La fe de los convexos
Israel sólo puede hacer la guerra si quiere sobrevivir y, además, ganarla rápido, porque cada daño colateral será apuntado como la bomba de Hiroshima. Extras en esta edición.
Compañeros, gracias por sintonizar. Al final de mi vida cuando los ángeles me pregunten durante el ascenso qué hiciste de tu vida, cómo crées que te fue, de qué te arrepentís, de qué te jactás, sin duda voy a mencionar la suerte de no haber viajado a la playa en la larga Semana Santa de seis días de 2024 y no comerme 9 horas de ida y 9 de vuelta en las rutas 2 y 11. Sucedió sin querer, buscamos casa por Airbnb en Villa Gesell, Mar Azul, Las Gaviotas, Mar de las Pampas y sólo nos encontramos con viviendas ensambladas por monstruos, colchas Palette turquesas, sillas de algarrobo, mesadas de fórmica, tablas negras de inodoro, todo iluminado con luces de tubo. Unas fotos de promoción de las viviendas sacadas con tan poco interés que hacía pensar que estaba alineado con lo que se podía esperar. Aun estirando el presupuesto más allá de las posibilidades, el panorama era similar, se agregaba la foto de una tranquera y un tobogán. Dios colabora de maneras inesperadas para no agregar más experiencias abominables a los atascos inevitables de los días regulares en Buenos Aires.
Y entonces no fuimos y estuvo todo de diez igual. Las redes sociales dan muy buena forma a los discursos antinatalistas, antipibe, mediante los cuales, si se pasan muchos días con los hijos que se decidió tener, sin instituciones de apoyo, estos son un infierno. Entonces hay que ir a algún lado. Son textos que pasan de conversación liviana entre padres, no doy más, a doctrina pública: es demasiado. En las viviendas acomodadas de Colegiales, Chacarita y Palermo los niños reciben repetidas veces la idea de que, en el fondo, son un laburo, casi desde el mismo momento en que se los retira de la escuela y no caminan disciplinadamente hasta el auto, hasta la hora en que trabajosamente se los acuesta y luego vuelven a ser un fastidio cuando no se quieren vestir. Una paternidad que no se autoriza del todo a tener autoridad, ahora a la cama, pero que tampoco puede llevar a fondo su modelo finlandés de crianza, con tiempos eternos, porque nadie vive con un laburo y, entonces, se desboca cuando, de verdad, no puede más. Para descansar, entonces, nada mejor que renovar los formatos de vacaciones sacrificiales con cientos de horas que deben ser aprovechadas en la playa, tostándose, y escapándole a la ola.
Mi vida va bien, va bien, va bien, hasta el semáforo de Lacroze y Zapata. No hay modo defensivo de conducción, respetuoso de las leyes, temeroso de la autoridad, acomplejado con los peatones que impida quedar mal encuadrado respecto de la cebra por la que deberían cruzar los civiles respetuosos de las normas, temerosos, acomplejados, etcétera. Y son solo las 8 am. Pero los atascos más crueles me resultan hoy los atascos de las plataformas digitales de los bancos y hospitales, centros de salud y diagnóstico. Ayer después de solo diez pasos logré mandar una orden a Fleni, a mediodía, para hacerle una ecografía a Simón que tiene algo así como sinovitis en la rodilla derecha. ¿A ustedes le contestaron? A mí, a las ocho de la noche, cuando el niño ya estaba en una silla de ruedas de la Clínica Zabala esperando un sobreturno, y somos privilegiados, claro. Nada para decir de los profesionales, siempre impecables, más o menos empáticos, pero siempre agotando un protocolo, no zafando, con muchos médicos de sudamérica que justifican, sin duda, que paguemos la universidad también para ellos; pero esas rutas de comunicación están diseñadas indudablemente al servicio del prestador y no de los pacientes. ¿Descubrí América? Sigo: ponen muy baja la vara de la demanda para que se sature enseguida, para que pienses diez veces si querés seguir jodiendo. Hay un gran hijo de puta detrás de estos softwares, con el mismo tipo de inteligencia y cálculos matemáticos que se usan para sobrevender pasajes.
Claro, la gente va mucho más al médico de lo que hace falta, ayer la Clínica Zabala era el 17 de octubre de las patologías, todos con la banderita de yo también me siento mal, pero no es menos cierto que las cuatrocientas notas que se publican por día en los portales paranoiqueando a la población, con enfermedades y cuidados, son para estimular las consultas, las ventas de remedios, y están todas pagas por lo laboratorios y la cámara de centros de diagnósticos para tener laburando los aparatos las 24 horas buscando lipomas, papilomas y pólipos. Para que el velo mercantil no se corra nunca, siempre, entre los pacientes que vamos de sport y ropa de gimnasia, los visitadores médicos, empilchadísimos, que agarran todos los sobreturnos para ellos y llevan sus bolsas de muestras gratis para crear junto a los médicos la base de consumidores crónicos de remedios.
Volviendo al viaje que nunca hicimos, la sola mención de las paradas ruteras me hunde normalmente en una gran desesperanza, lo patético de la repetición: Chascomús, Dolores, Castelli. Somos un pueblo condenado a un miniturismo previsible, cantado, por la falta total de infraestructura, el transporte de cuarta, sin cambiar de idiomas, casi sin cambiar de acentos ni de gastronomías, haciendo trending topic a las medialunas de Atalaya o al sándwich de crudo del ACA, una vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez. Este pueblo no se mueve. Como cada 24 de marzo. Excepto una ínfima minoría de compatriotas, nadie viaja al exterior, nadie conoce, ni conocerá, otra forma de armar los sándwiches por muchísimos años, por muchísimos parlamentos, presidencias, ciclos lectivos. Somos un largo, ancho y poblado Berlín oriental.
¿Cuándo se hizo bosta Villa Gesell? Mucho después que Perú. Pero la avenida 3 empeoró más que la avenida Tacna. Ojo, a veces pienso que no, que la avenida 3 siempre fue esta cagada de ahora, y que sólo siguió su propia línea de puntos mientras que los que deseamos Gesell en los años ochenta, nos internacionalizamos en los noventa y nos abrimos. Lo pienso ahora, el Bar Nostalgia de la 3 entre 105 y 106, donde pasaban las canciones de ese momento de Serrat y Aute en los años ochenta ya tenía en el nombre lo que se esperaba para el pueblo, un presente eterno que debía asumirse como viejo automáticamente. Otra hipótesis, ojo Conicet: todos los años sin crecer de la Argentina provocaron que la periferia influencie al centro más que el centro a la periferia. Así es como Villa Gesell se hizo gris como Río Gallegos. Incluso ciudades encantadas por la naturaleza como Bariloche o Villa Pehuenia se cargaron de maxi kioscos con bafles apuntando para afuera con cumbia.
Esta Semana Santa estuvo un poco más conversada que de costumbre en la élite cultural porteña la cuestión de la religiosidad. Siempre deplorada, ahora reivindicada, entiendo que por la naturaleza inhumana que acompaña la ejecución del ajuste, con la soberbia de un ejército de ocupación de economistas blancos, salvados. También hay una preparación de las elites para los siguientes desafíos electorales que pueden tener a Juan Grabois como figura relevante, virgen hasta ahora de responsabilidades estatales, cargando la cruz de los desposeídos, armando una pastoral nacional, un muchacho de mediana edad, fresco para ingresar a la picadora de carne, con un texto de reparación y el auspicio del llamado Santo Padre. La tendencia se consolida: la democracia argentina se apoya más en la magia que en las leyes. Con las leyes no podemos.
También es una reacción global, hay matanzas de cristianos, de judíos; los musulmanes crecen 4x, nosotros 1x, y quienes sostenemos la causa occidental necesitamos un marco de trabajo para movernos seguros mientras somos culturalmente amenazados por sujetos que más temprano que tarde nos harán paté de foie. Por eso subimos la cruz a una altura visible y otros ponen la mezuzá en las puertas de sus casas. Es un santo y seña, nos tenemos, más política que fe.
A mi hijo la cuestión de Dios le interesa, naturalmente, es algo demasiado grande como para eludir en la infancia, y me pregunta repetidamente si yo opino que todo arrancó con Adán y Eva o con el meteorito que aniquiló a los dinosaurios y reseteó la vida animal en la tierra. Le digo con claridad que mi posición es que fue el meteorito --que aunque pasó miles de millones de años después es más gráfico que el big bang-- y que el hombre creó a Dios porque es una especie muy imaginativa, pero que resultó tan buen personaje que se separó de su creador y agarró vida propia, como Pinocho. Dios fue la respuesta de muchas culturas que no tenían relación entre ellas para explicar por qué llovía sin parar, o porque no llovía nunca, entre miles de preguntas para las que no había respuesta. “Pero yo no puedo decirte, Simón, que Dios existe, porque yo no puedo demostrarlo, pero en casa somos católicos, exista Dios o no”.
Con Amparo rezamos hace dos noches, pero fue también más política que fe, necesitaba que se durmiera, después de un largo llanto porque la madre y Simón salieron de noche para la guardia para ver qué pasaba con la rodilla del niño que pasó el día cojeando y yo tenía que laburar un rato. Pero le dije que hay que pedir sólo por aquello que escapa a nuestro control porque lo que podemos controlar es responsabilidad nuestra. Yo arranqué, entonces, con un “buenas noches, dios, te queremos pedir que haya poca gente en la guardia así Mamá y Simón pueden volver temprano; te pedimos también para que muevan el container de la puerta del edificio y que esta noche no caguen perros en la vereda”. Amparo me dijo: “es como mandar un mensaje por celu”.
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Marcos Peña sacó su libro de autoayuda para líderes. Oportunidad de recordar este artículo de hace un año sobre sus podcasts de autoayuda para líderes.
Los Siete Locos duró 37 años en el canal 7 y lo más genial de todo el ciclo, lo que perdurará, fue una intervención de David Viñas que incomodó mucho a la conductora, que sintió que no podía sostener su té, su charla boluda con gente de la cultura, en paz. Vale mucho la pena verlo y guardarlo en favoritos.
Comencé deprimiéndome y terminé admirando como fuiste llevando el barco a un cabo de buena esperanza. Dios mío Viñas, que inteligencia y que pesado al mismo tiempo. Un abrazo
Esperá. Me tiro un tiro y vuelvo.