La falacia del costo hundido
No, no se depriman por los debates parlamentarios, rieguen su jardín, eviten las noticias, siempre como si fueran pioneros. Calor calor hace en el infierno, así que portémonos bien.
Se habrán notificado de que el diario El País de España despidió a Fernando Savater, en el sentido de echar, no es que lo acompañaron al puerto de Cádiz, salió en todos lados, Clarín y La Nación se encargaron de promocionarla mucho, ellos no despiden de mala manera a nadie. Savater era una de sus más simpáticas plumas, y es un ensayista muy conocido, estrábico, si es que esto les dice algo, vino muchas veces a Argentina, muchas, habla como apresurado, gastando a sus interlocutores, o harto, pero es natural por la cantidad de exposición a alcahuetes que tienen los escritores que vienen de afuera y las ruedas de prensa que les arman, un reportero detrás de otro, y todo rapidito porque las agendas son apretadas. Lo echaron, en el sentido de despedir, no es que lo arrojaron, por hacer demasiado públicas sus diferencias con las autoridades del diario a través de declaraciones a otro diario, El Mundo, que es el némesis de El País, el Ñuls/Central de la prensa española.
Félix de Azúa, también escritor, (no tan filósofo de compañía, como lo es Savater que no es del palo de Hegel, Nietzsche, tratadistas, sino de los que tiran tiros en la prensa), anunció su renuncia al medio en solidaridad como diciendo a la directiva del periódico “listo, dialoguen entre ustedes que piensan todos igual y son tan capos”. Está muy difícil sostener el pluralismo en los medios de comunicación, en España también, o incluso más que acá; un poco es por la mediocridad de los editores que prefieren no hacer olas antes que hacerlas que sería lo lógico si trabajás con la palabra y las ideas, pero puede tener que ver también con los sistemas de suscripción donde el compromiso del consumidor es más emocional y automático, se enojan con una nota y se dan de baja, y el medio, por ser de consumo digital, ya no funciona como gesto social identitario como verte pasar con el diario doblado, y que eso sea como usar una remera Fiorucci o tener el poster de una de Bertolucci. La suscripción online es más íntima, tiene algo moral, porque siempre hay truquitos para leer gratis, o puede ser una búsqueda de simplicidad para no apelar al truco que traba el flow y que es como esperar un semáforo más en Internet. Pero Pepe se enoja y se baja. Y después volver a subirse no es como pasar por el kiosco a comprar el diario, como si las emociones no hubieran sucedido. Pasa el tiempo. Puede que la empresa sepa sobre las causalidades que motivan las bajas y no quieren lola y las directivas periodísticas están muy determinadas por la oficina comercial, no hay ni que discutir. Entonces, van al promedio, al punto vélico, el punto exacto donde el viento que sopla determina la dirección del barco.
De ambos, Savater y De Azúa, tuve la primera noticia a través de la revista Ajoblanco que les hizo entrevistas, supongo que en distintos números de su segunda etapa, y cuyos ejemplares llegaban a Buenos Aires, y se compraban con algún atraso en ciertos kioscos de la calle Florida. También se podían leer en la hermosa librería o biblioteca del Instituto de Cooperación Iberoamericana, proyecto arquitectónico de Clorindo Testa, también en la calle Florida, (a metros o a dos cuadras, pongamoslé, del Centro Lincoln, que era lo mismo que el ICI pero financiado por la embajada de EE.UU). Ajoblanco fue una publicación extraordinaria que hacía pensar, entonces, primeros años noventa, en lo lejos que estaba el periodismo local de igualar esas marcas editoriales, aun cuando, visto a la distancia, lo local no estaba nada mal. También estaba la revista Debats que era trimestral y tenía grandes textos y fotografías. Efectivamente había un mundo mejor, bien escrito, abierto a pensar al derecho y al revés. España se afianzaba en la Comunidad Europea y también en Sudamérica donde se hicieron con algunas de las empresas estatales que se privatizaron.
Estas relaciones de tantos tantos años producen heridas. Las primeras tandas de editores de El País fueron pares del columnista, y las últimas tandas son las que aguantaron a un viejo que los desprecia. Seguramente El País podría haber mantenido a Savater, tiene 76 años, cien menos que Mirtha Legrand, pero a solo cinco de la expectativa de vida para varones ibéricos; se ve que la necesidad de mandar un mensaje al mercado fue prioritaria. Savater es un crítico de los nacionalismos, promueve que se enseñe en toda España la lengua común, el castellano, y es crítico del gobierno de Pedro Sánchez quien para conseguir la mayoría parlamentaria y sostenerse en el poder prometió la amnistía a los líderes del golpe de estado catalán de 2017.
Además, el diario El País se ha vuelto notoriamente antisionista, tampoco esto es una afrenta a su mercado, a los españoles les pasa algo con los judíos y, por supuesto, la prensa tiene una suerte de misión cultural consistente en ordenar los prejuicios populares, encontrarles razones, para que vuelvan a la circulación más presentables. Entonces se vuelve muy importante la reforma judicial de Netanyahu (tanto te va a importar) o que Israel fabrica armas, o que tiene sus propios religiosos ortodoxos, esto con la intención de armar un empate psicológico con los yihadistas.
Lo que me gusta o interesa más de los españoles es que para ellos el español, el castellano, es su lengua materna y nativa, no una lengua prestada o adoptada por inmigrantes para entenderse con los demás, como la mayoría de nosotros que no descendemos de españoles, o al menos no enteramente, yo lo soy en un cincuenta por ciento, López por el lado de mamá, just López. Me gusta pensar que eso da una confianza extra para hablar. Cuerpos que hablan hace mil setecientos años igual y no cien, como yo, o la mayoría de ustedes, todos aprendices.
A mi me parece espectacular ser argentino y escuchar nuestro español criollo, las melodías provinciales. Después no encuentro más maldad en nuestra gente que la que se puede advertir a poco de interactuar con otras culturas. Así que yo, argentino, de punta a punta. El verdadero desastre es institucional, no haber logrado hacer de este cruce de lenguas que somos un proyecto exitoso de nación y la inercia es tan grande que tal vez nunca lo seamos o la mayoría de nosotros no lo veamos. Así que bueno, si lo pienso, estoy tan deprimido como el que más por el despelote permanente, la falta de acuerdos en temas básicos, la miseria espantosa, el terraplanismo económico que desembocó en este giro loco de la historia. Pero, en ese punto, tenés que hacer como cuando subís a volear, dar un saltito antes de hacerlo, para cambiar la inercia del enojo y volver a mecerte en la cuna de tu humanidad, descartar lo argentino de tu vida, afirmarte en tu condición de individuo y de pionero. Nadie intentó antes lo que vas a vivir el resto del día, y visto así no importa quién gobierne. Ese fue mi cuarto mensaje a la juventud de 2024. Es mi forma de balancear la forma que te asalta la realidad y que esta no te cague a palos ni te haga tomar malas decisiones.
No encuentro gran sentido a ver los debates por televisión, veo alguna gente haciéndolo, incluso en bares, me parece casi todo sesgo de confirmación, afirmarse en lo que ya creen por las buenas o por las malas. Hay pocos momentos espectaculares o con grandes discursos, todos son cortitos, son cinco minutos de tele, pero la mayoría ni siquiera preparan bien las frases, la mayoría no se quiere bien o no se toma en serio, o es diputado porque ligó un rebote. De pronto también las propias tribus felicitan discursos paupérrimos y entonces eso sólo puede parir nuevos discursos horrendos y la vara baja, baja y baja. De hecho, me compadezco de los diez diputados presentables que no huyen del recinto cuando la vergüenza sucede delante de sus ojos.
Igual que pasa en largas relaciones de pareja me sorprende, aun cuando hay menos subproductos involucrados, como los hijos, el apasionamiento sin fin de algunos amigos por lo que evidentemente no pudieron controlar nunca. Es la falacia del costo hundido: una vez que hemos gastado mucho tiempo o plata en algo no queremos tirar a la basura la inversión que hicimos. Cuarenta años tratando de guiar un bote o de hablarle al oído al remero y nada, estamos como cuando vinimos de España o peor.
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Tremendo como siempre, muy buen trabajo. España tiene antisemitas bravísimos hoy, y los toleran y los apoyan, porque España nunca generó anticuerpos contra el antisemitismo. Los españoles cortaron su vínculo con los judíos en 1492 (Edicto de Granada, Inquisición, etc) y justo se dio que ese año descubrieron América y se aislaron del resto de Europa hasta, digamos, el siglo XX. En España no hubo Revolución Francesa (al hermano de Napoleón lo mandaron a tomar por culo) ni Industrial, mal que le pese a los catalanes. Y como vivían en su propia isla mental sin judíos incluso se armaron su relato positivo de Al-Andalus crisol de razas. Todo esto para decir que en España, al contrario del resto de Europa, no hubo Caso Dreyfus, no hubo pogromos, no hubo Disraeli, no hubo Holocausto, no hubo comerciantes judíos a los que les ibas a comprar la tela. Una tierra virgen donde los judíos son desconocidos (hay 60.000 en todo el país, menos que hinchas del Getafe) y cuando no sabemos, no conocemos, encima gente que no come jamón, entra fácil el discurso de que los judíos contaminan el agua y comen bebés. Al menos así lo veo yo.
Pobre el tipo de la Suran. Merecería un carguito, una diputación o presidir algún partido, que se yo. Tip: probá mirar el debate sin sonido. Parece todos aún más bobos.