Son cosas que no deberían pasar, que dan miedo, pero pasan, como cuando Instagram adivina lo que estás pensando y te muestra un set de trefiladores de bronce para pasta. Simón tiene seis años y sabe muchísimo de fútbol, por el FIFA, por lo que escucha de los youtubers, de la tele cuando miramos los partidos, de sus compañeros de la escuela y de las figuritas. Cuando va al baño, o cuando está bajo la ducha, arranca con el interrogatorio sobre quiénes son mejores en tal puesto, o quiénes lo fueron en el pasado, o quiénes jugarán en la selección en el próximo mundial y yo no estoy en buenas condiciones de responder jamás porque no retengo nombres nuevos ni semi viejos. Mi memoria del fútbol es lo que haya pasado bajo las presidencias de Rafael Aragón Cabrera en River, Alberto J. Armando en Boca y Santiago Leyden en Ferro Carril Oeste.
La cosa es que me preguntó hace un par de días por arqueros de otros tiempos. Le había quedado grabado, de otra conversación durante el verano, que Lev Yashin, la araña negra, había sido el mejor arquero de la historia, ese tipo de cosas incomprobables. Pero que funcionaba bien como cuento porque tienen un amigo llamado Lev Iglesias, de papá argentino y mamá rusa. Entonces, le enumeré los que me sonaban de las figuritas y de los mundiales. Ah, pero la condición es que no podían ser argentinos. Yo me moría de ganas de hablarle de Luis Landaburu, a quien sigo en Instagram, y que se comió el banco casi toda su carrera porque era el suplente de Fillol en River. Pero, bueno, fui por los que sabía de afuera: Leao, Dino Zoff, Sepp Maier y Jan Jongbloed, el holandés.
Cuando mencioné a Jongbloed me acordé que había sido algo así como el jugador de más edad del mundial ‘78, tenía 37, y entonces me pregunté en qué andaría, dónde viviría y, en realidad, si ya había muerto y cómo, porque me interesa cómo mueren los arqueros. Y, bueno, yo me anoto estas cosas porque todo puede servir para alimentar el correo, y ayer mientras hacía tiempo para retirar a Amparo de su clase de baile entro a Google a ver qué había de Jongbloed y caigo que el tipo se murió exactamente ayer. A los 82, y de una larga enfermedad. Ese es el tipo de cosas que no quiero que pasen. En otra oportunidad me pasó lo mismo con el Pato Carret. Pregunté en Twitter qué era de la vida de Carret porque sí sabía objetivamente que era el único de los Cinco Grandes del Buen Humor que no había muerto y, a las pocas horas, murió. Esa correspondencia entre el interés repentino y accidental con alguien y que muera es algo de lo extraño, pertenece al lado B de la vida, algo que parece controlado por algo o alguien y que nos hace sentir unidos muy directamente al hecho. Como estaba escrito que Jongbloed iba a morir, ¿Simón preguntó por arqueros y yo lo recordé y anoté su nombre, y no el de Dino Zoff, para ver qué era de su vida o fue que murió como consecuencia de mi interés?
De lo extraño hay algo que me angustia más y es el presentimiento. Prefiero sorprenderme o lamentar algo que presentirlo. Hay presentimientos de todo tipo, y es cierto que hay algunos que son más que nada sabiduría acumulada como en el tango “Uno” cuando Discépolo escribe: “Si yo pudiera como ayer, querer sin presentir”.
En otro orden, le puse muchísimos huevos, no sé cómo decirlo mejor, pero no pude seguir con la serie “The Bear” que se puede ver, e incluso no ver, por Star+. El protagonista, que se llama Carmen (sin prejuicios) tiene cara de pavo, está como atónito la mayor parte del tiempo por situaciones normales de la vida, hay demasiados gritos. Dentro de los círculos de blancos privilegiados en el que me manejo, aunque interactúo poco y me pierdo cosas, la serie es muy bien considerada, “qué bien está The Bear” o “guau, tal capítulo con Jamie Lee Curtis”, estoy seguro que ven algo que yo no, quién sabe porque las capas de cinismo me hacen insensible, pero yo sólo veo un gran quilombo en torno a hacer un restaurante, con boludeces vocacionales de todos, temitas con los papás, indefiniciones románticas e infinitos lugares comunes para ilustrar cada tema. A lo mejor para gente más jovencita va, para la generación de cristal que reflexiona mucho sobre el esfuerzo que hace, para influencers gastronómicos que pueden ver representadas las vicisitudes de la gente con la que tratan, pero todos los gritos de los actores son fuera de lo normal, se ve que nos están queriendo decir algo sobre la sociedad, alzando la voz, sobre el tiempo que vivimos, pero no lo pesqué de ninguna manera. Hay que tener gran paciencia también con las tomas cerradas en espacios pequeños y el movimiento loco de la cámara para captar los gestos de los actores, aunque en esto estaría el virtuosismo de los creadores. Para mí está terminada. Me da un poco de curiosidad saber cómo les queda el restaurante nuevo al final del camino pero lo voy a resolver con fast-forward.
Nadie preguntó pero yo miro series en el Ipad cuando estoy en la cinta del gimnasio caminando a velocidad y con gran elevación. Voy a seguir hoy con “Salvar al Rey”, la miniserie sobre el atorrante del Rey Emérito de España, don Juan Carlos. Vale mucho la pena. Son tres capítulos, vi dos, voy por el tercero. La dan en HBO.
En otro orden, si uno baja bien el sonido de la sala va a escuchar como toda la política, la clase política, la casta, empieza a ajustar positivamente hacia Milei. El primero fue Macri la noche de la elección, que estaba como chocho por el resultado, y se ve que no sólo por la caída de Larreta, su gerente que quiso más, sino también porque el triunfo de Milei acerca a la Argentina a su deseo revelado de semidetonar cosas, que es la variante softcore del plan motosierra de Milei. A Maxi Pullaro, el candidato a gobernador de Juntos por el Cambio en la provincia de Santa Fe, le preguntaron qué votaría en un eventual ballotage entre Massa y Milei y dijo claramente Milei. Totalmente entendible, Milei ya ganó la presidencial en Santa Fe y volverá a ganarla. Pullaro lucha por su vida. Para no ser menos, el actual gobernador peronista Perotti ha dicho lo mismo. En segunda vuelta, entre Bullrich y Milei, votará a Milei. Acá no se va a dar nadie por jubilado. El primero de todos, Macri, que aspira a una supervivencia de kingmaker, lo mejor que te puede pasar si no sos el el king, eventualmente y, con mucho viento a favor, un salvador de la patria ante la posibilidad de un gran desmadre y que él se asuma como un puente entre sectores o bandas.
En el mundo del elenco estable de la política, unos trescientas personas que sobreviven, con o sin votos, pero morfando todos los días de primera en Puerto Madero, en La Recova o en Elena, se aplica la idea de que el liderazgo de Milei va a ser efímero como consecuencia de su falta de experiencia en llevar con la correa a seres humanos, menos leales que los perros pero igual de hambrientos, y en que el mismo día que asuma el poder comienza su desgaste. Todo lo que falte en la mesa de Navidad va a su cuenta y a la de Karina. Por otra parte, el cumplimiento de su, llamémoslo, programa de gobierno es imposible, pero no suena verosímil que baje el caballo por izquierda y pase Año Nuevo tomando cachaça con Lula. Así que algo van a tener que intentar. ¿Cerrar Télam, Aerolíneas? Algo va a haber y algo grande va a ocurrir en defensa de estas fuentes de trabajo, de soberanía informativa o aérea o de privilegios. Y con la malaria más el quilombo más un liderazgo que empieza a menguar en cuanto asuma, bueno, todos en los restaurantes interpretan que vuelven al bolillero en 2024.
O sea, hay un ojo en vivirlo a Milei como consecuencia de su falta de cuadros para administrar el estado. Lo que no significa que haya gente en condiciones de hacer bien el trabajo, sino ya lo hubieran hecho, compañeros, sino que hay gente experimentada en las botoneras ministeriales que pueden simular condiciones. Por ejemplo, Germán Garavano ya precalienta como ministro de Justicia de Milei (o de Bullrich) en nombre de Macri, tal la pasión por el derecho del ex presidente. Lo mismo Guillermo Dietrich, Francisco Cabrera o Andrés Ibarra, si no le va bien en Boca Juniors. Guarden este párrafo.
Y hay otro ojo puesto en quedar presentables después de la Pascua de Milei que viene sin resurrección. Porque tanta suerte no va a tener.
Como decía Roberto Giordano, nos vamos moviendo las cabezas.
FIN
Compañeros, ajusté las contribuciones de este mes a la nueva realidad tarifaria del Café Cuervo que es mi paritaria.
Se puede apoyar con 1 Flat White, el viejo café con leche, o 2 o 4.
Hay un botón en dólares para los compañeros que viven all’ estero.
También dos botones de one shot que sigue la evolución de los precios de lista de los últimos libros de Emmanuel Carrère y Pablo Gerchunoff para los compañeros que prefieren no suscribir pero que se mueren por apoyar este newsletter que no tiene más propósito que mi lucimiento personal.
¿Ja, ja?
Buenísimo Schmidt!