La línea Pecsi del PRO y la reaparición de Peña
Marcos no le aflojó nunca a la creencia de que estaba frente a un genio, no le bajó nunca la mirada a Macri, no murmuró cada vez que la conversación entre ambos se perdía en una alegoría futbolística.
Buen día,
Los basurales en cada cuadra de la ciudad y los miles de fisurados cruzados en las veredas nos indican la emergencia de una ciudad nueva y el cierre de una etapa que puede llegar a ser vista en el futuro como nuestro pasado glorioso: cuando había cartoneros.
El vaso medio lleno. Todavía no es como en los documentales sobre Calcuta.
El gobierno municipal desertó de sus obligaciones básicas, la limpieza y la salubridad pública. Larreta abandonó la gestión hace dos años cuando dio como hecha su candidatura presidencial, como un efecto inevitable de levantarse temprano y de su disciplina aeróbica, contrastante con la de los demás candidatos, proclives a derrochar más tiempo en darse los gustos, y a que el dinero ordenaría a los jugadores que hicieran falta.
El robo de todos los bronces, de todas las puertas, de todos los barrios, muestra el abandono en la gestión de la seguridad. Cuánta inteligencia y presupuesto le hace falta a Larreta para dar con los reducidores de bronce. ¿Cuántos puede haber?: ¿Cien? No pudieron siquiera dar con uno solo de aquellos a quienes los desesperados que los arrancan los llevan para recibir sus monedas. También renunció a eliminar la extorsión de los trapitos.
El ministro de Seguridad, Marcelo D'alessandro, pasó un año creando relaciones para llegar al seguro gobierno nacional bien posicionado, y otro año sufriendo las consecuencias de haberlo hecho, cuando se enteró que lo tenían grabado, y debió pedir licencia cuando se hizo público. Dos años mirando el más allá.
Las bicisendas no están mal, libera camas en el largo plazo en cardiología, las incrementa en el corto en traumato, y se respira, muy eventualmente, mejor. Se reduce la huella de carbono en la ciudad que se compensa de inmediato con los viajes de Larreta en jet privado al interior. Pero el punto es que están vacías. Esto no es un manifiesto antibici. Las uso, las quiero, las deseo. ¿Pero vieron la de Avenida del Libertador? ¿A qué hora se encienden esas bicisendas?
El poco uso obedece a varios factores, entre otros, la falta de conectividad. En qué vagón de qué subte puede subirse una bici, en qué estación puede estacionarse. No hay dónde ponerlas, simple. Los garages privados no dan abasto y muchos plantan con bicis rotas, con chatarra de la forma de una bicicleta, los bicicleteros, para aducir que no hay más lugar y encajar otros dos autos en una ciudad donde tampoco hay donde estacionarse. ¿Cuánta gente puede llegar completamente transpirada al trabajo? El sistema parece creado para ir y venir de terapia, por Gorriti, que es seguramente la más transitada, y lo digo a ojo, porque no hay métricas oficiales sobre esto. Y no mucho más.
Cuántos años después de implementada una política pública podés seguir viviendo de haberla implementado pero sin evaluar sus resultados, sin hacer los ajustes necesarios para que funcione mejor. Una oficina decide sobre una política pero la que tiene que ayudar está completamente en otra.
En su honor, muchos funcionarios padecen la misma desgracia que los vecinos, mayoritariamente votantes de este gobierno municipal. No es que es la historia de los chetos del PRO y los intercountries. La mayoría de los funcionarios sortean las mismas montañas de desperdicios y esquivan a los mismos zombies que cualquiera.
Hubo un tiempo en que el PRO inventaba cosas feas pero que, al menos, no afectaban a su propia tropa o a su círculo más cerrado de votantes. Los muñecos de Olmedo y Portales en la avenida Corrientes no son el tipo de objetos con que Mariu Vidal y Quique Sacco, por decir, adornarían su living, sin embargo las autoridades creyeron que quedaban divinos en una avenida que no transitan.
Está a la vista lo abajo que se puede venir una escuela, una iglesia pentecostal, una ciudad, si le quitás el ojo de encima. O cuando solo funciona el criterio crematístico olvidando que una ciudad no debe solo generar ganancias a los funcionarios y sus financistas.
De verdad, ¿qué les costaba hacer un largo parque lineal en los terrenos del tren Mitre entre Virrey Avilés y Federico Lacroze y hacer historia creando un enorme pulmón verde sin edificios? ¿Qué necesidad hay de hacer más torres en las que no va a vivir nadie en los terrenos del Tiro Federal de Nuñez?
Siempre imaginé a Nicky Caputo, el asociado externo de Mauricio Macri en la aventura de hacer el PRO, y padrino de todos los candidatos existentes, sobrevolando la ciudad en helicóptero y viendo y midiendo con un puntero láser cuadrículas y lotes.
Sólo desde un helicóptero se te puede ocurrir mudar el Tiro al lado del Parque de los Niños y que las criaturas escuchen una balacera constante. Pueden ir a comprobarlo. Hoy, solo la falta de crédito y de consumidores finales impide la extinción de Colegiales y Chacarita como barrios con casas, y su transformación en un Caballito, un poquito más bajo. Aire, luz y terrazas, por medianeras.
La decadencia en la gestión del PRO y su preferencia revelada (hace mucho, no es de hoy) por los negocios inmobiliarios va de la mano con su pérdida de organicidad y su confusión ideológica.
No hay siquiera apego a un manual de marca. PRO se escribe de cualquier manera, el logo va arriba, abajo, nunca, dependiendo de cada diseñador gráfico, de cada concejal, y los contenidos pueden venir incluso sin contenido. El PRO ya se convirtió en su línea Pecsi. Cuando esto salta demasiado a la vista se repite en quinchos: ¡qué falta haría un Marcos Peña!
Pero Peña parece no haber sido convocado por los presidenciables y él aparenta estar completamente en otra, como en un retiro espiritual ayurvédico.
A finales de 2021 publicó un paper, o artículo largo, llamado Un nuevo liderazgo para el siglo XXI. Los números romanos son suyos. El papel inicia así: “Con 42 años, y luego de muchos años de estar en la primera fila política, estaba exhausto y decidí alejarme un poco para poder tomar perspectiva y procesar la experiencia vivida”. Buena.
Un año después empezó a subir a Spotify un podcast llamado Proyecto 77, que es justo el año del siglo pasado en que lo dieron a luz, y en el que hace entrevistas a líderes de hispanoamérica que tuvieron más o menos sus responsabilidades, y su presupuesto, que nacieron más o menos para el ‘77 y a los que les fue en la vida más o menos como a él: ninguno es presidente, pero ninguno es pobre.
No es fácil escucharlo completo; es repetitivo en su apertura, como si los potenciales oyentes esperaran que los abra siempre igual, son casi enteramente toma directa, sin edición. “Te pido, como a todos, que te presentes”, les dice. Y para cada uno de los entrevistados es una circunstancia incómoda y sin sentido. Si uno escucha un solo episodio, ya se indispone para escuchar otro donde el entrevistado sufre por el desafío de aceptar una ridiculez, como si fuera una entrevista laboral. Ambos avanzan luego en decir lugares comunes durante una hora, tiempo durante el cual Peña mantiene el tono de un psicopedagogo.
Quien supo rodearse de comunicadores talentosos, optó raramente por un trabajo amateur, como si estuviera aislado del mundo, a lo mejor con el propósito de aparecer menos envasado, pero con el efecto secundario de ser invisible.
Al público argentino apenas puede interesar un poquito las entrevistas a Pepe Sánchez, o a Charly Alberti, por lo que fueron, más que nada, pero aun lo que fueron o hicieron no compensa la simpleza de lo que tienen para decir, en particular, y no va a sorprender a nadie, la de Alberti.
Es cierto que pueden extraerse enseñanzas de un esqueleto envuelto en lava pero requiere de un abordaje forense y de estar preparado para todo. Marcos tiene ese empujoncito, muy reconocible, que sirve para abrir reuniones pero su propósito en las entrevistas es darle vueltas a su interés (o lo que él dice que es su interés), el de haberse vuelto famoso o poderoso y cómo esto repercute en la salud mental, en la familia. Por momentos recuerda esos diálogos que tenía Tita Merello con Víctor Sueiro. “Victor, además de una cantante, de una vedette, yo era una mina que volvía a mi casa tarde y se encontraba con dos fetas de salame en la heladera”.
A Pepe Sánchez le pregunta:
¿Cuántos años llevó que puedas despegarte del pepe basquetbolista?
Como esas personas que se encuentran en pleno trance terapéutico y llevan cada hito de sus revelaciones a todos los ámbitos.
Por momentos parece Zoolander.
Al menos, hasta el capítulo 11, elude la conversación sobre estos temas con otro argentino que haya pasado por una experiencia de vida igual a la suya: “16 años ocupando cargos públicos”, como dice en su paper.
Marcos seguramente sabe que quienes lo precedieron en el camino de hacer fracasar el proyecto argentino hicieron política, en el inicio, con sus mismos ideales pero muchísima menos guita, asegurándose lealtades en miles de asados y noches de fideos, no siempre contratándolos, sí convenciéndolos de algo, y cuando 16, o 26 o 36 años después les llegó la hora de partir sin morir se subieron al caballo como Don Segundo Sombra.
Los problemas de pérdida de intimidad, que tus hijos dibujen la familia en la escuela y aparezcas dentro de un televisor, son completamente irrelevantes respecto de los efectos que tiene tu función.
Peña fue el arquetipo del que dijo entrar a la política a dar una mano, a hacer lo que la vieja política no había hecho por incompetencia o venalidad, y de salida, tras unirse al club de los que no pudieron, quiere armar una conversación pública sobre las consecuencias psicológicas que tuvo él por haberlo intentando, lo cual me lleva a recordar aquella anécdota de Pedro Marchetta, en el cielo desde hace un año, con un arquero que padeció en Instituto y a quien le hicieron cuatro goles fáciles cuando tuvo que reemplazar al titular.
Al final del partido, el chico de apellido Antoun se acerca a Marchetta y le dice:
“Pedro, le quiero decir que no cuente más conmigo porque me retiro”.
Y Marchetta lo miró asombrado y le respondió:
¿Por qué no me lo dijiste ayer, la puta que te parió?