Javier Milei presta, seguramente a su pesar, un gran servicio a la democracia, al gobierno y a la oposición, en estos meses tan críticos: ha dicho cosas con peso y onda expansiva, Dolarización, Motosierra, Mercado Abierto de Órganos, de modo tal que la conversación pública sobre la desgracia económica y social que padecemos parece llena.
Sin él, el gobierno solo ofrecería inflación y miseria y la oposición crisis de liderazgo. Milei entretiene y ofrece un temario sobre el cual decir es una locura porque todo lo preelectoral que se ha visto desde las coaliciones realmente existentes prescinde de contenidos que sirvan para algo. Son todas llaves de Judo (iaves de iudo en una canción de La oreja de Van Gogh) y generalidades: los argentinos podemos, merecemos más.
Este largo prolegómeno electoral es la última escena de una élite política y económica que ha dado con un solo gran consenso, al cual mantienen en secreto: que la Argentina no tiene arreglo. Ante la falta de resultados, gente de bien y gente de mal, formatea otro consenso más ruidoso: no tiene arreglo con esa élite.
Ni los curas, tan dados a la retórica de la esperanza y a cubrir los agujeros por donde sopla el abandono de los gobernantes, hablan.
Hay algunos que dicen que no, que tiene arreglo, éstos son los candidatos que interpretan, al menos hasta esta mañana, que deben crear una ilusión sobre el futuro, porque de eso dependen sus continuidades, ascensos, promociones o retiros.
Normalmente lo hacen después de presentar un estado de cosas calamitoso.
Como hasta la gente realmente estúpida se da cuenta del salto cognitivo que hay que dar para aceptar una cosa y dar por bueno lo otro, el asunto no está tan fácil. Ya no es mantener el 1 a 1, o no; salir del sub Sahara de las cuasimonedas; formalizar un populismo con buenos modales; reencarnar en un volvimos mejores.
Todo aquello era una porción de torta en comparación.
Parten de un paradigma viejo: que el electorado espera ilusionarse con un remedio o con un brujo, y no que se termine la agonía.
Parafraseando aquel slogan de la campaña del doctor Alfonsín, hace cuarenta años, cuando empezó todo, que decía que más que una salida electoral, es una entrada a la vida, Milei aporta más que una salida electoral: la elección de una salida rápida para saturar el color de la crisis y ver qué pasa después.
Quienes se encandilan con Milei, lo hacen porque no es la promesa de un mañana mejor, sino la promesa de una última mañana igual a ésta. El loco de la motosierra alimenta el deseo colectivo del apocalipsis. Este sentimiento, que me parece muy humano, siempre está amortiguado por una sociedad que funciona y en la que nadie empuja hasta ahí. Hasta ahora.
La semana pasada, desde el llamado Instituto Patria sacudieron a Milei con el tema de su eventual locura pero expresada en hechos concretos que las personalidades del Instituto interpretan como negativas, que Milei vive con diez perros en un departamento, y con algo aún más llamativo, que eventualmente se estaría salteando la prohibición del incesto con su propia hermana Karina, conocida como El Jefe.
No capto bien si la intención es subirlo al ring, para lo cual alcanza con injurias repetidas; o bajarlo, lo cual requiere de hechos que te fulminen o de calumnias pregnantes, como sería ésta. A menos que cuenten con material audiovisual, o fotos, y esto sea un aviso para que se rinda al plan del Instituto, del que no sabemos nada, no parece que la ventilación del incesto tenga otro destino que alimentar su condición de sujeto extravagante capaz de centrifugar el sistema político, las Leliqs, el Banco Central. Igual destino tiene el paquete de denuncias insólitas que le hacen en el diario La Nación, donde lo acusan de servirse de una granja de trolls.
Pero aun si tuvieran ese material condicionado, y él decidiera no darse por extorsionado, tengo para mí que los argentinos estamos perfectamente adaptados para recibir un binomio presidencial, o una pareja presidencial, compuesta por hermanos con beneficios. Somos una sociedad abierta, no pacata. Muchos dirán, mirá qué huevos que tiene. Y, además, qué es el incesto al lado de la hiperinflación.
Las locuras que dice o hace Milei son condición necesaria para que lo demos por loco. Si no dijera locuras, sería Rolo Puente, y en ese caso no sería útil para concretar la locura catastrófica final, la locura deseada: una presidencia imposible, o un sistema político más atomizado que dificulte muchísimo los acuerdos, con el Congreso convertido en un gran barrio chino, y que nos conduzca más indirectamente a esa catástrofe. Bajo la fachada de una Nación organizada volveríamos a los años previos a la organización nacional.
Este fin de semana, a la fuerza de Milei le fue especialmente mal en La Rioja donde ni con el apellido Menem en la boleta pudo juntar la energía suficiente para darle chapa a su movimiento histórico. Estos resultados, más los de otras provincias que adelantaron elecciones de gobernador, pueden crear conjuntamente la sensación de un waiver a la elite política y que lo de Milei es un bluff. Es así que el loco vuelve a dar una mano: la llamada casta puede decir no nos han vencido y seguir pateando obligaciones porque los votos están y el outsider se esfumó. Se anticipan. La elección presidencial es otro show y no funciona, como en las provincias, la cadena de favores. Las ganas de amar o de matar juegan libres de condicionalidades bajo un procedimiento que tiene tanta impunidad como el 0800 de Gran Hermano.
Hay un montón de cosas buenas que se pueden decir de la Argentina, las Cataratas del Iguazú, el otoño en Buenos Aires, el compañero Lionel Andres Messi, no olvidar lo bueno, compañeros, eso también es vida, pero los problemas son enormes y el déficit de capital humano y económico para solucionarlo es igual de grande.
Aún dando con un gran gestor, como un Alberto Fernández al revés, el factor tiempo le jugaría muy en contra, por lo que lo más plausible es considerar que la disposición final de las fichas vendrá después de una crisis fenomenal, una hiperinflación aleccionadora: que los números y los vientos de la historia hagan lo que los hombres no se animaron a hacer. En ese sentido, la candidatura de Milei mantendrá su alta expectativa mientras ésta se postergue.
Estos ladrillos verdes que ven abajo ayudan a hacer viable este proyecto bajo la forma de suscripciones mensuales. Lleva un minuto subirse, por reloj. Gracias desde ya.