La cultura del descarte
Adelanto edición por si este loco se pega un tiro hoy. No creo, te diría que con las horas hasta le va a encontrar el gustito a la situación, es de hacer teatro y queda en el centro de la escena.
Al cierre de esta edición Alberto Fernández no se había quitado la vida. Todo lo que pudo obtener de sus viejos amigos en la prensa es que presenten la adicción de Fabiola como un activo en la historia, así como la voluntad extorsiva, y que vendan su propia disposición al harakiri para que caiga de maduro que un hombre público honorable no puede tolerar que se diga, y se asuma, cualquier cosa sobre él.
Matarse sería otro daño al presidencialismo y podría decir que a la república, si es que tal cosa importara, porque los presidentes no deben matarse, porque no se pertenecen; a cambio no deben siquiera quedar cerca de ser lastimados. Voy a exagerar: son patrimonio público. Por eso tienen custodia de por vida. Deben ser estrellas apagadas que representen un tiempo de la soberanía popular, un mojón en la vida democrática, así hubieran perdido o ganado guerras.
Que sean cagados a palos con causas judiciales y linchamiento en las redes sociales una vez que dejan el poder, no sólo habla de sus cualidades morales, si es que adulteraron la obligación de hacer cumplir la ley, y de cumplirla, sino que habla de una corrosión institucional que no da garantías de poder suficiente a los presidentes que arrancan el mandato con miedo al cadalso posterior. En ese sentido, los mandatarios en ejercicio deberían ser los primeros en asegurarse que nada les pase a quienes detentaron el poder previamente, y deben desalentar los movimientos de la propia tropa (en mal uso de organismos de inteligencia y de presión a la justicia) destinados a cortar esas cabezas para demostrar el cambio de mando y de costumbres.
Es inevitable considerar que para la narrativa del cambio a lo bestia que promueve y ejecuta el gobierno nacional, la causa penal contra Alberto y esta nueva causa por violencia de género ayudan un montón a crear discontinuidades y separar el bien del mal. Un presidente emblema de la casta eventualmente preso por corrupto y abusador crea aún más ventaja al presidente honesto y virgen para adelantar su agenda. Un día después de la presentación de Fabiola al juez, el gobierno pone en venta el edificio del Ministerio de la Mujer. De consolidarse este procedimiento, así será con todo.
Son horas de patear al caído, así que corresponde aplicar la fuerza contraria, aunque sea por un párrafo, y decir que Alberto fue el presidente durante la llamada pandemia y si esta fue lo que los doctores de la televisión nos explicaron que era, y todos los políticos de la oposición aceptaban que era, con sus barbijos, sus hisopados y su reclamo de vacunas aprobadas por la FDA, le sacó un resultado honroso en términos de muertos por millón y métricas de ese tipo…, y además fue el presidente bajo cuya presidencia y más que nada gestión política se sancionó la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Alberto fue el San Martín de la revolución de las hijas, como se dio en llamar al movimiento verde que puso en la calle a tantas miles de adolescentes conmovidas por ser la generación que vengaba el sometimiento de sus madres, abuelas y bisabuelas a la voluntad del llamado patriarcado.
Y se ve que tan pelotudo no era, no es, porque sin ceder su autoridad presidencial a la vicepresidenta que lo nominó, permitió que el personal de Cristina y su emprendimiento familiar, La Cámpora, tuviera los espacios necesarios para mantener sus estructuras políticas en ANSES, Pami, Aerolíneas, YPF y hacia el final del mandato allanó el camino para que Sergio Massa encabece la fórmula presidencial.
Yo diría lo siguiente: sin votos propios, Alberto consiguió mucho. Durar en una democracia medio trucha no es poco, y está claro que Cristina no lo eligió por desesperación sino meditadamente, y que la chance de no reconocer su comandancia estaba incluida en el paquete porque sí estaba segura de que Alberto iba a facilitar todo lo demás. No fue cristinista al cien por cien pero no dejó en banda a nadie, una virtud que la bautizada casta política aprecia un montón.
Lo apreciaron Domingo Cavallo, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner desde ya, y hasta en cierto momento se encontró con que pudo tener un comportamiento digno y salirse del gobierno de Néstor, dramas internos, plata, y tener una querella de años con Cristina y luego retomar la relación como dos profesionales. Y digo esto sin googlear y sin saber más, porque sabiendo más debe haber más pruebas de su idoneidad para el palacio, lo cual incluye portarse más o menos bien con secretarias, asesoras. ¿Qué le vio Cristina, qué le vieron los demás? ¿Qué condiciones que no vio, no sé, en Daniel Filmus? Una habilidad para sostener el stock político y asegurar el flujo de las efectividades que hoy parece olvidada bajo esta montaña de bosta que le tiran encima.
Hay empresas que hacen muy bien el manejo de crisis como éstas y ayudan a encontrar la narrativa que dé vuelta el partido o, en el peor de los casos, restaure el ego perdido del cliente aunque la respetabilidad tenga poco arreglo. Me la juego que el ex presidente ya está en esa, más allá de la ayuda de amigos de la prensa, porque es imposible que no haya cubierto su propia retaguardia, y no sólo económicamente y para sí, sino para sus lugartenientes y asociados temporales. Se ve claramente en el silencio de todos sus ministros, lealtad u omertá, lo mismo da.
Desde ya, es inocente pensar que el negocio de los seguros fue el único que se hizo durante su gestión; casi diría que en algunos de los chats revelados parece que los funcionarios estuvieran hinchados las pelotas de atender negocios pequeños, y quienes más ahínco ponen son los gestores principales, la secretaria de Alberto y su novio, casi un emprendimiento de los dos, con valijas que suben, desde luego, pero que no son las valijas que puede cobrar un presidente a quien además le tocó administrar a piacere un muy largo tiempo de excepción por la, again, llamada pandemia.
Aun aceptando que Alberto pudo haber fajado a Fabiola, la prensa partidaria de Alberto ya le regala otra diagonal con la tematización de que quienes negaban la brecha de género ahora se rasgan las vestiduras por esto. ¿Y? Hombres de paja que no existen, bah, pero cuya iluminación beneficia la estrategia del ex presidente porque transporta la controversia afuera del estadio.
Último, si seguimos la huella de carbono que deja la intelligentzia argentina sobre las cosas que le calienta debatir, comentar, hablar, pareciera que vivimos en Teherán con mujeres sometidas a la voluntad bestial de los hombres a los cuales hay que aplicarles un protocolo para que controlen sus hormonas. La Argentina, compañeros, es un país ultraliberal, con los problemas que están a la vista, pero no jodamos.
Cuando baje la espuma, y si no va en cana, o antes de ir, Alberto podrá salir de su departamento con un sombrero y anteojos de sol, la custodia podrá hacerlo sentir menos solo y menos vulnerable, pero Puerto Madero ayuda un montón, los hoteles, el aire internacional, las veredas anchas para desconocerse. No es casualidad que los delincuentes lo elijan como residencia.
Compañeros, se puede apoyar el correo. Se puede. Son débitos mensuales. Se agradece desde ya. Si piensan en no hacerlo porque otro ya lo hace, ese otro justo piensa lo mismo. No tiene arreglo este asunto. El correo es abierto, al mismo tiempo necesito colaboraciones para sostenerlo. Si no fuera abierto, tendría menos lectores. Pero necesito lectores que cooperen. En fin.
Cuando fue la fiesta de Olivos publiqué este artículo en la revista Seúl que hoy encuentro atinado compartiros para observar el caso de Alberto golpeador.
En muy muy otro orden, el forista y corrector de Un Correo… Fernando Santillán fue a un all inclusive en Brasil y escribió su experiencia aquí.
En otro, otro, otro orden, si alguien va a la llamada FED, Feria de Editores, frente al Parque Los Andes, donde Alberto festejó su triunfo electoral de 2019, atención, dejo mis recomendaciones.
Ernesto Semán, “Acá falta alguien”. Editorial Aurelia Rivera.
Belén Zavallo, “El silencio respira como un animal”, Editorial Híbrida
Eitan Abelson, “Los sabios del sillón”, Híbrida
Magalí Etchebarne, en el stand de Tenemos las máquinas pregunten por sus primeras obras, es la autora del momento en lengua española. También por Olivia Gallo y Pablo Otonello.
Finally, tomadme por cornudo pero voy a dejar este poema de Luis Rosales que me gusta mucho.
Gracias, compañeros.
https://seul.ar/foto-olivos/
Parece escrito en base a los hechos de la última semana, pero es de hace 3 años. No sé si eso un alegre punto a favor tuyo o unos 100 tristes puntos en contra para todos.
Por otro lado, interesante historia...