Parte de Inteligencia 13
Olviden el debate, muchos compañeros se preparan para votar a Milei aceptando el precio de elegir a la persona más extraña que elegirán en su vida para algo. Extras.
Ya termina este calvario, compañeros.
El domingo a la noche tendremos un presidente electo que será un incompetente bizarro o un truhán competitivo. Nuestra predilección por el voto en blanco ya la hemos expresado, aunque no es para jactarse. Revela que lo de uno no fue lo suficientemente competitivo, que no se abrió paso o que ni siquiera existió. Que uno forma parte de una minoría incapaz de encajar siquiera incómodamente en una mayoría. No tendría problemas en contar mi voto, si fuera positivo. Mi track record de este año es Larreta en las PASO y Bullrich en la general. Tampoco puede ser una mordaza ni comporta una pérdida de nuestros derechos ciudadanos votar en blanco.
El voto a Milei tenía desde las PASO y hasta el debate de la primera vuelta una expectativa electoral enorme. Podía su presidencia loca dar el puntapié para una explosión, el desastre final que rompa la inercia y dé las cartas de nuevo en la economía, en la vida. Era un voto de liberación para los más postergados y de rabia para los que pagan impuestos y se enojan con que no la ven en obras ni hospitales ni escuelas. Antes del final explosivo esos votantes tenían una esperanza: que sea verdad que la motosierra, el ajuste severo de clavijas, la suplantación de la moneda nacional trajeran el orden esperado. O sea, era un voto con dos tiempos: a) que la llamativa agenda funcione; b) que si no funciona reviente todo como consecuencia de intentarlo.
Pero con la doble campaña de miedo de Massa y Bullrich contra él para la general, Milei empezó a hocicar. Lisiaron al loco cuando la hora electoral reclamaba un insensato arrogante que hiciera saltar a los niños de los asientos de las aulas y los hiciera ganar el patio. Cuando el Papa dijo que había que tener cuidado con el Flautista de Hamelin, Milei tenía que ser ese Flautista de Hamelin y seguir soplando para sumar los veinte puntos que le faltaban. ¿Cómo le vas a hacer caso al Papa si estás loco?
Milei no debió bajar sus banderas. Escuchó a los periodistas y no a su corazón de niño índigo. Atendió el consenso que le decía que debía ordenar sus locuras y reprimirlas. Moderarse, empastillarse, en lugar de alimentar su fuego y comprar miles de motosierras de juguete para halloween y adaptar un camión mosquito de cincuenta metros para llevar su pasión destructora por las avenidas del GBA con música de los Pibes Chorros. A esta campaña le faltó el hijo de puta correcto, y seguramente le sobraron ladrones de viáticos. Tenía que bailar con el fantasma de Evita, dirigirse a los queridos descamisados del presente, con una pasión desprovista de razones.
La adopción de un sentido común kirchnerista state of mind lo castró completamente y Milei escondió la motosierra. Sin su barco insignia, el candidato se arrinconó solo, no quiso preocupar a Novaresio y sólo dio pena. Así, los votantes opositores se quedaron sin propósito. No habrá solución por las malas, ni por las buenas. Sólo tienen como candidato a un pobre tipo llevando la inmensa carga de funcionar como un burgués normal y corriente. El estatuto ideológico de la época se llevó puesto al mileísmo. No pensaron desde el corazón desdichado del gil trabajador que podría amar a Lilia Lemoine sino desde la Asociación Argentina de Actores que no la aceptaría entre sus socias. Se entiende la funcionalidad de las solicitadas de las mil mujeres o la hiperactividad del ex ministro de cultura de Macri, Pablo Avelluto, que hoy arrancó 5.50 am a tirar hate a la candidata a vicepresidenta Villarruel, para fomentar el consenso de que hay un candidato de los dos que rompe con todo lo bueno y lo bello de estos cuarenta años. El propósito no era que Milei y sus votantes entraran en razones sino que él saliera de la posición de outsider en que brillaba más y se convirtiera en una mala versión de ellos mismos.
Tengo para mí que Milei puede tener de loco lo mismo que de cagón. Y así como en la llamada pandemia estuvo con el barbijo hasta el último día, muerto de miedo, aquí no pudo sostener su delirio y llevarlo a fondo, que es el pacto ficcional que tiene cualquier loquito con sus seguidores. Él mismo debe haber creído que el resto creería que la motosierra era real y no una metáfora. Por cosas así, compañeros, hay que cultivarse y desarrollarse artísticamente en cualquier rubro, seas de derecha o de izquierda, para separar la cosa de la representación de la cosa.
El día después del debate se multiplicaron miles de frases que Milei pudo haberle dicho a Massa, contestaciones ideales, el espíritu de la escalera de todos los consumidores contreras de la política. Javier no habría podido usarlas. Pudo seguir una sola indicación que era no enloquecer y los ojos saltones se le volvieron ojos tristes, al borde del llanto. Sosegado y queriendo agradar no pudo improvisar porque, además, creo que carece de maldad y se queda recibiendo los golpes que un día lo resentirán fuerte, pero no a tiempo. Sus condiciones psicológicas además le impiden atender cuestiones concretas, fijar su imaginación en las personas. No puede ponerse en el lugar del sufrimiento del otro. Que no es sufrir con el otro sino reconocer un dolor hasta para poder usarlo en un debate presidencial. Milei no registra los datos de la experiencia humana ajena. No puede estar mentalmente en el Belgrano cuando lo hunden. Es su condición. Por eso su liderazgo no podía ser ejemplar, como pretendió ser el de Bullrich, sino sólo instrumental. Cualquier intento de adocenarlo le quitaría su encanto y se lo quitó. Ahora depende de la aritmética, de la fuerza del antiperonismo pero ya no de la suya.
Entre los votantes de Milei hay más emprendedores, trabajadores digitales, más profesionales liberales; entre los de Massa, más trabajadores formales, públicos o de industrias protegidas, y naturalmente la mayoría de los llamados trabajadores de la cultura. Los pobres están perfectamente repartidos con un corte no muy fácil de establecer. Todos argentinos, todos parientes entre sí, misma lengua, mismos amores, este balotaje corta al medio una clase de yoga en Belgrano o una reunión de padres en un merendero de Claypole.
Con Massa la expectativa es un siga siga, pobres pero acostumbrados, sin innovar. Que todo siga funcionando igual aunque funcione mal. Estirar. Si Massa incumple la promesa a su media sociedad electoral es un tema del día después. Sobre él, se repite una frase atribuida a Kirchner: “este es como yo, pero más hijo de puta que yo”. Lo que sería un elogio. En los años kirchneristas, Néstor fue el elegido de Silvio Rodríguez. Hacía que mataba canallas, fue de planeta en planeta buscando plata potable y cavó trincheras para estacionar a los soldaditos de Máximo. Proporcionó por años entretenimiento y cash, cuotas que mantuvo su señora, que le agregó además duelo, sillas de ruedas y perrito blanco. Fue nuestra primera cosplayer. No se privó de nada.
Pero si Kirchner había descubierto que con la Argentina ya se podía hacer cualquier cosa por la descomposición social, y lo hizo, y se puso a dirigir el tránsito nacional de egoísmos, Massa no sólo aprendió esa lección mayor sino una más útil: descubrió también que con los kirchneristas se puede hacer cualquier cosa. Redujo a Cristina a Tik Tok, a Máximo le vendió un terreno en Vaca Muerta y creo que si es presidente a Kicillof se lo come con papas.
Me voy, compañeros, el viernes hablaremos de otra cosa. Si le dedicamos más tiempo somos socios de gente que no resuelve nada, que muy probablemente empeorarán nuestra vida, el medio ambiente, el Riachuelo, el túnel que cruza la 9 de Julio, la ruta del desierto, todo lo harán pelota un poquito más, un muchito más. Y sólo zafarán los corredores que unan las explotaciones mineras entre sí.
FIN
¿Leés seguido y no colaborás? Qué papelón. No me dejen caer. No está hecho con inteligencia artificial, hay un compañero que está tiki tiki tiki.
El compañero Martín Rodríguez se expidió en Panamá Revista sobre el debate.
Mi amiga Bárbara Fonrouge te cuenta cuál es tu color según el día en que naciste…. Día por día. Creer o reventar, compañeros. Seguidla, sabe un montón.