Nimo No Perdona 2
Puedo comer claras de huevo, bifes, pollo, polenta, queso brie, yogur deslactosado, chocolate 80%, bananas, almendras. No puedo comer yemas, ajo, cebolla, pistachos, helados ni fideos. Extras.
Me enteré esta semana de la expresión INCEL que refiere a los célibes involuntarios. Sori si llego tarde. Se trata de un subgrupo dentro de la juventud mundial que engloba a quienes no pueden encontrar equilibrio erótico con mujeres, algo de calidad, al viejo estilo, conocerlas, invitarlas a tomar un helado, luego una peli y, al fin, indisfrunguendisheguen. No pueden salir de la base, proyectarse a la burocracia del noviazgo y a los hijos eventuales que inauguren una pyme familiar. Son vidas que están arrancando pero que no contemplan peldaños institucionales, saldar el vínculo con la madre, y preanuncian un desgaste biológico sedentario sin la aventura, la felicidad y la amargura que provoca el roce. Sólo, siempre, la misma lluvia, sin ningún amor. Pero no las pueden ignorar a las mujeres. Las objetivan como parte de un problema comunitario con sus quejas, sus planteos, sus uñas largas, sus dolorosas transiciones hormonales. Los Incels tienen como pilar doctrinario el enojo que las chicas les despiertan y ejecutan un desprecio sistemático y solapado en redes sociales. Es la misoginia de siempre pero con la novedad de no haber probado jamás la fruta.
Este colectivo, se ha dicho, es el núcleo emocional del mileísmo, su juventud maravillosa, no porque tengan grandes o pequeñas ideas sobre la economía, puede que no piensen en organización económica, clases sociales y propiedad, sino porque el liderazgo carismático de Milei se ha forjado, entre otros hitos, por maltratar mujeres en televisión y conferencias, además de que no pudo constituir relaciones románticas reales. Es al menos lo que ha dejado ver el presidente y ya en ese nivel sólo se imprime la leyenda. Como ya dijimos en agosto de 2023, sin saber de los Incels: “Milei inventó algo, su personaje, y entonces fue lo fresco, lo descarnado y lo verdadero. Un romántico peculiar que interpretó la oscuridad que hay en el corazón de los adolescentes varones. Así como la saga de vampiros atrapa a las niñas pacatas; el virgen a los cincuenta de Milei, popular, exitoso, hace pensar que, sin el embrollo amoroso, ni las consecuencias penales de desear, sin el sufrimiento de los vínculos, se puede llegar a algo, y que en la virginidad hay una oportunidad, que apichonarte con tu hermana, como un emo solitario es posible y tolerable”.
Qué pudo haber pasado para que estos jóvenes no conecten con las mujeres, cuando ya son todos egresados de escuelas mixtas. Las razones deben ser coleccionadas una a una, difícil la teoría general, incluso una teoría trucha, pero es inevitable decir que en los ultimos años se llenó de miedo a los varones sobre las consecuencias de tener un comportamiento simplemente activo con el llamado otro sexo. No violento, claro. Violento siempre estuvo mal. Siempre fue sancionado. Habrán sobrevivido los más inteligentes o aquellos que tuvieron la suerte de que una joven conectara primero con ellos y los avivara respecto de todo lo que puede dar una relación. De manera complementaria, los autores ideológicos del mileísmo, del producto, se encargaron de completar listas con mujeres atractivas que no renuncian a usar su potencia física. En el mileísmo se comprende la adolescencia como la comprendía el acomodador de los cines triple x.
Así como Kirchner reclutó los restos que dejó la democracia desde su restablecimiento, desde Bonafini al último Moreau, al viejo estilo de cash y expectativas, para usarlos en contra del peronismo y dominarlo, Milei se abasteció de decenas de subgrupos de indignados, los que alquilan, los que andan en moto, los que que nunca abrazaron a otra mujer. ¿Esto pasó de casualidad o es un capítulo de la conspiración con la que especulamos acá?
Ahora sí, la primera Perla Blanca de hoy es para el Taller San Jorge, un boliche en la esquina de Federico Lacroze y Fraga donde se restauran pavas, cafeteras, ollas y sartenes. La vida de un cacharro no termina hasta que lo tirás voluntariamente o lo destruís. Pero perfectamente puede durar cien años, pasar de abuelos a nietos, se pueden rearmar, soldar y pegar. En San Jorge son especialistas. Los arreglos pueden ser en el acto o con algunos días de diferencia, dependiendo las comandas acumuladas. La semana pasada me llevé el asa de mi cafetera italiana soldada en el acto. Mientras hacen el trabajo se pueden ver sobre varias hileras de estantes las ollas de todos los tamaños en que éstas se fabrican en el mercado argentino, así como sartenes, pizzeras, woks. Mi principio general es no tirar nunca nada hasta que realmente ya no pueda más (ya sé que nadie preguntó). Tengo muchos pares de zapatillas, todas restauradas por zapateros que le duplicaron el tiempo de vida. Las zapas muestran las costuras pero si tu propósito no es hacer pinta, apenas caminar cómodo como doctor House, pero sin hacer ruido como Astroboy, creo que es lo que corresponde. En estos días, en caso de tener un mango extra, que de casualidad sobre, no corresponde gastar de más en absolutamente nada excepto dólar mep, si te depositan, o blue, si te dan la viva.
La primera Perla Negra es para la pizzería Imperio, en Corrientes y Federico Lacroze, cuesta creer que con ese regalo de la naturaleza que es la disposición geográfica, más la publicidad gratuita que reciben por el infinito de menciones que tienen en redes, más que la pizza es el alimento básico del pobre, y los pobres son cuarenta millones, no puedan proveer mejores condiciones. Que los baños sean más dignos, que la iluminación sea menos mortecina. Capto que el empresario puede razonar, si no está roto no lo arregles. Creo que corresponde hacer un lugar común de que lo que ofrecen hoy es basura. Irregular, completamente, como sale del horno, para el que come de parado, apurado, rajando. La que llega a la mesa suele ser más digno, quien sabe los mozos controlan el producto para que no se lo reboten quienes van a dejarle la propina, en caso de que algún cliente entienda algo de lo que va a comer. Normalmente improbable. Releo y me doy cuenta que ya hice un referencia a Imperio acá, tenor parecido.
Inauguraron ooooooootro bar restaurante en Chacarita llamado La Imprenta porque se armó muy low budget en un local que era una imprenta. Comida del magreb, interpreto, porque ofrecen Shakshouka. No sé. Entré a mirar la carta, debería estar pegada en el vidrio, y salí en cuanto me dijeron que el QR, etcétera. No, compañeros. Es insoportable tener que abrir el teléfono para algo más que el infinito de interacciones que se sostienen a diario. Para la carta, no. Por favor. Con QR no me siento, no como, nada. Entiendo que la inflación obliga a la corrección de precios permanente y que parece más prolijo toquetear digital, pero no te explico la satisfacción de leer un papel borroneado en lápiz. No lleva más tiempo que cargar los numeritos en la web. Sigan este consejo, papel pesado, bien impreso y el espacio para los precios en blanco y lo van cambiando con lápiz. Con seis de esos envueltos en seis bonitos folios compran seis meses y retienen clientes. Aquí se fue una Perla Negra.
Otra Perla Negra dura es para el paseo que está al lado de la vía del Mitre en Barrio Chino. No la que está pegada a la estación, la otra, la que arranca en Olazabal al 1800, al lado del espacio Quetrenquetrén. Supongo que no ayuda ir un sábado a la noche, porque la multitud paseando sobre una cuadra angosta y con cientos de bolichitos es abrumadora pero insólitamente no hay baños. Mandan a la gente a pishar a mitad de cuadra donde hay tres inodoros para las damas y tres para los caballeros, sin mingitorios. La cola del sábado era como el Ramadán. Comimos en un lugar llamado Bada, una condena, también sin menú físico; lo que impidió mi rebeldía completa fue el hambre desaforado de las criaturas. Los señoritos comen Ramen, me enorgullece que no coman solo milanesas o moñitos, pero el lugar es imposible. Un local grande, ojo, también sin baño. ¿Eso está permitido?
Perla Blanca final para Julián Kartún quien hace el papel de Caro Pardíaco en Olga, uno de los canales de streaming disponibles y que son como la nueva televisión. Kartún interpreta desde hace algunos años a una minita idiota que para que sea digerible, pase el filtro de la sospecha y no sea catalogado como misógino es hija de un empresaurio. Caro saca la ficha de la forma de hablar, exagerando aspectos, y hace matar de risa a Yayo Guridi, el conductor del espacio, lo cual es un gran honor, porque Yayo es un grandísimo cómico, que debió ceder mucho escenario por el pánico a la cancelación que tomó del cuello a los dueños de medios y productores y aprisionó la genialidad de muchos artistas. Fijaos que si tuvieron miedo personas grandes, con años de terapia, patrimonios y matrimonios, cómo habrá sido la movida para los incels, compañeros: qué habrán sentido a los 15, en el colegio, un año antes de quedar habilitados para votar.
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¿La vi?
Julián Kartún, seguramente entre los cien mejores argentinos vivos.
Caro es lo más.