Parte de Inteligencia 16
Hace dos años compré un lavasecarropas en 18 cuotas. Dura siete horas el trámite pero lo imprescindible se seca durante la noche. La ropa de la escuela está tibia a las 7.30. Lluvia, ni nos vimos.
Al final a Patricia le rompieron el protocolo. Se habló poco de esto después de la manifestación del 23 A, primó la necesidad general de hacer sanguchito con los estudiantes porque son la levadura, etcétera. Pero se lo rompieron. La recuperación de la calle, llamémosla así, fue un hito primario del gobierno, algo que podía apuntarse en el primer cuatrimestre, que las promesas de campaña se cumplen, y ahora ya fue.
Se aclara el panorama, no era un tema de formas, sino de cantidades y procedencias. Una marea humana de blancos con todos los dientes disipa a la policía y no al revés. Ahora le va a costar a la ministra de Seguridad retomar el perfil más heavy. El verosímil se construye o se destruye, compañeros, y la política de calles abiertas quedó tocada. Aun sabiendo que la Argentina da revancha, en el próximo piquete y cacerola a los organizadores les resultará más fácil incumplir el protocolo. Y si el gobierno actúa quedará más expuesta la desigualdad en el trato por niveles socioeconómicos.
Que el Estado no sólo administre el conflicto callejero sino que lo evite es una promesa que resume dos deseos populares que pueden ir perfectamente en yunta: circular por donde se me cante, y las ganas de matar a aquel que nos recuerde, por fisonomía y hábitos, que una vida más miserable está ahicito nomás. Los estudiantes, por ser el pan, la sabrosura, y socios de los mismos clubes que los funcionarios, no despiertan esta animosidad.
Ahora, ojo, el fenomenal éxito de la marcha pudo ser sólo una apreciación subjetiva con muchos voceros interesados en presentarlo de esa manera, los medios afectados por la extinción de la pauta, los dirigentes opositores, pero la aceptación del éxito por parte del gobierno la hace objetiva, constitucional, y así es como se le volvió una derrota enorme y hasta un mal augurio para lo que sigue si no empiezan a salir cartas buenas. Regalaron demasiado fácil la historia del día.
Es interesante el caso porque el ejecutivo libertario tenía quinientos ángulos para abordarlo antes que reconocer un error. Le fue mejor con el primer rechazo a la ley ómnibus que con una protesta cuyo valor está en el aire, en la interpretación social de los signos flotantes, y no en un conteo con fuerza legal. El gobierno podía manejar desde la indiferencia total, un no comments, el aire es libre el aire es de todos, hasta sumarse de alguna manera al happening, repostear, fingiendo demencia, desde la presidencia, las historias de Instagram de mi mamá se recibió de médica pese a ser adoptada, amplificar la presencia de dirigentes opositores o, sin negar la desfinanciación evidente, calzarla dentro de la misma narrativa que explica, y permitió tolerar hasta aquí, la licuación de salarios y de jubilaciones. Aceptaron completamente los libretos escritos por Los hombres sensibles de Flores. La marcha, que podía ser la toma de judo para exponer a las universidades en su ineficiencia, fue la gran oportunidad de salvarlas protegidas con el “Iron dome” del buenismo absoluto.
Al gobierno se le angostan los tiempos para que el gato muerto rebote y se dé por bueno históricamente que el ajustazo era el paso inevitable para que asome la esperanza de un crecimiento imparable. Milei perdió el momentum. Fue el martes. Su discurso del lunes quedó, entonces, descompaginado, y el del miércoles, en la Fundación Libertad, grotesco y fuera de timing. Todo quedó bajo el abrilazo estudiantil.
Cayó en un clásico: la sobreestimación de la propia fuerza. Que la habilidad que te hace subir crea la suficiente estática como para impedirte bajar. Y que no hay que pedalear todos los días, todo el día. Y esta presidencia sólo puede funcionar si sostiene la rabia por un lado, avivándola, más o menos, pero no aflojándola, y con resultados por el otro. Todos los días un quilombo y un recorte. El sonido de la motosierra por los altoparlantes de la ciudad y góndolas llenas con más pavadas, electrónicos a precios internacionales, ropa mucho más barata para soportar la recesión con algunas rebajas. Si resulta muy triste que así sea, eso es tema de un Parte Sentimental.
La comunicación del gobierno debe ecualizar los hechos a su favor y requiere de sistemas de reproducción ideológica que estén a la altura. Si las internas oficiales movilizan a las facciones a desconocer esta idea tan simple y hacen un Ezeiza en los pases entre programas de La Nación + el experimento libertario solista decantará pronto en una coalición de gobierno con el PRO para sostenerse.
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Segundas oportunidades para tres artículos del año pasado.