Sintetizado, para la posteridad, el drama de Juntos por el Cambio de junio de 2023 se resume, para mí, compañeros, en que Mauricio Macri careció de popularidad para encarar una campaña electoral que le devolviera la presidencia y que luego careció de generosidad para facilitar la emergencia definitiva del sucesor y para borrarse, por un tiempo prudencial, de modo de no hacer sombra y que el recuerdo de su gobierno no comprometiera la suerte del candidato que le siguiera en el camino del presidencialismo argentino. En la historia reciente tenía de qué agarrarse: Alfonsín dejó primero a Angeloz hacer lo que tuviera que hacer para revertir una mano que venía muy mal; y diez años después no se dejó llevar por los celos cuando la mano le vino muy bien a De la Rúa y éste condujo su campaña y eligió su gabinete.
Se hace historia en condiciones que no se eligen y a Larreta y Bullrich les tocó un viejo jefe egoísta que no suelta el perro aunque no tenga para dónde llevarlo. En su honor, por supuesto, inventó el instrumento electoral que les puede conseguir el trabajo de sus vidas. Es posible, también, que Larreta haya carecido de la ductilidad para hacerlo sentir bien a Macri mientras lo retiraba suavemente del liderazgo, o lo acostaba, como se dice en la política con precisión, una intimidad invisible a los ojos del pueblo, dos hombres en un mismo salón ante una taza de té, lo que podía Marcos, y que analizamos o interpretamos en antiguos Correos, mostrarle a Mauricio un respeto sincero, sin correrle los ojos, sonriendo a tiempo, recordando por él, olvidando con él. Patricia, en cambio, le dijo a Mauricio apadríname, apadríname mucho, y pateó el desamor para adelante. Al final del cuento, la simpleza del alma humana, que se resume en egos heridos, en el pánico a la insignificancia de un hombre que no coronó cuando tuvo su oportunidad y que no puede transferir la responsabilidad del fracaso a nadie.
El gradualismo fue todo suyo, Pancho Cabrera y Lombardi, suyos, Lopetegui, Quintana, sus ojos, sus amígdalas. Y los chicos economistas que mandó al FMI a tapar su agujero fiscal, su tecnocracia deseada. Tuvo una vicepresidenta limitada al Senado, y al Hada Buena en la provincia de Buenos Aires. ¿El sindicalismo peronista? Tieso. Los que prefieran mistificar y ver alguna máquina de impedir que complicó el gobierno de Macri vayan a las hemerotecas y constaten. Era Macri con sus técnicos sumados para dar una mano, con los amigos de los técnicos, los amigos de los amigos de los técnicos, y con los gobernadores enganchados, todos contra la macroeconomía que los puso match point en dos años. Les queda magnificar aquella trosqueada frente al Congreso cuando se iba a discutir la reforma previsional. Simplemente, fue un pésimo operativo de seguridad ante un formato de sublevación que está en el básico de convenio cuando te afilian al PTS. La ministra era Bullrich y Larreta aprovechó esa noche después del desbande para una de esas recolocaciones de baldosas express por las que entrará en la historia como Intendente.
Durante la llamada pandemia, cuando compraba barbijos vencidos, y llamaba a los vecinos a denunciar vecinos, Larreta habrá interpretado que nada lo sacaría de la grilla final en 2023 si su cuarentena salía de cuento y si se juntaban su hambre, sus recursos infinitos y el atractivo del distrito estrella del cual saldrían los recursos para federalizar la expectativa. El peronismo ayudaría con su incompetencia y la Argentina con su restricción externa. Sobraba, evidentemente, una esposa que operaba como un collar de melones sobre su existencia, como una radio mal sintonizada las 24 horas, pero eso también se pudo arreglar y reemplazar con una compañera trofeo que arropa su masculinidad paloma y proporciona un atributo de poder, como la cartera Louis Vuitton de Cristina.
Fuera de la carrera presidencial, habiendo ya acomodado a su súper primo en la pole position electoral para la Intendencia, no se entiende bien qué otro pito quiere tocar Mauricio ahora. Si no va a ser su gobierno, por qué querer vetar su diseño. Larreta y Morales, socios entre sí en la coalición, plantearon una ampliación de la alianza para que quepa el gobernador cordobés, Juan Schiaretti. Electoralmente, soñado, y casi garantía de un triunfo por goleada de una nueva coalición ampliada, si Bullrich aceptara. Pero se opone, por supuesto, porque sobreentiende que semejante cosa desnivela las PASO al sumar un actor que le jugará en contra en una provincia que considera ganada. Debe interpretarse, entonces, que la jugada de Larreta/Morales busca crear una situación abismal que les impida perder. O ganan porque entra Schiaretti o ganan porque Bullrich se va con Milei.
Larreta busca sumar un señor gobernador, experimentado, dándole una chance más al pasado; Bullrich hace scouting de musculocos como Fernando Burlando, abogado de famosos y tragedias, para crearse una oportunidad articulando con una elite de barro. Al menos, los dos abren la cancha. Comportamiento inverso al de sus burocracias que se cierran a medida que se acercan a la manija. Para muchos de ellos está en juego nada menos que concretar, de una vez, el sueño del cero kilómetro. Sueños compartidos en todos los cuarteles. A medida que los candidatos crecen, los equipos pierden valor porque los jefes son renuentes a tomar personas que los superen en inteligencia, aunque por efecto de mayores partidas de dinero esos equipos crecen en tamaño y la cadena alimentaria hacia abajo sólo aporta alcahuetería y logística. De llegar al poder, el esquema se reproduce en scanner.
La fractura de Juntos por el Cambio va a terminar con la rivalidad entre halcones y palomas. Larreta va a poder volar tan alto como quiera o variar la altura, sin comparaciones. Bullrich, en cambio, pasaría a ser la paloma de Milei. Suena a un resultado bueno para la cultura política en tiempos de alta inflación y crisis impredecible porque lo halcónico, compañeros, a dónde nos lleva. Hablemos crueldades: ¿qué es lo que va a dejar de funcionar en la Argentina tal como funciona hasta hoy? Todo el asunto de esto con nosotros cambia que Patricia repite como una bienaventuranza es el chiste con el que será perseguida, si llega a la presidencia. Su halconismo es para movilizar, sin dinero, voluntades, apelando a los bajos instintos. Sintetizados: las ganas de matar.
Muchos dirigentes del PRO pueden repetir que cuando nos peleamos, nos estamos reproduciendo, para zafar del espectáculo que están dando, la alegoría zoológica del peronismo. Parece más bien que se estuvieran tocando el culo entre todos, sin consentimiento.
FIN
“Si gastás siete lucas por mes en un libro que quién sabe no vas a leer ¿por qué no ponés lo mismo, o mucho menos, en un newsletter que sí lees?”
Paul Krugman
Otrosidigo: Me pareció excelente esta columna del compañero Gustavo Noriega en su newsletter Maxikiosco.
Además, me parece un encanto toda la producción musical del programa Fa de Mex Urtizberea que se puede ver en YouTube. Vale la pena y mucho. Dejo una versión de No Bombardeen Buenos Aires por la compañera Lula Bertoldi. Medio Janis Joplin, pero lo lleva bien a fondo. Y me gusta su gesto de satisfacción al terminar. Después vean el resto de los shows y van a ver covers espectaculares.
Sigo el viernes. No dejes de compartir el newsletter en tus redes, o por el medio que elijas. Dejo otro botón para que sea estúpidamente fácil de hacer.
Muy gracioso: lo digo en serio y no irónico. Ahora: qué mediocres esos tres. Y que funestos los radicales que sobreviven.
Lo mejor que leí sobre la interna salvaje del PRO y sobre cualquier interna salvaje que haya existido o vaya a existir.