Esto también pasó
Esto lo escribí el 16 de agosto de 2019, nadie mordió rápido para publicarlo y el 17 ya no tenía sentido porque Nicolás Dujovne presentó su renuncia esa tarde, seis días después de las PASO. Pero me apena que quede sin incorporarse a los borradores de la historia y, además, éste es mi newsletter, también mi archivo personal de artículos, presentaciones, sueños, especulaciones, insights y premoniciones y sé que me acompañan en el flow aunque no siempre se advierta la gota de sangre del esfuerzo más reciente. Se trata esta vez de los tres empujones que recibió Dujovne, ministro de Economía de Mauricio Macri, antes de caer, con detalles de los modales del gobierno y el siempre penoso papel de la prensa. Sobre el Caso Insaurralde, debates presidenciales, me expediré el viernes, no llegué a hoy, compañeros, pero vieron que todo es muy gaseoso. Tuve un lunes muy interrumpido para escribir. Así que van estas pocas líneas sobre los empujones a Dujovne. Muchos las van a apreciar.
Después de la derrota, echarse el muerto de la responsabilidad es un clásico, no de la política, de la experiencia humana completa. Si el cierre de la era Macri no es el soñado: ocho años, crecimiento, gasoductos, oleoductos y viaductos, Canadá misma; al menos debemos alentar que sea un cierre ético, patriótico --no en el sentido de ir a tomar las Malvinas después del parazo y movilización del 30 de marzo de 1982--, sino en el sentido de captar, o dejarse captar por la idea de que uno es parte de algo mucho más grande que uno, que el aporte que vino a hacer Macri, venirnos a ayudar, como insiste, cayendo desde afuera a un lugar que preexistía lleno de incompetentes, ahora lo sobrevivirá, sin su ángel, y le toca dejar armado o no demasiado desarmado la zona donde aterrizó su aporte, ya esterilizado por el voto popular.
Para los que no conozcan el armado diario del negocio periodístico, aun con lo malo que es el periodismo argentino, y con lo que eventualmente empeorará, los periodistas no inventan los rumores. Cuando "crecen los rumores" es porque se suman en los WhatsApp de los periodistas, o en sus más paranoicos Telegrams, los mensajes de habituales buenas fuentes que les dicen que la renuncia de tal está al caer o que de tal cosa definitivamente se está hablando en alguno de los circuitos donde se cocinan las políticas públicas.
Los periodistas son rehenes de estas situaciones porque si la fuente te está operando o te está confiando lo que sabe, porque te debe, o porque quiere comprar futuro con vos, no lo podés saber sino más adelante en la línea de tiempo. Y, además, si te está operando, como periodista estás obligado a ese margen de tolerancia entre el dato y la operación porque ese funcionario está estacionado en ese cargo y tiene, aún en esta crisis, una asimetría temporal; la línea de montaje del periodismo apenas se interrumpe en navidad por unas horas, y si te calentaste con la fuente el lunes, el miércoles no tenés con quién hablar.
Dicho esto, Nico Dujovne sufre esta erosión por tercera vez. La primera fue a inicios del 2018, después del fatídico 28 D organizado por el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, y trasciende reiteradamente que en la Jefatura tenían escondido a un verdadero genio de la economía llamado Vladimir Werning, que él sí era el genio verdadero, el más genio de todos. No prosperó. Dujovne no les renunció pese a la insistencia. La segunda fue durante el fin de semana de locos en el que Macri había ofrecido el ministerio a Melconián, todo según los rumores que hicieron circular las fuentes de primer orden (insisto en que si no hubieran provenido de allí, los periodistas no las habrían considerado del modo que lo hicieron). En una genialidad del management político quienes operaban para que salte de la silla, le decían también ni te muevas de la silla. El Fondo, además, le dio una mano, y resultó al cabo fortalecido cuando un mes después Toto “Messi” Caputo dejó el BCRA y Nico instaló allí a su viceministro Guido Sandleris .
Ahora vuelven sobre Dujovne. La facción del gobierno que la promueve, que no es otra que la semiológica y comunicacional, tiene una intención muy clara: hacerlo mariscal de la derrota, el loco del déficit cero que se olvidó a los argentinos, que olvidó el mandamiento duranbarbiano de no meterse con la heladera de la gente, que su renuncia sea parte del plan de medidas extraordinarias para la remontada. Cuesta creer que gente grande no pueda pedir las cosas de frente, pero así son las cosas. Ah, pero esta vez también Dujovne se quiere ir. Tiene la excusa histórica, el incumplimiento del acuerdo con el Fondo. Por supuesto que ahora no están o no sobran los candidatos para la cruz de la economía, éstos aparecen en los finales éticos y patrióticos. Que por supuesto no se puede descartar.
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Libros recibidos.
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Hasta el viernes.