Chau Moritán
Se me hace cuento que el peso se va a apreciar otro 20% más de acá a Enero. No vendrá un solo turista, nos iremos todos, y el bagayeo por las fronteras será monumental. No suelten los verdes. :)
La separación de Pampita de EL PELOTUDO de Garcia Moritán se festeja como un gol. El fly to quality que emprende nuestra modelo nacional es importante, pero la caída en desgracia del funcionario de Jorge Macri lo es aún más, va a redundar en alivio fiscal y, al menos por un tiempo, en proscripción o desincentivo para que sujetos del estilo Moritán, aventureros que no creen en nada, adopten el rictus político y aspiren a la representación de ciudadanos que quedan a merced de estos aventajados que se involucran con un propósito recreativo o para apalancar negocios privados sin pagar coimas y convertirse en la coima. Con los chetos no puede ni dios, si es que no hay una epístola de San Pablo sobre el tema hay que escribirla.
Pampita es una de las mujeres más queridas de la Argentina y esto sin haber hecho nada útil en sus cuarenta y pico de años: no es poco mérito. Un máximo de amor popular con bajísima contraprestación. De hecho, ni siquiera representa a la Argentina en el conjunto humano de la belleza mundial, es bajita, no sirve para alta costura, no rinde en la industria del entretenimiento más que siendo Pampita, una idea, una foto multiplicada, una sonrisa que insólitamente no muestra el paso de tiempo, siempre agraviante para todo el mundo. Nótese que los argentinos nunca pudimos conectar con Valeria Mazza que sí coronó a nivel global. Y no hay otras mujeres de su generación que prendan en el imaginario popular. La reina Máxima no camina, es un tema de los holandeses, incluso tratándose de una mili pili con ISO9000 que podría estar paseando el golden por Libertador y Billinghurst. Pero Pampa representa a la Argentina para los argentinos sin importar para nada el juicio universal.
Es una divinidad de cabotaje, como la Difunta Correa. Acá el milagro le sucede a ella porque es una belleza de consenso, sostenida por más de veinticinco años. Importante: no es una bomba sexual, no es una amenaza, ni siquiera para sí misma. La bomba sexual está a un par de revolcones de perder su gracia. Si la bomba se enamora, se asienta, pierde poder de fuego y su belleza pasa a ser discutible porque se trata de curvas con actitud. Si la actitud decae, y la curva se aplana, como en la llamada pandemia, la bomba fue. Pampa es la más linda de la división, fue linda embarazada, es la mamá más linda del cole y la que pasó por la pálida más cruel que pueda experimentar una persona, la pérdida de una hija, con agonía, una bacteria que no se pudo desactivar, la catástrofe que superó, al menos a la vista, sin engordar, ni enfermarse, ni deprimirse, stayin’ alive. Ejemplar, Pampita, en el éxito profesional y en la adversidad.
Pampa reina en una Argentina que es extra futbolística, extra política, lejos de los desacuerdos vulgares, representando, además del consenso, la lucecita al final del túnel donde están las hadas, las casitas con los peluches, los primeros maquillajes, las niñas probándose tacos de las mamás, en la búsqueda de una belleza que está siempre adelante, donde está Pampita. Pampita, su fantasma, recorre cada centro de depilación, cada peluquería de cadena y nail shop de centro comercial. Y siempre es el punto de llegada. No hay después de Pampita. Por no representar una amenaza, por no meterse en la cama matrimonial como fantasía del varón, es amada por las mujeres que, naturalmente y por instinto de supervivencia, van a despreciar a las zorras.
Sobre Moritán. Alguna vez la Argentina tuvo a los chetos establecidos en la zona norte, con su rugby y sus zapatitos náuticos, no jodían en el centro, como llaman ellos a la capital, y entraban en acción pública con las dictaduras o, semi desclasados porque no renunciaban a sus herencias, como Montoneros o miembros del ERP para molestar a la familia. Tristemente no nació aún el cheto que crea que no tiene que enseñarnos a los medio pelo cómo son las cosas de verdad, lo que hay que hacer con el Estado. Moritán no quiso ser menos y, además de casarse con Pampita para apalancarse, habló y habló en la tele hasta encontrar el tono y el palabrerío que lo volvieran elegible. Una desgracia para el país que le haya sido tan fácil a un nabo de este calibre llegar a donde llegó.
Si Pampita tuvo mala suerte con los maridos, a Ricardo López Murphy no le fue mejor con los aliados en la política. Hace dieciocho años fue traicionado por el hoy santificado Esteban Bullrich, otro yo te la explico, y en esta última prensada fue desconocido por García Moritán que también se apropio del partido que se había construido en base al prestigio público de Ricardo. Ambos traidores se vendieron en distintos turnos al macrismo. Moritán vendió sus puntitos de prestigio ganado por ser el marido de la mujer más popular para que el Macri negro desempatara con Lousteau a cambio de la secretaría que hoy ocupa. No creo que esto sea una novedad para nadie. No hay área del gobierno municipal que no esté loteada, no existe ninguna idea de un plan de gobierno, es un asalto completo a las arcas públicas y lo que parece una política pública específica pues también es un negocio. Y aún si algo parece que no parece un negocio, es la semilla de un negocio. Crean.
Ayer Pampita le estacionó un flete en la puerta de la casa común a Moritán, se ve que quiso polinizar otras flores valiéndose del intangible que le creó su mujer. Y hoy ya cotiza cero para la política, su sobrevida depende de que las puntas de los negocios que empujaba reorganicen la cadena aislándolo. Pero su salida de la municipalidad ya es una flecha en el aire. Tampoco es que lo va a reemplazar un buen samaritano, no va a llover agua bendita, llegará otro parásito, pero siempre es útil que se recuerde que por razones misteriosas, el crimen siempre paga.
Los insufribles de la semana.
La ansiedad del personal de los cementerios. Nadie quiere estar ahí enterrando, pero lo que no puede pasar es que uno termine preocupado por el tiempo de los enterradores, o calculando la propina. Esto debe ser convenido de una maldita vez, fijar un tiempo generoso, que exceda el promedio y listo. En los cementerios privados ponen café, pasan un canasto con florcitas para decorar la inhumación, y sillas para los deudos que ya no se aguantan parados.
Los que cambian constantemente los horarios de reuniones presenciales o virtuales en busca de una relojería que les arme un día perfecto y estresan a los demás con la tremenda insatisfacción que les provoca no aceptar que todo no se puede.
Los que dicen que toman medio Rivotril, o un cuartito de Alplax, pero que no siempre. Bueno, viejo, qué necesidad esconder la propia debilidad. Nadie puede dormir, ni vivir calmado, y la industria farmacéutica se encarga de hacerlo más fácil. Aceptarlo y listo. El planeta de los sanos tiene doscientos habitantes, el resto lucha. No nos mintamos entre nosotros, compañeros.
Las dietéticas. Todas. El público va en busca del orden que necesita su alimentación, su vida, y se encuentra con espacios siempre minúsculos, reventado de productos y frascos que angustian al comprador y le hacen tomar malas decisiones de compra.
Las minas que trabajan en Maderera Cordóba y en La Viruta. Es verdad que se desarrollan laboralmente es un entorno de hombres rústicos, pero no hace falta considerar débiles mentales a los tipos que caemos desde los bares de Chacarita a comprar un zócalo y no podemos responder sus preguntas así nomás.
La caja automática. Es insoportable pisar el acelerador como si fuera una mina antipersonal para que no se pase de revoluciones. Poner los cambios, como hicimos siempre, me parece, te diría, masculino y la caja automática es desvirilizadora, como el aire acondicionado, y el hielo. Lo quería decir.
El café con leche en Cuervo 3900 pesos, y el botón más sencillo para sostener el newsletter 3300. Si lo leés siempre y no cooperás es porque capaz creés que estoy apalancado, alguna renta misteriosa, una super herencia o silobolsas llenas. Pero no. De verdad vivo de esto. Gracias por dar una mano.
Qué temazo, papá.
Mi cariño y solidaridad con Andrea Rodríguez, Sara Stewart Brown y sus hijas Bárbara y Lola Lanata. Personas de bien.
Mi almuerzo de ontem.
Chapeau, Schmidt. Difícil coincidir más con la pintura moritanesca y el imaginario pampa. Sólo me queda dudar de las afirmaciones sobre la caja automática (al fin y al cabo, "poner un cambio" es realmente no cambiar nada, así que dejemos que el carro lo haga solo).
Extraordinario