Parte de Inteligencia 17
Cuatro de inflación no está mal, pero el gobierno le debe aumentos a todo el mundo, a las reguladas, a los jubilados, a los trabajadores. Qué va a pasar.
El llamado intento de asesinato de Cristina no despega del borrador en el que fue dibujado y creo que a esta altura ya no da para más. La ex presidenta tiene que escribir mejor esa historia o dejarla ir, soltar la ilusión de que se vuelva un lugar común el hecho de que quisieron matarla, y que tal cosa es más relevante que cualquier otro crimen contra la propiedad o contra personas comunes, asaltados, tajeados, muertos durante una madrugada esperando el colectivo. La media muerte no rinde, no habla bien del medio muerto, fue el pan de un día de un país sin rumbo, de un presidente sin rumbo y que, dicho en su honor, prestó una solidaridad desmedida en relación a las evidencias, como lo hizo todo el llamado arco político, y le firmó un feriadazo para el día siguiente para que los argentinos reflexionemos, ese fue el propósito, sobre algo que con bastante coordinación y antelación los miembros del emprendimiento familiar La Cámpora y sus comunidades, como se dice ahora, del mundo cultural dieron en llamar “los discursos de odio”. Estos habrían creado el ambiente para empujar a unos sicarios amateurs a ultimar a Cristina con una pistola vieja. En Italia a estos experimentos se los conoce como stilo de vita naturale y en Francia style de vie naturel.
Para una señora que fomentó el culto al heroísmo de los años setenta, a los compañeros que lo dejaron todo por todos, me pareció entonces, y ayer, y esta mañana medio llorón quejarse porque unos desdichados la quisieron casi matar en la hipótesis benigna de dar la acción por real. Cómo es que estos zombies no te amaban si sos tan buena, reina, o tan reina, buena. Cristina tiene que ver el agujero narrativo, la tristeza política del magnicidio, la soledad de los ejecutores, la compañía siempre comprada de la ejecutada, y por eso apunta a que se encuentren los financistas, los autores ideológicos. Pero autores y financistas de qué. ¿Qué es lo que pasó, compañeros? Cristina salió durante varias noches a hacer una escena de amor colectivo con militantes, y los medios cubrían porque siempre estaba la expectativa, la promesa, de que diría algo duro sobre el presidente Fernández, y eso alimentaba las salidas y cada noche, en ese baño de llamémosla militancia, buscó el acontecimiento hasta el día que la custodia facilitó el trabajo de los extras.
La política es un espectáculo más y el público consumió la noticia con el mismo desgano con que se mira televisión. Si el día cero el tema no caminó, qué podían esperar ayer. Sin embargo, la señora insistió con hacer un evento de su deposición ante los jueces. El rating fue lastimoso, de nicho, ni para Mubi; ni sus partidarios más fanáticos pudieron acompañarla más que en un pequeño número, la foto en Tribunales fue como la de esos montoncitos que acompañan las convocatorias que hacen los argentinos en Europa ante nuestras embajadas cuando hay quilombo acá y aprovechan para extrañar en grupo allá. Después hizo una foto mejor con los empleados públicos que pudieron reunir del Congreso y el Concejo Deliberante en la calle Rodríguez Peña frente al Instituto Patria, que tiene el ancho justo para un carruaje y un caballo suelto trotando al lado y que parece llena con sólo atorar el tránsito.
Esto es gratis y puede servirle a la ex presidenta, aunque espero que no: no es cuestión de machacar sobre un hito hasta las lágrimas, si el hecho no da hay que embalsamarlo, hundir el costo y sumarlo al museo, pero no esperar nada. Y hay que crear el hito siguiente. Todo se consume durante el día y se escupe el carozo a la noche. La vida de esta década es un reel. A otra cosa. La imagen, la preferencia, se construye en serie larga o con tremendos vergazos presupuestarios como los que ella dispuso en su tiempo. Pero cuando le hiciste un tratamiento de conducto a más de la mitad de la población, ya no va a sentir nada nadie nunca más. Así que es posible que Cristina haya perdido completamente relevancia para la creación política y esté condenada a repetir ese penoso ritual de militantes escapándose de la oficina para que no la den por retirada. Capaz pueda reservarse una mínima capacidad de veto. Pero ni eso. Kicillof le hizo la última gauchada acompañándola en su declaración/clase a los jueces. Porque si Axel hace más fotos con el pasado se va a quedar ahí.
Hay una idea equivocada o vieja sobre cómo se consumen los medios. El público ya no es un bloque fascinado viendo la llegada a la luna y todo lo que vino después. Los personajes no son inalcanzables. La famosidad está a tiro de Instagram, no hay que esperar la Radiolandia, y los famosos de hoy son los olvidados de mañana, que luego serán rescatados, y vuelta a ser famosos, y después se mueren en La Casa del Teatro y así es con la política. Nadie se deslumbra tanto con el poder de nadie, así que nadie empatiza tanto si se lo quieren quitar, o si lo quieren matar. Ayuda poco ver tantos crímenes verdaderos por televisión, por Internet, porque se pierde gran sensibilidad. El kirchnerismo, si quisiera vivir del pasado realmente, podría ponerle un sticker con el perfil de la señora a cada aire acondicionado que arruina los frentes, a cada licuadora Liliana y haría más negocio. Pero siempre necesitó hacer una más, ser la inventora de una teoría del Estado, la arquitecta de un montonerismo por las buenas, pero no tan buenas, que ordene el capitalismo argentino y la convierta en emperadora, diosa. Que se construya una pirámide para esconder sus huesos una vez completada su obra, que deje por supuesto chiquito el mausoleo rectangular que Lázaro Báez le edificó a Néstor.
El atentado trucho ejecutado por subnormales es otro mojón en la destrucción de la figura presidencial, no importa quien la ejerza o hubiera ejercido. Cristina acepta dañar la imagen presidencial para crearse ventaja personal. A una ex presidenta no le cuesta trabajo alzar la voz con autoridad, decir lo suyo. Pero a esta ex presidenta le cuesta aceptar su efecto. Soportar que sea nulo. Y por este efecto tan temido es que al atentado lo creyó útil, la alzaba sobre la figura del presidente Fernández, otro capítulo de su viejo testamento. La derecha, ultra derecha y extrema derecha ni se movieron de la casa. Ni sabían que existían hasta que los nombraron.
La destrucción sistemática de las instituciones y de la legitimidad de los representantes crea la situación ideal para terminar de amañar la democracia. Pero es muy interesante que esto no es obra de una multinacional del desgaste de las democracias sino que los desgastadores son los desgastados que se desgastan desgastando. Los dueños de la Argentina se relamen. La democracia tiene que valer cero y quien detenta el poder institucional tiene que hacerlo, además de sin amenaza institucional, Lijo a la Corte, sin la sombra emocional de una historia que vigila con padres fundadores o presidentes que se tomen en serio. Por ahí anduvieron Cristina con el atentado de los copitos y Alberto con su satiricón para romper lo verdadero, lo legitimo.
Me voy, compañeros. Es notable cómo a cada a una de esas figuras tipo Fernández, Espinoza, Insaurralde, los sótanos de la democracia les estampillaron mujeres de formas contundentes para atontarlos, y luego quemarlos o fundirlos. Los políticos criados con telefonía de línea quedaron descolocados con estos avances. Nadie se acostumbra tanto ni tan rápido a la velocidad de Internet, a los saltos en el procesamiento de datos, a las fotos que se borran pero que no se borran, se duplican, se restauran, duran en una nube lejana e inaccesible para el ignorante digital.
Compañeros, se puede apoyar el correo. Se puede. Son débitos mensuales. Se agradece desde ya. Si piensan en no hacerlo porque otro ya lo hace, ese otro justo piensa lo mismo. No tiene arreglo este asunto. El correo es abierto, al mismo tiempo necesito colaboraciones para sostenerlo. Si no fuera abierto, tendría menos lectores. Pero necesito lectores que cooperen, una rueda, una sábana corta. En fin.
Compañeros estoy renovando bancas en el Taller Shampoo. Interesados escribir a: tallershampoo@gmail.com
Son 50 K por mes. No es caro para lo que es, el trato es muy amable, los fóbicos no tienen problemas de integración, nos sentamos alrededor de una mesa de kiri japonés, muy firme, dentro de un quincho con aire acondicionado frío/calor.
El baño es de hotel internacional. Por la mañana se presentan colibríes a picotear las flores del cantero que decora la terraza.
Hay café, tés, yerba orgánica, y pan de campo de Silvestre. Son dos pisos por escalera y hay escapatoria, por supuesto.
Más de treinta años, mejor.
Los asistentes, esperablemente, pertenecen al primer percentil de la sociedad rioplatense, así que no hay que disimular ni simular nada. Hay wifi y enchufes para Iphone. Y no somos más de ocho en el salón, incluyéndome. ¿Quedó?