Huevos. Me cruzo demasiadas veces con videos de la guerra entre Rusia y Ucrania. Los esquivo pero son muchos y alguno me da más curiosidad y, obvio, resulta que se están matando. Los soldados ucranianos entran a limpiar una trinchera enemiga con la GoPro en el casco y ves con toda claridad cómo ejecutan a los soldados rusos ya inermes, con un tiro, dos, el tercero en la jeta, hasta que no se mueve. La falta de compasión, la frialdad para calcular que no podés llevarte tantos presos con un sólo pelotón y que la eliminación es lo más inteligente que podés hacer y que la Convención de Ginebra no tiene nada para decir sobre eso me genera una extraña admiración que me ensucia. Cada vez me espantan menos, y eso me espanta más, te vas enfriando con la repetición, así que al que mata le debe pasar igual. Avanza y liquida y se lleva todas esas muertes, que va a incinerar un rato después, para toda su vida. Tiene una razón, son invasores, los entiendo. Y los justifico. Me cruzo en Cuervo a muchos rusos que se las tomaron para no ser reclutados, me dan pena, los veo como privilegiados que se valieron de alguna ventaja para poder rajar. Seguramente proyecto en ellos la culpa que me daría a mí. Aunque si fueran ucranianos mi sentimiento sería más duro, los vería como cobardes que escaparon de su país mientras era invadido y masacrado por el ejército de Putín. No cuidaron a sus mujeres, ni a sus niños. Y todo esto desde la silla de Cuervo con mi ruana cubriéndome del frío de cuarta que tenemos en Buenos Aires, estos diez grados que no son ni para subir el calefón al máximo.
Imaginar es proyectar sobre un telón blanco mental un conjunto de intenciones propias, de otros, de todos, pero con formas, acciones: no te imaginás el socialismo, estás en una escuela rural repartiendo manzanas. El que imagina más veces y presenta sus imaginaciones a otros para agradarlos o desagradarlos es a quien llamamos imaginativo. Los imaginativos inteligentes son los que combinan elementos aún no combinados, y los imaginativos opas son los que se repiten un montón. Los argentinos tenemos muchos de los dos, pero los opas dominan los aparatos ideológicos. A ellos hay que darles y darles, una vez, dos veces…
Jodido está el que no se puede imaginar nada más que lo que tiene, el que quedó atrapado en un duro diagnóstico paterno sobre sus condiciones, el que no tiene ni la alienación del opa, el que no encuentra salida. Para el jodido, la expresión, compañeros. Expresión es salir de la prisión. Regalen esta idea, salven amigos del sufrimiento.
Kerner... ¿La señora Cristina pudo imaginar para los hijos algo más que lo que estos han dado hasta ahora? Cómo es que una pareja de abogados, ambos ex presidentes y recontra millonarios no pudieron tener al menos un hijo doctor o con una habilidad demostrable, un oficio, algo. ¿Por qué el hijo resultó con menos imaginación que su padre? ¿Por qué la hija no puede ser al menos tan mala como la madre? O, al contrario, crearse la chance de ser buena y hacer horas en Cáritas. Qué imagina que puede pasarle a la vicepresidente si establece relaciones de paridad con otras personas. Seguramente ese tren ya pasó. Pero no tener grupo de amigas…, eso se ve tanto, las chicas mayores del club que juegan a la canasta y al burako, las amigas de mi mamá al teléfono, porque ya no se pueden mover, actualizando estado cada día. Qué le habrá impedido tener una amiga, otro amor luego de enviudar, puedo entender que el poder compensa todo, la botonera puede hacer aparecer simuladores de todo tipo, no podés fiarte, y el placer de crearse como figura mítica y dictar cátedra a hombres que aplauden y cuentan sus monedas, vale.
Laprovittola. También puede ser que dios reparta con su propia maldad. Margarita Stolbizer pasándose la vida en reuniones encontró el tiempo personal para llevar al chico al club y facilitarle el básquet cuando vio que le gustaba y lo hacía bien. Es cierto que no tuvo que ocuparse de la siempre complicada intendencia de Río Gallegos. Visto de otro modo puede ser que algunas personas estén más predispuestas a hacer amigos y otras menos, por razones no culturales, sino de neurodesarrollo, a lo mejor es un signo de inteligencia la total autonomía.
Miércoles en el taller Shampoo. Así se llama mi taller de escritura. No tanto por el lado de lavado de cabeza sino por el movimiento enérgico “en la misma”. La intención de base del taller es que los participantes encuentren su propósito para escribir porque escribir ya sabe todo el mundo que fue a la escuela. El propósito no es el tema, ojo: el propósito es el para qué gastaría tiempo escribiendo pudiendo hacer otras ocho millones de cosas. Ajustar cuentas, soltar pensamientos repetitivos e inconducentes, rearmarse después de una pérdida, ese tipo de cosas pueden ser el propósito, también salir de pobre, levantar la cabeza, mejorar la posición relativa en el mercado del amor. A lo que voy es que tengo un lugar en el taller de los miércoles a la mañana. Si alguien tiene un propósito, aunque no sea blanco y puro, para escribir, y pasa un psicotécnico bien por arriba, y le interesa me manda mensaje a tallershampoo@gmail.com
Nicolás. Laprovittola se llama Nicolás. Y juega en el Barcelona, viejo.
Operación Covid: qué joda que paralizaron el mundo por un virus con una letalidad de 0,5 de los infectados en menores de sesenta años, y todavía estamos parados en el medio de la nada informativa acerca de si fue la transición de una sopa de murciélago a la mucosa humana y que los compañeros fueron empujando a estornudos a todo el mundo, o si se les escapó un bichito del laboratorio. De los gringos me gustan muchas cosas pero que en un momento paren la pelota y digan esta es la mentira con la que vamos vivir y con la que nos van a enterrar es de las que más. El asesinato de Kennedy culpa de Lee Harvey Oswald. Un loco suelto. Listo, a otro tema. Hagan ocho mil películas, pero se corta acá. Para mí lo mismo había que hacer con el atentado a la AMIA. Hezbollah, y a la lona. Vamos a cumplir 30 años y los familiares siguen pidiendo justicia cuando la justicia ya fue hecha. No fue el juicio a las Juntas, pero Israel se encargó de vengar un ataque que debían computar con toda lógica a la colectividad judía y al Estado de Israel. Acá tenía que ser el Estado parándose por encima y diciendo: Hezbollah, o sea Irán, y le agregaban los dos papafritas locales que no sabían bien de qué se trataba el asunto en el fondo. Chau. Retomando… ¿Cuándo van a revelar los gringos el origen exacto del Covid?
Pocos misterios de la televisión argentina como el de la repetición durante 60 años y con rating siempre seguro de los capítulos de El Zorro con Guy Williams haciendo el papel del enmascarado. La serie tiene unos bonitos y recordados sobreentendidos con los espectadores. El más obvio: que el héroe siempre gana y que se sobrepone a las dificultades como consecuencia de otros sobreentendidos, que nadie es mejor esgrimista que él, que el caballo Tornado siempre escucha su chiflido, que el sordomudo Bernardo es mudo pero no sordo, y que el sargento García siempre la va a cagar. Pero a lo que voy es que el padre de Diego, o sea Don Alejandro, no sabe de la doble vida del hijo, confía que es un buen muchacho, estudioso, frágil y cobarde. A Simón, mi hijo, le salen todas las letras pero le cuesta la zeta, un misterio porque son tres palitos de helado, no cierto. Pero buen. Cuando yo busco a Simón en la escuela le pregunto siempre cómo le fue, si me quiere contar, qué hicieron, y me dice que no, que no me va a contar. Es una broma que arrastra desde el jardín. “No me acuerdo”, “no sé”, ahora mejoró un poco y dice simplemente “no te voy a contar”. Mejor: “Papi, vos sabés que no te voy a contar”. Y está bien, por más chiquito que sea, yo no tengo que saber todo, no me preocupo, no me ofendo para nada, la autonomía y el secreto hacen a la formación del héroe. Como Don Alejandro, pongo la residencia y los tamales y que nos sorprenda a todos a la hora señalada.
Hoy sí puede ser el día de empezar a colaborar. La economía está toda para arriba, restoranes llenos, agotadas las plazas de las colonias de vacaciones, todos los vuelos vendidos para julio. Todo para arriba. Entrar en una suscripción no es como contratar telecentro. De acá podés escapar con el mismo click con el que entrás.
Martín Rodríguez retoma sus columnas en Panamá. Ésta es la última, como todas, vale mucho la pena.
Me encanta el sutil encadenamiento temático de los párrafos.
Te conocí en El opio de los medios y esperaba siempre escuchar tus aguafuertes. Después Un tiro en la noche, TP y finalmente el reencuentro acá. Muchas gracias por tanto.