De la paliza que le dieron ayer a Sergio Berni rescato como novedad la absoluta irreflexión de los colectiveros que avanzaron sobre el funcionario sin medir las consecuencias penales y físicas. Berni cuenta solo con 90 mil efectivos armados a sus órdenes y ha hecho espamento diciendo que es karateca, hombre rana y comando. Nada de eso funcionó como filtro para no tirarle los ganchos que normalmente los choferes reservan para pasajeros que exageran con el timbre o con descuidistas que son advertidos en sus unidades. En ese sentido, siempre me gustó el colectivero que siente como su propia casa al colectivo que no le pertenece, y enseña a los bifes que a su casa no se entra a robar.
La inflación es un fenómeno que nos enferma a todos y también a los colectiveros, cómo no. Los ingresos fijos son una engaña pichanga porque hay que esperar demasiado para que los sueldos se pongan a tono con los precios del chino donde la velocidad del dinero tiene una dinámica propia desenganchada de las paritarias. Del otro lado del mostrador, los que venden bienes y servicios entran en una relación enloquecedora y culpabilizante con clientes colectiveros o maestros, alumnos o pacientes, porque hay que renovar semana a semana, o mes a mes si se trata de consultas o clases, pero nunca al costo de que la práctica se vuelva inviable. Entonces, alguien pierde, normalmente el prestatario que tiene una sola vida, un solo oficio y sabe, o cree que sabe, que el que aguanta en la mala, cosecha mejor en la buena. En cualquier cosa se adiciona a la vida diaria e incierta por naturaleza una angustia más que es no saber qué esperar de un precio.
A la mishiadura general también debe agregarse lo siniestro de los fiambres y los lisiados por la violencia de las bandas delictivas. Los corazones son valerosos, compañeros, pero no son de madera y queriendo latir no quieren sufrir.
Si vivir en Chacarita se volvió una película de zombies, como hemos contado y la prensa aún se resiste a retratar, vivir en La Matanza es directamente cine gore. Es cierto que los compañeros se pueden acostumbrar a vivir mal, que es vivir muy muy muy mal desde los parámetros electrodependientes de un profesional de mi barrio o de Colegiales, pero con mucha inflación todos corren de atrás. En Argentina ni los que mejor ganan de la clase media, por decir una empleada de la Justicia casada con un empleado de Globant con el hijo único reglamentario pueden darse, llamémoslos, lujos, comprar zapatos en Mishka, renovar zapatillas de running o salir a comer dos veces por mes. Los que van a Anchoita son los pibes de Succesion o no tienen hijos o ya los emanciparon.
Esta inflación tiene, además, precios contenidos, que son los servicios aun regalados, y la sobrevaluación del peso en relación al dólar oficial; por lo tanto, tiene en su corazón inflacionario una inflación por parir, como una revolución, aún más grande, como un diplodocus con una larga cola de ceros. Y la economía decrecerá por efecto de la sequía. Sin sequía, tampoco éramos Corea del Sur.
Llevamos varios días de pérdida continua de reservas del Banco Central. Esto es información pública y no hace falta que los comunicadores exageren, su reflejo más automático y fácil, porque así como los argentinos nos divisamos a doscientos metros en una playa del Mar Muerto por la forma de entrar al agua a los saltitos, tenemos una predisposición específica para anticipar el riesgo financiero.
Tras los golpes al médico coronel karateca Berni se avivó la pregunta de si éste acto violento es o fue el punto de inflexión y si de ahora en más es todo barranca abajo, cuesta abajo en la rodada, desmerengamiento, crisis institucional, eclipse total del corazón justicialista. Lo probable es que si le pegaste al grandote del pabellón, protegido por policías y granadas, las demás figuras públicas caminen camuflados por la calle. A menos que ya lo hagan. Y que las imágenes den coraje para nuevos manotazos.
En el Parte de Inteligencia 1 pronostiqué las bajas posibilidades de una candidatura racional buenista para salir de la crisis, o que sea ganadora, como efecto de la crisis y la necesidad de catarsis y venganza del electorado. Esa misma noche del lunes que yo cerraba ese Correo del martes, en el show del compañero Carlos Pagni, Horacio Rodríguez Larreta, que estuvo especialmente articulado, con un shock de confianza, arrancó para el otro wing y empezó a ensayar su nuevo salmo que dice “los argentinos queremos paz”. Todas sus comunicaciones siguientes van en esa línea, así como la de sus seguidores. Un poco con el espíritu de Piero después de Malvinas, con las buenas ondas, con las ondas buenas, que no cunda el pánico para que no panda el cúnico.
Hay que creer que alguien tan decidido a ir por la presidencia tiene un equipo de investigación social acorde, bien pago, profesional, y hay que darle la posibilidad de estar acertando con el tono. Se puede pensar sino que Larreta decide ir a fondo, mientras crea que lo puede controlar, con la que él puede manejar mejor, el pacifismo acuerdista buenista y burocrático. Como diciendo no sigo el viento, soy el viento y los voy a hacer ir a todos para allá e incluso que me ayuden a soplar. Si lo logra es el gran líder que no quisimos ver venir.
Hay algo material que, de todos modos, sigue sin esclarecerse: por qué no puede Larreta elegir a su heredero en la Ciudad sino tiene garantizada la candidatura a presidente.
Toda la prensa se tiró de cabeza a dar como un hecho que acordó con Macri Mauricio que Macri Jorge sería su sucesor en la Intendencia, pero desde Un correo… planteamos que eso dejaría a Larreta ante la alternativa de ganar o ganar la presidencial. De perderla, no tendría su cuotaparte en la ciudad. Allí dijimos que terciaría Vidal y su línea Pecsi, quien podría ser la prenda de unidad entre Larreta, Macri y Bullrich.
Pero en las últimas horas se reflotó otra especulación: que Macri haya compartido con Larreta el análisis, o el deseo, de que el ideal para la fuerza es que Bullrich vaya de gobernadora de PBA, el superprimo a la Ciudad, y Horacio a la presidencia. Esto explicaría el alivio del Intendente en el programa de Pagni, su locuacidad, y su insistencia en el buenismo, porque Patricia, con su malismo, recogería el malhumor, las ganas de matar de los colectiveros, por ejemplo y todo eso después lo dejaría en su puerta, sedado. Solo que esto deja sin empleo notorio a Vidal quien viene de celebrar una publicitada fiesta de casamiento de celebridad a la que concurrieron Macri y Larreta y que pareció ser parte del playbook de una candidata.
Es posible que Bullrich no sepa de esto, se esté enterando por aquí, y que sus reclutamientos por derecha, por malismo, y supermalismo, en algunos casos, estén formando una colectora de apoyos que, por elegirla, se le escapen a Milei y que al final del camino terminen siendo funcionales a una candidatura unitaria de Larreta a la presidencia y de ella a la gobernación.
Reconozco que tanto enrosque se desentiende del malhumor social, y solo lo toma como un activo publicitario.
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Coronel médico. Médico coronel produce una aliteración que, en el contexto, da cacofónica. Lo demás, genial. Por momentos, desopilante.