Todos tenemos un amigo que nos cuenta que tiene un amigo cuyo hijo adolescente en condiciones de votar le ha dicho que tiene un amigo que va a votar a Milei; yo, además, tengo un amigo que enseña en una Escuela Técnica y que dice que de los 33 alumnos que tiene en un quinto año, 30 le han dicho que van a votar a Milei. Cuando le digo oohh me dice que, buen, es una forma de decir, pero que son un montón. Un montón. Me dice donde da clase, colijo entonces que son hijos de familias de clase media baja de Caballito y Flores recontragadas a palos por la inflación, con obras sociales de cuarta y que viven en casas que se desmoronan por la desinversión, con heladeras que hacen ruido y cierran mal, cortinas de madera que se atascan, y con flores de plástico como centros de mesa para darle color a sus inviernos mal iluminados que pasan dándole duro a los bizcochitos, pero familias que, se ve, conservan la fe y moral necesaria para ponerle una patada en el culo a los pibes cada mañana y mandarlos a la escuela a forjarse un futuro, o algo así, y a estar entretenidos con algo de apariencia noble.
Visto de esta manera, más lo que se sabe de los amigos de amigos del conurbano, más lo que las mismas encuestas falopas que se hacen establecen dentro de su amplísimo margen de error, tengo para mi que lo de Milei tiene el aspecto de un hecho consumado, y lo que pase de aquí a las elecciones, que no falta tanto, compañeros, no le quita su mérito ni su poder, como se dice ahora, performador. Como dijo Jorge D’Alessandro sobre la selección en su célebre discurso de El Chiringuito: aunque hubiera perdido, habría cambiado el fútbol. Y le voy a decir Javier, porque no me va intoxicar más que decir Horacio o Mauricio, como si los conociera. De hecho el oohh que usé para recibir la noticia fue un poco juzgador de más, como si alguien fuera más puro y diera mejores garantías de que esto funcione.
Algunos no se resignan a que los políticos no se parezcan a Vaclav Havel. Y no, no se parecen, punto. De hecho en la Argentina se le han parecido muy poco. Milei salió de los sets de televisión y su extravagancia y calentura le permitió despegar del riachuelo fétido en el que flotan los que viven de la política y dan la cara. Es tanto el agravio de pertenecer al club de los que fundieron el país que todos los que aspiran a algo presumen no ser parte. Martín Lousteau está dando una mano, enojado, porque él podría vivir muy bien de la pasarela, Martín Tetaz podría estar muy cómodo como fumador pasivo de Lanata ¿y sin embargo? Nos da una mano. Facundo Manes, nada que ver con nada, ayudándonos a ponernos de acuerdo. Marcos Peña dio la vuelta completa. Entró a dar una mano y se fue angustiado por el esfuerzo. Lo contamos aquí.
La coalición no peronista, predestinada a recibir el poder en este turno, en un péndulo fenomenal de fracasos, solo puede esperar ahora que lo peor no le suceda, que es perder con Javier, pero como se espera la ruleta del barquillero, con poco margen para mover la flechita; bah, lo que esperan en el fondo es una reflexión final del pueblo que, más allá de ganar 10 USD por día, entienda que es mejor poner su cara más prudente y enfrentar el aventurerismo de Milei y darles la manija a ellos que son más profesionales. Por las dudas, los otros candidatos se van transformando progresivamente en Milei, pagando el precio del imitador, quedar como segunda selección, y también se ponen loquitos en televisión y dicen palabras duras. Imperdible, en este sentido, el tono sacado con sus colegas de la antigua Hada Buena Mariu Vidal quien en un giro loco de la historia golpea ahora las mesas pidiendo que se termine el circo sin público en el que se mueven los políticos.
Larreta, la persona que más dinero ha gastado para ser presidente de todos los que están en carrera, es el que tiene la distancia más larga a Milei, al mileísmo, a lo mileico, y a veces va hacia él, y a veces se aleja y se afirma en su antiguo yo. Tiene más de un publicista, es evidente. Es el hombre de Estado que anuncia su presidencia desde la ruta 40, un día, y otro es el loquito que toma clases de surf para la foto, y el que se pone de novio con una chica trofeo como un truhán rompecorazones, (piba que entra y sale de escena, porque realmente no saben qué hacer con ella en esta etapa, de hecho le pusieron un escritor a hacerle largos posteos en Instagram pero no la largan a la tele), y es también el Premio Nobel de la Paz, en otras ocasiones, pero no deja de ser el hombre que tuitea con signos de exclamación, recontracaliente con el gobierno, que no es como habla un Premio Nobel.
Un amigo me preguntó ayer después de un tuit de Horacio sobre el dólar a 400 pesos, que incluía un grito: ¿Vos decís que le va a cambiar la suerte si le mete signos de exclamación? Le contesté en serio porque me servía para el newsletter: No va a pasar nada. Una cosa es hacer fuerza y otra tener fuerza. HRL tiene que olvidarse de corregir las formas, o adecuarlas, tiene que salir a trotar con un camión al lado y recoger la basura de los vecinos de acá a las elecciones hasta caer exhausto sobre el pavimento como los indigentes. Hacer un gesto brutal.
El PRO abusó tanto de su manual de marca, lo unió tan predatoriamente al de la Ciudad de Buenos Aires, que Larreta se refleja en cada contenedor de basura detonado antes de las 10 am. Que explique que no es culpable de la indigencia que los da vuelta no lo salva de ese sentimiento duro. Esto es así de injusto. Cuando la cosa no anda y el país da la sensación diaria de estar en un pozo sin salida, el político que quiera ganar no puede ser parte del drama, como es la ciudad arrasada por la miseria, tiene que representar el fastidio, y tatuarse un NO en la frente. Y no hace falta un mango. Lo probó Kicillof que le ganó la elección a Vidal con un Renault Clío, el perro de Alberto y el libro de Cristina.
Sin chance de volver a intentarlo, Macri parece ver esto con tanta claridad que no solo se despega de Larreta, sino que se despega del mismo PRO. Yo no soy eso que creé y de lo que fui parte, ya soy otra cosa. A mí no me va a tocar la mugre de la historia. Fuga hacia adelante y se dirige a ser el Settimio Aloisio de Milei, un padrino a la vista, y ya no en penumbras, como había sido hasta ahora con el apoyo del poisonous La Nación +, y representarlo y ayudarlo a completar los huecos de un eventual gobierno.
Parte del chiste de la Argentina es el interés preelectoral de la prensa por los equipos técnicos de los partidos. Cuando las paralelas de Bullrich y Milei se junten por intercesión de Settimio, los equipos de Milei se conformarán para tranquilidad irónica de todos. Dios sabe que los sátiros que manejan la guita en la Argentina no tienen ninguna inquietud por la falta de equipos de Javier, de hecho celebran no tener demasiadas ventanillas que atravesar. Como toda novedad, sucede, pero parece que no estuviera sucediendo por efecto de la inercia que traemos. No tiene equipo, no tiene guita, no puede ser. BUENO. El diputado Tetaz le agrega ayer en La Nación otro problema viejo a la novedad: que no va a poder gobernar por falta de legisladores… Un grande. En las escuelas técnicas la nota de Tetaz cayó tan mal que los alumnos resolvieron no comprar nunca más el diario.
Me voy. El mileísmo no tiene que ver con la grieta, tiene que ver con la malaria y la inflación que se come los salarios. El mantenimiento de la grieta fue un lujo que se dio el viejo régimen para no resolver nada e implicará un duelo para todos. Los más veteranos lo harán en sus quintas protegidas por cocodrilos hambrientos; los más jóvenes caminarán hacia adelante tapándose la cara o darán vueltas como la mujer maravilla para volverse otros y serán los diputados que le falten a Milei si gana las elecciones.
Los botones de abajo crean la expectativa de que puedo sostener el correo. Esta fue la entrega 22. Aquí el archivo completo. Gracias.
Hola Esteban, gracias por el articulo. Orlando, 63 años, jubilado de peón de campo. Vive en un pueblo de 3 mil habitantes en la Mesopotamia. Apenas sabe leer y escribir. Se las ingenia para generar ingresos. Va a votar a Milei porque, a pesar de haberle explicado la trampa de la jubilación, no lo podía creer hasta que se dio cuenta de que mes a mes lo vienen cagando. Está triste. Se le "cayó el sistema", el sistema republicano, la patria, la moral.
Mirá la que se perdió Blumberg por surgir con tasas chinas