que amamos odiar y lo que queremos indiscutiblemente, de verdad y pase lo que pase. Y por todo esto la política es importante, porque es el campo donde se asegura, se confirma o se pudre ese destino común. La política es la nación, es el honor, la tradición y el futuro.
Que entiendan lo que entiendan cuando corresponda y gracias al mundo digital lo iré perfeccionando con el correr del tiempo. O representará un tiempo en el que la idea me salió así. Sé que suena extraño, hasta pavo, tomando en cuenta que el stock presente y más notorio de dirigentes políticos consiste en delincuentes, tránsfugas, aventureros y gamers, pero una cosa es la idea y otra es el estado actual de la idea. No invalida la declaración a los chicos. Esta es una época donde el interés genuino por la política y el poder están a gran distancia, casi como nunca. Políticos de prensadas anteriores, con la misma propensión a fracasar, podían entenderse mejor con los genuinamente politizados. Aquellos profesionales del poder carecían de puente con esa dimensión histórica, estaban las cajas, los negocios, por delante, pero querían sentir que pasaban por el anillo de fuego de la historia, de la patria, practicar el roba pero siente, y los de interés genuino, les hicieron la coreo para que parecieran conectados con lo absoluto.
Encuentro ahora poco inteligente que la revinculación posible sea romantizando los fracasos. Aunque es entendible que cuando nada es verdadero, sea plausible aferrarse a la picaresca donde sobrevive al menos una emoción positiva: reírnos.
Los insufribles de la semana
La Mamá de Angelito Di María. Un verdadero monstruo resentido que concentra todo el mal escondido en la representación social madre. Perla negra.
El plomero que no te pone precio antes porque lo tiene que ver pero te pidió cincuenta fotos, y después crea un momento de mierda a la hora de anunciar un número disparatado por su servicio.
La gente que dice “todo lo que es (tal cosa)”. Hijos de puta, ¡hablen normal! El desprecio por hacerse entender sin atajos es total. Hace dos años, antes de decidir la escuela primaria de Simón y Amparo fuimos a visitar una, muy cercana a casa. Allí la directora nos recibió, nos paseó, todo bien, hasta que dijo: “y esto es todo lo que es el patio”, señalando donde juegan los pibes. ¿CÓMO, CÓMO?
Todo lo que es la divulgación científica. Una rama de la industria del entretenimiento que trabaja sobre el miedo de las personas a no ser lo suficientemente entusiastas y sanas y que por no reunir jamás los requisitos los empuja hacia la paranoia, el adocenamiento y las recetas.
La señora de Angelito Di María. Pestañas postizas, por si eso les dice algo. Arquitecta de la victimización de su marido millonario, resentida hasta perderse con la suegra en los sueños de Angelito y que el crack no sepa quién es quién. A las dos se las puede ver en la serie de Di María de Netflix.
De no creer, el lunes 23 cumplo años. Seguro que quienes tienen incorporado el correo a todo lo que son sus rutinas pero no han dado click a la suscripción pueden sentirse inclinados, por la inminencia de mi aniversario, a hacerlo. Cuiden al gaucho cantor.
¿Qué comí ayer?
Hablando de Roma, la también forista
publicó en su reconocido Newsletter “La Inspectora” un Chacarita special, con muchas recomendaciones NO amañadas (por la ansiedad de canjes) que es lo que se lee normalmente. Léase aquí.La no menos forista Claudia Peiró listó diez películas que pueden tomarse como más feministas que la icónicamente feminista Thelma y Louise. Lo hizo en su newsletter que envía y publica Infobae. A ver.
En La Nación no se puede leer porque tiene paywall pero, por suerte, en un blog correntino la piratearon del original (Corrientes siempre presente, como en Malvinas) y se puede leer el reportaje que Paz Rodríguez Niell le hizo al forista Pablo Touzón, miembro del triángulo de fierro que también integran los foristas Federico Zapata y Martín Rodríguez. Muy muy bueno.
Nos vamos moviendo las cabezas.
Buen post.
Supongo que por mi edad (72) el hartazgo hizo que deje de intentar encontrar racionalidad en la política y lo visualizo como dato: esto es así. Punto.
Mas curioso me resulta la diferencia de miradas respecto del docu de Di María. Por un lado me impresionó muy bien su mujer, me pareció un lugar de cierta racionalidad en el mundo del futbolista, como dirían en un reportaje: "mi cable a tierra". Y la madre es la madre ¿qué podés esperar de una madre sino que sea madre y hable como madre? también en ese rol me gustó.
Very good. Congrats. Y feliz cumple el lunes. Un abrazo desde la Patagonia.